MIERCOLES Ť 7 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Autor de Flores, nuevo título publicado por Joaquín Mortiz
Reinventar su propio universo es la opción que deseo dejar al lector, señala Mario Bellatin
Ť Sostiene la utopía de que el escritor debe desaparecer para no prejuiciar la lectura
Ť Reúne textos autónomos, pero que cuentan una ''historia tradicional'', explica
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
''Dígalo con flores", reza un lema publicitario. Mario Bellatin lo escuchó y aceptó la invitación. A su novela más reciente le puso ese nombre: Flores (Editorial Joaquín Mortiz). Título amable e inocente -cruda ironía- para la historia de un mundo decadente, poblado de seres sin esperanza: un científico descubridor de un fármaco causante de malformaciones genéticas; un escritor interesado en personas que ejercen una sexualidad alternativa; Alba la Poeta, madre adoptiva de los gemelos Kuhn; el Amante Otoñal, que sólo busca relacionarse con ancianos... Hombres, mujeres y niños pululando por un laberinto bizarro y sin salidas, inmersos en la viscosa pesadilla apocalíptica en que acabaron convertidos los sueños de progreso y desarrollo.
Pero Bellatin prefiere dejarle las interpretaciones al lector. Lo que menos le interesa a la hora de escribir es aparecer dando respuestas, ofreciendo puntos de vista, obligando al lector a compartir una serie de visiones del mundo que no tiene por qué compartir. Que el escritor desaparezca. Que no contamine con sus juicios la lectura del libro. Es su utopía: ''La idea que yo tengo frente a mis libros no es tanto su contenido, sino que el lector transite por esa experiencia de lectura. La idea es nombrar, hacer un texto que se sostenga por sí mismo, que tenga sus propias reglas de codificación sin que el lector tenga necesariamente que saber que en el libro hay una ciudad determinada, una crítica determinada, un pensamiento determinado. Sé que es utópico desaparecer del todo como escritor, pero quiero dejarle al lector la posibilidad de reinventar su propio universo a partir de los elementos que el libro está nombrando".
Búsqueda de una estructura lógica
Como ha ocurrido en novelas anteriores (Salón de belleza, Poeta ciego, Damas chinas, entre otras ocho), el proceso de escritura de Flores empezó con la elaboración de textos independientes, autónomos, pero que reunidos cuentan una ''historia tradicional". El trabajo verdadero viene a la hora de editarlos, darles una estructura y una forma de libro. El principal reto en esta novela fue justamente ese: ''Buscar una estructura lógica que le otorgara un sentido ante los ojos del lector".
Así lo explica al principio del libro: ''Existe una antigua técnica sumeria, que para muchos es el antecedente de las naturalezas muertas, que permite la construcción de complicadas estructuras narrativas basándose sólo en la suma de determinados objetos que juntos conforman un todo. Es de ese modo como he tratado de construir este relato, de alguna forma como se encuentra estructurado el poema de Gilgamesh. La intención inicial es que cada capítulo pueda leerse por separado, como si de la contemplación de una flor se tratara".
Hasta ahí llega su trabajo y su interés. Cuando se empiezan a generar lecturas e interpretaciones de los lectores y la crítica, el escritor ya está en otro libro.
"Es muy difícil para mí contar o interpretar mis novelas, porque toda la experiencia que tú como lector vas a adquirir solamente la puedes tener transitando por las páginas del libro. Esa es la idea que tengo frente a mis libros, no tanto lo que quiero decir, no tanto el contenido, sino que el lector transite por esa experiencia de lectura. Me gusta que alguien encuentre cosas en mis libros pero cuando eso ocurre yo ya estoy en otra cosa."
En ese sentido, los editores describen a Bellatin como "un creador de universos estrictos y herméticamente funcionales, que actúan únicamente mediante reglas que son capaces de generarse por sí mismas (...) Ha logrado implantar en su literatura una marca personal y tremendamente perturbadora. Flores, novela donde los límites de la belleza quedan trastocados, es una muestra contundente de por qué su autor (...) es uno de los más importantes renovadores del género hoy día".
A riesgo de traicionar el deseo de Mario Bellatin de no ceñir su obra a un tiempo y un espacio reales, es asombroso el sentido de actualidad que adquiere la novela a propósito de los atentados de Nueva York y su secuela. Cabe subrayar que Flores fue escrita con mucha anterioridad a esos acontecimientos, pero una de las lecturas que admite es como metáfora terrible de una idea de la civilización y el progreso, la que justo ahora parece en entredicho. En ese sentido podría resultar profética.
Ante esta lectura, Bellatin insiste: ''Mi apuesta va a un espacio que no tiene que ver necesariamente con el espacio real, no es su fin, no se ancla ahí. Es un punto de recorrido que pasa por todos esos espacios de la realidad (Nueva York, el mundo musulmán, las búsquedas religiosas, la migración, la tecnología y sus damnificados), pero quiero dejar que el lector los contextualice".