MIERCOLES Ť 7 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
EL DEFENSOR de los derechos humanos en la capital, Emilio Alvarez Icaza, recibió de parte de un priísta enquistado en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal una advertencia bien clara: que sus denuncias en contra de la administración que le antecedió no se vayan a convertir en "cacería de brujas".
MIGUEL GONZALEZ Compeán, hijo de otro priísta, Miguel González Avelar, sugirió, por decirlo de alguna manera, a Alvarez Icaza que deje las cosas como están y que, como en el vetusto sistema de su partido, apechugue y calle para siempre.
LA OBSERVACION de González Compeán encontró eco en otros miembros de la Comisión de Derechos Humanos de la ALDF, quienes a fin de cuentas piden al presidente de la CDHDF que se convierta en cómplice consciente de los engaños, la demagogia y los posibles malos manejos administrativos de Luis de la Barreda.
EL DARDO parece haber pegado justo en el blanco y Alvarez Icaza se comprometió, cuando menos ahora, a no realizar una "cacería de brujas", aunque para ser fieles a lo acontecido, deberíamos tomar en cuenta que tampoco dijo que lo turbio, lo posiblemente ilegal, se quede tal como está.
POR ESO pidió que se dejara sin efecto el proyecto de presupuesto elaborado por la administración anterior, porque, según comentó, él no habrá de pedir recursos que alcancen sólo para pagar la deuda que se tiene por la falta de pago de impuestos.
EN UN primer acercamiento a la realidad de su nuevo trabajo, Alvarez Icaza presentó a los asambleístas un diagnóstico de la situación en la que recibió la comisión, y el resultado de ello no cambia, sino reafirma el perfil demagógico de quien estuvo a cargo de la institución durante dos periodos presidenciales (Carlos Salinas y Ernesto Zedillo).
LOS EJEMPLOS sobran, pero hay algunos que saltan por las consecuencias legales que podrían acarrear. Se encontró que hay trabajadores ubicados en puestos de trabajo que no coinciden con los que marca la nómina.
POR DECIRLO de alguna manera: hay quienes cobran como choferes, pero desempeñan labores de auxiliares, por lo que la presidencia de la comisión se ve en la necesidad de "relacionar plazas con perfiles y objetivos trazados".
EN ESTE primer documento, porque se espera que existan otros de mayor contundencia -puesto que saber que en un área de 17 metros cuadrados comparten la coordinación de archivo y correspondencia de la Dirección de Quejas y Orientación 11 empleados, mobiliario y 42 mil expedientes, no es todo lo que pudiera haber heredado la Comisión de Derechos Humanos-, parece descubrirse la vocación de justicia necesaria para devolver la credibilidad perdida al organismo.
ALVAREZ ICAZA será presa de muchos a quienes les conviene el silencio, no porque los problemas de la comisión les afecten o no, sino porque es una manera de actuar y ver la política y las presiones se multiplicarán, pero dependerá de él, del nuevo ombudsman, no enredarse en complicidades que comprometan la vida de la CDHDF. Esa es la prueba de fuego.
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