¿LA FIESTA EN PAZ?
Ť Leonardo Páez
Primer cartel cuadrado
HABRA MAS, PUES cuando el concepto de espectáculo se mueve entre el cartel redondo -dos o más toreros con imán de taquilla y toros de la ilusión- y el cartel cuadrado -dos o más toreros que aprietan a los consagrados y toros con edad y problemas-, el público apechuga o se queda en casa, como lo hizo para el segundo festejo de la temporada 2001-2002, en que el coso apenas si registró veinte por ciento de asistencia.
ES CUANDO SE comprueba que los metidos a promotores de la fiesta brava en México no tienen la menor intención de propiciar el relevo generacional torero en el país, por más oportunidades que aparenten dar a los matadores jóvenes, a quienes hacen alternar entre sí, o con toreros poco importantes u ocasionalmente con primeras figuras, cuando sólo un golpe de suerte puede propiciar un triunfo relevante que, desde luego, no tendrá seguimiento ni continuidad.
EN LA SEGUNDA corrida de la temporada la empresa se recetó el primer respiro, ya que después de los gastos efectuados en el festejo inaugural, con un magistral Hermoso y un Cavazos quejumbroso, tenía que resarcirse de tan fuerte inversión, no obstante los casi treinta millones de pesos recibidos por la venta del derecho de apartado.
LA TERNA ERA TAN interesante para los aficionados como desalmada para los actuantes, pues cualquiera de ellos debió partir plaza en otro cartel, donde sus cualidades toreras se cotizaran mejor, siquiera tambaleando de su pedestal a los supuestamente consagrados. Pero como los llenaplazas ya traen escogidos ganado y alternantes, la empresa prefiere apañar a quienes le garantizan el negocio, así sea a costa de una rivalidad auténtica.
MANOLO -PUES MANOLITO ya "ofreció disculpas" por esto y por lo otro- Mejía o la antiadministración al servicio de la empresa de la Plaza México, encabezó el cartel. Flaco favor a quien no ha hecho sino acatar la voluntad del empresario desde aquellos torpes manos a mano, en febrero del 95, con El Capea y Ponce. Bien estuvo con su primero, al que toreó superiormente por naturales, sin embargo la sólida tauromaquia de Mejía parece no tener remedio: sobra seso pero falta sello.
JUAN JOSE PADILLA es torero de la montera a las zapatillas, como habrá encabezado el soso ripioso. El diestro jerezano recuerda a "los de antes", hombre que sabe honrar el traje de luces y plantarse delante de lo que le echen por toriles. Su toreo no es preciosista sino macho, alegre y entregado en los tres tercios, con gusto por jugársela, gustándose y gustando. Vuelta y oreja la tarde de su presentación en la plazota no son poca cosa.
EL ZAPATA ES UNA muestra de cómo los falsos promotores neutralizan a los toreros con potencial. Injustamente relegado la temporada pasada y con un digno desempeño en plazas de los estados durante los últimos cinco años, seguramente ya no volverá esta temporada, pues no cortó orejas y la empresa tiene sus consentidos.
A SERGIO HERNANDEZ, ganadero de Rancho Seco, algunos entusiastas lo sacaron a hombros, cuando lo único que hizo fue mandar a la México un encierro bravo y bien presentado. Pero estamos tan desacostumbrados a ver toros con edad y trapío, que criar éstos nos parece una hazaña y no una obligación.