Lunes en la Ciencia, 5 de noviembre del 2001


 

Premio nacional en alimentos, ejemplo sin igual

Octavio Paredes López

vegetalesEl origen de nuestros ancestros podemos situarlo hace alrededor de 60 millones de años; es decir, unas criaturas que a lo largo de una lenta evolución se convertirían en hombres. Nuestra primera gran idea consistió en utilizar los miembros anteriores para apresar la comida y llevarla a la boca. Este refinamiento nos permitió encontrar frutos, raíces e insectos para preparar nuestos primeros festines. Unos 56 millones de años más tarde nos alimentamos de caza menor, de pesca en pequeña escala y siempre de plantas. Hace cerca de 2 millones de años comenzamos a utilizar piedras talladas con propósitos alimentarios; al dotarnos de herramientas para conquistar el mundo, esenciales para nuestra sobrevivencia, se originó un enriquecimiento que para esa época debió haber sido asombroso; el Homo habilis se convirtió en verdadero cazador.

En nuestra nueva condición de H. erectus logramos hace 800 mil a 500 mil años, frotando una madera contra piedras talladas, hacer surgir el fuego de la chispa, expresando así los primeros fulgores del espíritu. El genio que empezó a brotar en nosotros iluminó nuestro destino para siempre. Con lenguaje rudimientario intercambiábamos conocimientos y con la cocción los alimentos tenían mejor sabor. Como quien dice ayer, en esa enorme escala temporal, pasamos a H. sapiens. Con una mejor alimentación nuestra esperanza de vida aumentó y aunque nuestra mandíbula perdía fuerza, nuestro cerebro la ganaba.

Hace 40 mil años éramos grandes cazadores. Y hace más de 20 mil años llegamos a la ganadería; con la ayuda del perro iniciamos hace 10 mil años la cría de ovejas. Salíamos del Paleolítico superior para entrar al Mesolítico y estábamos a 9 mil años de la era cristiana y empezábamos a hacernos sedentarios; descubrimos el agua caliente, aunque algunos todavía queremos seguir intentando su redescubrimiento.

Durante mucho tiempo recogimos por doquier plantas que crecían multiplicadas por el viento. De pastores y pescadores nos convertimos en agricultores; 10 mil años antes de nuestra era cultivamos los primeros trigos y domesticamos raíces. Armados con hoces de piedra segábamos ya hace 8 mil años y almacenábamos cosechas en hoyos; poseíamos rebaños y tierras. El rodillo de piedra lo usaban los egipcios y hace más de 5 mil años los sumerios inventaron la rueda. Después de varios milenios la saciedad nos obligó a cambiar agregando lo superfluo que después se convirtió en indispensable; procedente de horizontes lejanos, y frecuentemente de nuestro traspatio, el lujo entró a la cocina en forma de té, chocolate, especias y bebidas alcohólicas. Dando grandes saltos por razones de espacio, diversos organismos genéticos y tecnologías alimentarias se extendieron por el mundo al ritmo de nuestras guerras e intercambios; en la actualidad a pesar de tener eficientes sistemas productivos y de transformación cada vez más sofisticados, pero no más amigables con la naturaleza, una buena parte de la población mundial carece de alimentación adecuada, cuando en las últimas décadas ha quedado manifiesto que la salud y prevención de enfermedades están íntimamente ligadas a características dietarias.

En este contexto, hace 25 años un importante grupo de empresarios mexicanos decidió crear el Premio Nacional en Ciencia y Tecnología de Alimentos (PNCTA) como un mecanismo para estimular el desarrollo académico y científico en este campo, incluyendo tesis de estudiantes; ininterrumpídamente se ha venido entregando anualmente este reconocimiento que ha jugado un papel asaz catalítico, y en México es prácticamente ejemplo único en su tipo. El jurado, conformado por distinguidos profesionales, opera y se integra dinámicamente y se ha dado ingeniosos y efectivos mecanismos de evaluación que por sus características pueden servir también de ejemplo para otros reconocimientos. Han concursado más de mil 300 trabajos de instituciones de todas las zonas del país, y de empresas; los estados han aportado 70 por ciento del total, equivalente a su desempeño econcocaómico en el concierto nacional. Las dos más grandes instituciones educativas nacionales han tenido una participación mayoritaria; sorprendentemente es una universidad pública estatal en la que se tiene mayor eficiencia en base a la relación: trabajos enviados y premiados. El certamen reconoce bienalmente en forma curricular también a los científicos cuya dedicación a lo largo de su vida han tenido un impacto sobresaliente; se ha reconocido a 14 de ellos, y 12 del total están en la ciudad de México o en su periferia pero todo indica que la provincia repuntará en el futuro cercano.

En los albores del siglo XXI la producción, transformación y distribución de alimentos se han convertido en sectores estratégicos. Junto a tecnologías tradicionales, y bajo todos los mecanismos racionales de bioseguridad, la biotecnología moderna, incluyendo secuenciación de genomas, proteómica y metabolómica, entre otras, podrán tener en su momento un importante impacto directo e indirecto en estas actividades. En los próximos 25 años quienes conformen el PNCTA seguramente continuarán con el compromiso de galardonar, como lo han hecho en el pasado, a todos los profesionales y estudiantes que con su dedicación encuentren mejores alternativas de alimentación para los mexicanos šEnhorabuena!

El autor es investigador del Cinvestav-Irapuato, unidad de Biotecnología e Ingeniería Genética de Plantas y acaba de ser nombrado editor general de la revista internacional Plant Foods for Human Nutrition

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