Ť Propicia sutil intervención oficial en universidades públicas, dice la académica
En la evaluación educativa, distorsión de propósitos y resultados desastrosos: Glazman
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
Raquel Glazman, experta en el tema de la evaluación, cuestiona el proyecto de la SEP de crear el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, pues, señala, qué sentido tiene instalar un enorme aparato evaluador en México si no se ha definido con claridad para qué educar y si existen evidencias de que las políticas en la materia han tenido resultados "desastrosos".
Sus investigaciones demuestran que en el país las políticas de evaluación no han servido para mejorar la educación, sino para repartir recursos cuando son limitados, para excluir y descalificar, para promover la formación de elites y, en el caso concreto de las universidades públicas, se han convertido en una sutil intervención que transgrede los principios de la autonomía universitaria y la libertad de cátedra.
Con mirada crítica, la autora del libro Evaluación y exclusión en la enseñanza universitaria advierte en entrevista el riesgo de que los conceptos empresariales de calidad y eficiencia se pretendan trasladar a la educación y que las evaluaciones se usen, como ya ocurre en Estados Unidos o en Sudamérica, para poner a competir a las instituciones o a los alumnos como si se tratara de un concurso.
La académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM señaló que, bien elaborada, la evaluación se puede convertir en un instrumento útil para tomar decisiones, pero no en la solución de los problemas educativos. Sin embargo, advierte que en México el error es que los resultados de las evaluaciones se esconden o se difunden con fines políticos.
-¿Por qué estas políticas de evaluación han sido equivocadas?
-La evaluación se ha convertido en un fin en sí mismo, no en parte de un proceso. Además se dice que tiene un propósito y en realidad sirve para otro. Esto ha generado descontento de los académicos, prácticas de simulación tanto de evaluados como de evaluadores y ha establecido una jerarquización indirecta de universidades, de centros tecnológicos y de investigadores. Ejemplos los tenemos en el Sistema Nacional de Evaluación, en las pruebas que aplica el Centro Nacional de Evaluación (Ceneval) y en los programas de apoyo a las universidades públicas.
-La SEP señala que el nuevo instituto va a utilizar indicadores internacionales.
-Eso es objeto de gran discusión, porque los indicadores de alguna manera tendrían que formularse de acuerdo con las condiciones particulares de la educación de cada país. Por ejemplo, es imposible hacer comparaciones entre los sistemas educativos de Estados Unidos, Canadá y México, porque éstos tienen recursos, historias y objetivos educativos totalmente distintos.
-Hay investigadores que argumentan que se puede comparar a alumnos de distintos estratos sociales porque los recursos no determinan la calidad educativa.
-Los recursos no son lo básico, no tienen un valor per se, pero sin recursos es muy difícil alcanzar cierto tipo de metas, sobre todo cuando se depende tanto del acceso a la información y a buenas bibliotecas y de que el maestro cuente con ciertos medios para mejorar su enseñanza.
-¿Esto quiere decir que no se puede comparar a los desiguales?
-Con el mismo rasero, no. De ahí el problema de los indicadores internacionales. Por eso me inclino más por que se hagan autoestudios y autoevaluaciones que permitan preservar la autonomía de las instituciones.
-En el caso de la educación básica ¿a quién se debe evaluar: a los maestros, a los alumnos, a las escuelas o a los procesos?
-En esa discusión lo que prevalece es la idea de evaluar y entonces empiezan a darse palos de ciego sobre quiénes deben ser evaluados. En el fondo de esos debates lo que se demuestra es que no se sabe para qué evaluar.
-Cuando se habla de evaluación, no se menciona mucho el tema de la ética.
-En la evaluación la ética es fundamental porque tiene consecuencias en los sujetos. Un niño puede quedarse sin educación para toda su vida, un investigador puede condenar un trabajo de valor porque otros no lo consideraron pertinente, un maestro puede quedarse con su sueldo miserable el resto de su vida porque fue juzgado desde cierta norma.
-¿Qué han ocasionado las políticas evaluadoras llevadas al extremo?
-En Estados Unidos los jóvenes pueden elegir la mejor universidad a partir de una clasificación muy rigurosa de las instituciones, pero eso es un privilegio para unos cuantos y las clasificaciones no siempre definen si una universidad es buena o no. En México de qué le serviría a un joven de Oaxaca encontrar que la mejor universidad está en el norte o en el centro del país si no se puede trasladar o, en caso de que quiera estudiar en una universidad privada, si no puede pagar la colegiatura.
-Este interés por evaluar ¿también tiene que ver con ciertas exigencias de organismos financieros internacionales?
-En el ámbito de la educación es claro que organismos como el Banco Mundial, al otorgar sus préstamos para programas de educación, "sugieren" a los países que cumplan con ciertos objetivos.
"También hay otras cuestiones sobre este tema. México pertenece a la OCDE y eso lo compromete a evaluar, además del sistema educativo, el funcionamiento del gobierno y de las instancias bancarias. Sin embargo, las políticas sólo se orientan a evaluar la educación."
-¿Cómo se deben dar a conocer los resultados de las evaluaciones?
-Para mí es un arma de dos filos. Tener la información de una evaluación le da poder al que la obtuvo y esa información puede ser manejada de formas muy diferentes. En algunos casos será muy bien utilizada para diseñar políticas de mejoramiento, en otros para descalificar programas, sujetos, universidades o a los propios países, como sucede con el proceso de certificación en materia de narcotráfico. De todos modos, la transparencia de la información siempre es mejor que el ocultamiento.
-Cuando se dan a conocer los resultados, muchas veces se otorga más peso a las comparaciones.
-La evaluación probablemente conduzca a algunas comparaciones que no pueden generalizarse. Ahora que si lo fundamental es generar una competencia, es muy flaco el favor que la evaluación le hace a la educación. Hacer listas como si las instituciones fueran Miss México y comparar cuánto tienen de cintura o de caderas es un trabajo estéril.