MIERCOLES Ť 7 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť El recinto, obra de Rolando Dada, es un ejemplo en el país, expresa su director

El Sol, motor del museo que resguarda la riqueza del pueblo de Xochicalco

Ť La temperatura la regula el aire y no sobrepasa los 25 grados, requisito para conservar las piezas Ť El Señor de Rojo, la estrella del lugar; es símbolo de movimiento y creador del tiempo

MARIA RIVERA ENVIADA

Xochicalco, Morelos. El espíritu indígena habita cada uno de los rincones del museo ecológico de Xochicalco. No sólo por las piezas que alberga, sino por la forma en que la construcción hunde sus raíces en la naturaleza. La iluminación proviene del Sol, la temperatura la regula el viento, y el agua procede de la lluvia. Resulta difícil imaginar mejor marco para una cultura que dominó buena parte de Mesoamérica entre los siglos VII y IX de nuestra era y que, si bien tiene un perfil militarista, también supo cultivar las artes y la ciencia.

El edificio, realizado por el arquitecto Rolando Dada Lemus en 1996, está orientado de tal forma que recibe aire durante todo el año. Mediante líneas rectas y curvas -que en las culturas mesoamericanas simbolizan la masculinidad y la feminidad- los vientos son atrapados. Al pasar por el espejo de agua que se encuentra frente al vestíbulo, se enfrían, de tal manera que al introducirse a las salas por los muros huecos, mantienen la temperatura estable todo el año (requisito indispensable para la conservación de las piezas). Ni en verano, cuando las temperaturas en Morelos alcanzan los 40 grados centígrados, el interior sobrepasa los 25.

La electricidad común no tiene cabida

La electricidad común no tiene cabida en el lugar. Durante la mayor parte del tiempo el recinto es iluminado por luz natural, distribuida mediante prismas. Sólo cuando se nubla se ponen en funcionamiento las luminarias, alimentadas por luz solar. De la misma manera funciona el sistema de seguridad, las cámaras de circuito cerrado, así como los detectores de fuego y humo. Todo el museo está lleno de celdas que captan la energía calorífica y la convierten en fotovoltaica, la cual es almacenada en bancos de baterías.

El aprovisionamiento de agua también se resuelve como loxochicalco_museo_mi03xz hacían los xochicalcas. Las azoteas se convierten en grandes receptores en época de lluvia. Mediante canales, el líquido es conducido a grandes cisternas que se encuentran en la parte inferior del inmueble. Sólo en época de intenso estiaje se aprovisionan del fluido mediante pipas.

Diseño hexagonal

El interior del edificio mantiene las mismas pautas. El diseño de las alas de los vestíbulos es hexagonal con el fin de ahorrar energía y lograr una mejor visualización de las piezas. De esa manera el visitante decide si desea verlas todas o le basta con una ojeada. La secuencia también la decide el público. Se ha calculado que todo el museo se puede recorrer en sólo 800 pasos.

Inversión alta, pero costeable

Esta obra forma parte de un proyecto piloto, explica el arqueólogo Marco Antonio Santos Ramírez, director del lugar. Comenta que si bien la inversión inicial es cara, a la larga resultará costeable. En la actualidad únicamente se gastan 5 mil pesos anuales en el mantenimiento de la energía solar. "Si tuviera que pagar luz el desembolso sería 20 veces superior; sin duda, éste se ha convertido en un buen ejemplo para los otros museos del país", indica.

Aunque Xochicalco atrajo la atención de exploradores mexicanos y extranjeros a través de los siglos, el comienzo de la investigación de la zona no ocurrió hasta 1910, durante el gobierno porfirista. En el marco del centenario de la independencia de México, cuando se pretendía mostrar al mundo la grandeza de la herencia indígena, se encomendó a Leopoldo Batres el inicio de las exploraciones del sitio. A él corresponde la restauración de la pirámide de las serpientes emplumadas, famosa por sus bajorrelieves que muestran a los representantes de los pueblos dominados por Xochicalco, los cuales fueron convocados para presenciar el eclipse de Sol de 743 d. C.

En 1930 se vuelve a excavar el sitio. Eduardo Noguera investiga algunos de los edificios, entre ellos el juego de pelota. En 1960 César Sáenz realiza otra temporada de campo en la que afloran muchas de las piezas que están en el museo de antropología de Xochicalco. En los ochenta se trabajan las entradas, los fosos y las murallas. Entre 1992 y 1994, como parte de los megaproyectos impulsados por Carlos Salinas, el arqueólogo Norberto González explora la mayor parte del lugar. Entonces se descubre que fue una gran ciudad, y no un simple centro ceremonial, como se consideraba anteriormente.

En las excavaciones que se realizaron en esa zona de Xochicalco se descubrieron piezas impresionantes, que obligaron a la creación de un museo, que no sólo albergara los nuevos descubrimientos, sino que sirviera de introducción a la zona arqueológica.

El Señor de Rojo, la pieza estrella del lugar, fue encontrada en la acrópolis, la zona más alta, donde se ubicó la ciudad-Estado. La escultura se encontraba en una habitación a la que sólo tenía acceso el gobernante supremo. Se trata de una abstracción de Quetzalcóatl, el creador del tiempo y el universo, el que da vida y movimiento a la creación.

El director del museo señala que en esa pieza está presente el símbolo del movimiento y, a los costados, los atados de plumas que surgen de las fauces de la serpiente indican que está pariendo el tiempo. El conjunto está rematado por un redondel de plumas preciosas. Su característico tono rojizo se lo otorga un pigmento llamado cinabrio y significa que está bañado en sangre.

Recibe 400 mil visitantes al año

Anualmente esta zona -considerada patrimonio cultural de la humanidad desde noviembre de 1999- recibe 400 mil visitantes, lo que la convierte en la quinta en importancia a escala nacional, después de Teotihuacán, Chichén Itzá, Tulúm y Tajín. De continuar la tendencia actual, podría ascender al tercer sitio. El conjunto permanece abierto todos los días de la semana y los grupos pueden recibir el servicio de guía, previa cita.

Para los interesados en los fenómenos astronómicos se recomienda visitar el lugar durante los solsticios (21 de junio y 21 de diciembre), los equinoccios (21 de marzo y 21 de septiembre), así como los días 14 y 15 de mayo, cuando el Sol se encuentra sobre cenit. Desde este mes los cibernautas podrán obtener información sobre la zona en la página: www.xochicalco.com.mx