MIERCOLES Ť 7 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Historia fugaz de un mural perenne
Una manifestación de resistencia tzeltal, arrasada por opositores al zapatismo
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Municipio Autonomo Ernesto Che Guevara, Chis., 6 de noviembre. Pintado está de nada el muro bajo los portales. Durante poco más de dos semanas, escenas campesinas, de lucha guerrillera y de paz "con justicia y dignidad" llenaron de colores vibrantes la triste fachada de la tienda, quizá la casa más antigua en el crucero de Cuxuljá y centro de comercio de los municipios autónomos de la región. Se trataba de una muestra de arte indígena contemporáneo y, en la tradición del muralismo mexicano, una pièce de résistance de propaganda política.
Los municipios de la región tzeltal se reunieron y descubrieron que eran siete. Primero seis, pero se unió un séptimo, y entonces decidieron que la tienda sería como un arco iris, donde los colores serían Lucio Cabañas, 17 de Noviembre, 1 de Enero, Ernesto Che Guevara, Olga Isabel, Vicente Guerrero y Miguel Hidalgo.
En un documento de la asamblea y el concejo municipal del Ernesto Che Guevara, en el que se detalla y denuncia la destrucción del mural y el desalojo de la tienda Nuevo Amanecer del Arco Iris, los zapatistas afirman: "Dentro de este territorio autónomo en rebeldía sabemos lo que es nuestro y lo que es de otros hermanos y de otras organizaciones. Las casas que nos pertenecen aquí son tres, que gracias a nuestro trabajo, nuestra resistencia de muchos años, han sido nuestras y son nuestras. Hemos invertido dinero y trabajo en ellas."
Y luego refieren la fugaz historia del mural que "ofendió" a los vecinos del otro lado de la carretera, que no son zapatistas: "Con historia caminamos, por eso pusimos el mural que con paciencia, amor y dedicación fueron pintando nuestros pintores, como nuestros antepasados nos enseñaron, para que la historia quedara escrita y porque luchamos contra el olvido. Por eso decidimos los siete municipios nombrar y pintar los colores del arco iris que nos representan en este amanecer de nuevos trabajos, y se decidió destinar a pintura tres mil ochocientos pesos."
A principios de octubre, un grupo de jóvenes, todos indígenas, emprendieron la obra. Los edificios comunitarios de Moisés Gandhi, a un kilómetro de Cuxuljá, son todos obra de indígenas y ofrecen una colección no necesariamente naïf de arte público. "Se usó para hacer el mural catorce pintores, que trabajaron diez días cada uno, y como son de otros municipios gastaron en pasaje más de mil pesos", relata la asamblea del Che Guevara.
"Siete trabajadores más trabajaron dos días cada uno. El total de días de trabajo es 154, sin contar el trabajo de los que pusieron el tablero. Este esfuerzo es lo que está destruido totalmente. De lámina, madera, chapas, clavos, plomos, candados, fletes y pasajes se gastó ocho mil setecientos pesos."
La casa fue "recuperada" el primero de enero de 1994. El dueño anterior la había tenido de cantina. Los zapatistas la prestaron a un compañero suyo para vender refrescos. El dueño anterior había querido entregar el inmueble a Seguridad Pública. Cuando el Ejército Mexicano ocupó Cuxuljá en febrero de 1995, las mujeres de Moisés Gandhi tomaron la casa para evitar que se convirtiera en prostíbulo, a pocos pasos del cuartel militar. Entonces los autónomos la prestaron "a otros compañeros que no se les cobró nada".
Finalmente los municipios de la región decidieron convertir la casa en tienda colectiva, que apenas empezaba a funcionar cuando fue atacada por los cafeticultores de la Orcao y algunos habitantes del vecino pueblo de Cuxuljá. Las agresiones habían empezado antes, "pero como autoridades autónomas buscamos arreglar el asunto con las autoridades de Cuxuljá".
Respecto al conflicto con la Orcao, los zapatistas declararon después del ataque: "Esta organización todavía no toma en cuenta al municipio autónomo, por eso hay muchos problemas dentro de este territorio, que no se van a resolver si esa organización no reconoce la autonomía y se sigue burlando de nuestra forma de gobernarnos."
El mural, que no fue ideado para ser fugaz, rodeaba la casa con imágenes de las montañas circundantes, escuelas comunitarias, milpas, insurgentes asomando los pasamontañas atrás de los cerros, sembradores y niños en primer plano.
Allí habitaron tras los portales de Cuxuljá estas imágenes, bajo el mismo cielo que sigue aquí arriba. Siendo distinto, recordaba en su concepción al también destruido (y hoy célebre) mural Sueño de la cañada del río Perla, en la comunidad de Taniperla, cabecera del municipio autónomo Ricardo Flores Magón al que, en 1998, el entonces gobernador Roberto Albores, la policía y los militares intentaron decapitar.
Creados contra el olvido, y como homenaje a la vida, a la idea de un futuro mejor y a la lucha de resistencia pacífica, ambos murales padecieron barbarie, desaparecieron y, sin embargo, lograron su objetivo. No serán fugaces.