MIERCOLES Ť 7 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť En el cierre priísta, ecos del libelo del que Anaya se desligó
Alerta Sauri en Michoacán contra la falsa sonrisa que luego destruye la casa
Ť La dirigente nacional priísta pidió acordarse "cuando había violencia, secuestros, enfrentamiento entre hermanos" Ť El candidato tricolor prometió respetar resultados
MIREYA CUELLAR Y ROSA E. VARGAS ENVIADAS
Morelia, Mich., 6 de noviembre. La guerra sucia tomó forma de discurso político en voz de Dulce María Sauri, presidenta nacional del PRI. Apenas el domingo se filtraba un panfleto de ese partido que advertía sobre "el proyecto oculto detrás de la sonrisa" de Lázaro Cárdenas Batel. Hoy, la dirigente partidista centró su discurso durante el cierre de campaña del PRI en alertar sobre "la sonrisa falsa que quiere que le abran las puertas de la casa para entonces empezar a descomponer las cosas".
Más claro ni el agua, porque a pesar de que Alfredo Anaya negó tener que ver en ese libelo donde se acusa a Cárdenas Batel de comunista y expropiador, la ex gobernadora de Yucatán -y paradójicamente no el candidato priísta-, con palabras tradicionalmente usadas por los panistas, se refirió al proyecto del PRI como uno que "defiende la libre empresa... y reconoce a la persona humana como razón de toda actividad política".
El priísmo michoacano hizo un ejercicio de creatividad en el cierre de campaña de Anaya Gudiño y entarimó dos de los lados de la Plaza Valladolid, puso sillas en la plancha, dividió con vallas metálicas las áreas para los invitados especiales y tendió a lo largo de ésta una larguísima pasarela de suerte que pocos parecieran muchos.
Pero para cualquier observación somera que considerara tales detalles, al final sumaban unos 15 mil asistentes a un mitin en el que, para colmo, la pasarela se hundió porque no resistió el peso excesivo de políticos, periodistas y "colados".
Luego, apenas terminaba Dulce María Sauri su discurso, el aparato de sonido hizo corto circuito y dejó por un buen rato sin micrófono al candidato a alcalde de Morelia, Fausto Vallejo. Situación que todo el país pudo ver por cable gracias a un contrato millonario que el PRI firmó con la televisora Multivisión, se dijo, para que lo transmitiera.
Anaya también contribuyó con lo suyo a las pifias cuando invitó a sus seguidores a reunirse en el mismo lugar el próximo domingo a las seis de la tarde. "Los espero e impugnando..." Un silencio embarazoso y la corrección: "Los espero y con el dedo impregnado de tinta indeleble..."
Fue ocasión también para que el PRI mostrara por fin, luego de una larga campaña de desprendimientos, unidad. En la larga comitiva con que arribó Alfredo Anaya iba el ex gobernador Ausencio Chávez, a quien el maestro de ceremonias presentó como "un priísta leal", seguramente en contraposición al ex mandatario, también interino, Genovevo Figueroa, quien abrazó la causa de Lázaro Cárdenas Batel.
También vino la plana mayor del PRI, encabezada por Sauri Riancho y seguida por Rodolfo Echeverría, el secretario general, los líderes camarales, Beatriz Paredes, Luis Martínez Villicaña ("ese sí es un auténtico priísta", le gritaron), Agustín Arriaga y, por supuesto, el mandatario en funciones, Víctor Manuel Tinoco Rubí, lo mismo que el vecino de Colima, Fernando Moreno Peña.
El alarde escenográfico no pasó por alto detalles que revelan cómo ha procedido el PRI en esta contienda. El mismo taller, porque era similar la tipografía, elaboró mantas colocadas en lugares muy visibles, donde se leía igual "Perredistas de Parácuaro con Anaya" que "Panistas de Paracho con Anaya". Y en medio de la plaza, una gran manta de Antorcha Campesina apoyando al PRI.
Y en el mismo espectáculo de fuegos pirotécnicos -más humo que luces- y de gritos de apoyo, tampoco faltó el toque xenófobo de los invitados de primera fila, perfectamente sentados, que halagaban a la esposa del candidato con la arenga: "šLupita sí es michoacana!" "šLupita sí es michoacana"!, nuevamente en abierta alusión al origen extranjero de Mayra, la esposa de Lázaro Cárdenas Batel.
En el aire de esta tarde tibia moreliana se percibía cierta prisa en el priísmo por despachar el expediente del cierre. Una hora exacta duró el mitin político, aunque después siguió la fiesta amenizada por esos eternos camaleones de la música popular, Los João; con los que la gente, ahí sí, se divirtió.
A cinco días de los comicios para renovar gubernatura, Congreso y presidencias municipales la presidenta del tricolor inició su mensaje con evocaciones. "Acuérdense cuando había violencia, secuestros, enfrentamientos entre hermanos".
Y entonces entró en la batalla, aquella que ha definido la estrategia priísta de estos meses, la que sin rubor lo mismo pone a un sacerdote católico a grabar anuncios a favor de Anaya -en clara violación a la Constitución- que hace ganador a su candidato en encuestas televisivas inexistentes y desmentidas, coloca planas en los periódicos contra el PRD con manchas sangrientas y sin ubicar responsable de la publicación, o reparte panfletos donde acusa a Lázaro Cárdenas de querer imponer en Michoacán "el comunismo que aprendió en Cuba".
"No aceptamos la sonrisa que después enseña los colmillos y destruye la casa", dijo entonces la presidenta del tricolor y habló de una lucha priísta por la paz y la tranquilidad. Entonces, como primera parte de un guión, con sus tablas oratorias la política yucateca enumeró los compromisos que ha hecho Anaya con los distintos sectores sociales y productivos de la entidad, porque "šél sí sabe!" Los compromisos, cerró, "son más importantes que la falsa sonrisa".
La continuación de ese libreto fue el propio Anaya Gudiño, entregando "ante notario" su declaración patrimonial y enseguida su discurso, en el que de entrada y sin ningún énfasis -porque no lo registraron los aplausos- afirmó que "hemos logrado ponernos a la cabeza de las preferencias electorales".
Intentó otros malabares retóricos cuando dijo, "que me escuche Lázaro Cárdenas..." y todos creyeron que se refería al contrincante que según todas las encuestas lleva delantera, pero no, siguió: "que me escuche Uruapan, Zamora, etcétera...". Los propios priístas se desilusionaron.
Tras recordar una vez más al respetable que él fue seminarista, trabajador indocumentado y que sigue muy fiel a la religión católica; pedir porras y reconocimientos a Lupita, su mujer, y prometer a su mamá "no te voy a fallar", el candidato priísta por fin habló de política.
"Estoy dispuesto a respetar el veredicto del voto, venga como venga", dijo, y llamó al candidato del PRD -al del PAN de plano lo ignoró- "a que demos una lección de civismo, atengámonos a los resultados y no juguemos con la voluntad del pueblo. Evitemos las descalificaciones y ojalá que los perdedores se curen de la tentación de provocar conflicto y violentar el estado de derecho que nos da amparo y cobijo a todos por igual."
A los que no han decidido aún por quién votar les pidió "no desperdicien su voto, voten por un candidato ganador, voten por un servidor... evitemos la búsqueda del falso sueño americano, construyamos el sueño michoacano".
Parafraseando a Luis Donaldo Colosio se definió como producto de la cultura del esfuerzo, criticó a quienes dudan de la autenticidad del atentado que -dijo- sufrió y para cerrar ofreció el micrófono a su hija Lupita, quien habló "a nombre de los jóvenes y las mujeres".
Anaya y su comitiva no pudieron abandonar la plaza por donde entraron. La pasarela había dado de sí y estaba a punto de derrumbarse.
El gobernador Tinoco Rubí, presentado como el primer priísta del estado, fue sacado por el costado trasero y atrás el aspirante a gobernador y su familia.