ASTILLERO
Julio Hernández López
QUE NO LE digan, que no le cuenten: la pataleta
sabatina es como los pleitos de rateros, en los que el ofensor se hace
el agraviado por quien realmente es el ofendido. Además, los recientes
desahogos del diván radiofónico semanal forman parte de una
pretensión presidencial de abatir todo cuanto se le oponga -prensa,
Congreso, partidos- para instaurar una nueva forma de autoritarismo dicharachero:
así como los negros momentos del hoy, hoy, hoy fueron transmutados
-gracias a retruécanos propagandísticos- en la gran frase
del tramo final de la campaña, ahora se busca aderezar con una buena
dosis de baba el cúmulo de errores y frivolidades viajeras y locales
para convertirlas en rica birria de chivo expiatorio.
PERO QUE NO le digan, que no le cuenten: es falso, absoluta y babosamente falso, que el Presidente no haga nada bueno. Ahí está, para dar ejemplo en sentido contrario, el programa de agripadas confesiones al aire de esta semana (o sea, afectadas de gripa, no de gripe, porque entonces se diría de otra manera). Fox en vivo, Fox contigo, convertido en el termómetro de las fiebres presidenciales: despotrico, luego ando verdaderamente mal; sufro, luego me desahogo ante el micrófono. Metralleta disparando en redondo: los periodistas, el Congreso, Andrés Manuel, las esposas de los anteriores presidentes y todo aquello que no use botas vaqueras (eventualmente de charol). La ruta del mártir narrada como en radionovela de Caridad Bravo Adams a la que cada quien puede llamar como mejor le lata: "Los sufrimientos del poder", "los presidentes también se quejan" y "el derecho de pujar" serían algunos títulos que se presentan a manera de sugerencia en este taller literario del nopal, que en lugar de espinas tiene astillas y cuyo lema académico es "la baba, y también planchaba".
LA BABA Y el babero como signos y elementos de la crítica: "Babosos del mundo, hundíos", sería el sueño de la Presidencia babafóbica. Medios de comunicación necios, que babean sin razón, en lugar de unir sus voces en coro para cantar las glorias del régimen: por ejemplo, que ya se consumó el segundo milagro del Tepeyac, pues ya se puede caminar por los rumbos de La Morenita sin tianguistas a la vista, gracias a los buenos oficios del nuevo Juan Diego, que en lugar de rosas lleva olor a pinos en su tilma. ¿Otro motivo de júbilo universal? Pues, hombre, que se tiene detenidos a grandísimos capos del narcotráfico cuyos nombres se darán a conocer hoy. ¿Grandísimos capos? Bueno, no tan grandísimos. No son los meros jefes, pero ya casi.
PERO, POR DESGRACIA, los buenos sentimientos del buen hombre de campo que nos hace favor de atender el changarro llamado Presidencia no son bien atendidos ni entendidos por los malos de la película de Pedro Infante: los diputados y senadores no aprueban la necesarísima reforma fiscal, y la hacen tanto de tos que cualquier día de estos se arma el relajo económico y que conste que no será culpa del buen Presidente. Otros nefastos y mezquinos son los periodiqueros, locutores y demás fauna tundemáquinas y soplamicrófonos que ya agarró de deporte favorito arrimarle sus buenas felpas al ciudadano Presidente.
FOX EN VIVO, Fox contigo, como verdadero informe anual, como reporte médico y como signo de alerta. Y esta columna, como siempre, tirando baba al por mayor, con especulaciones chafas y babosadas, sin ensartar como la de preguntarse cuál es la línea de relación que se podría establecer entre el endurecimiento presidencial y la encerrona de más de 24 horas en el campo militar de Santa Gertrudis con la elite castrense nacional. ¿Acaso se firmó allí un pacto de mutuo respaldo en el que una de las partes pidió a la otra más control, más firmeza (¡Firmes, ya!)? ¿O acaso los escuchas radiofónicos civiles han recibido el eco o las consecuencias de los enojos y los reclamos de aquella reunión entre el verde olivo y algo que anda entre el blanquiazul y las buenas noches? ¿El asesinato de Digna Ocha es el principio de una operación de amedrentamiento que requiere, además, de irle bajando el volumen a la crítica de los medios? ¿O, acaso, ¡oh gravísima pregunta!, está enojado Su Excelencia porque frente a la iglesia de San Cristóbal de las Botas, y en varias tiendas del rumbo, los distribuidores de la Coca-Cola han pegado carteles con la leyenda "No más impuesto a mi refresco"? ¿Tu también, Coca-Cola mater?
PERO NO DIVAGUEMOS entre jugo de nopal: la neta corneta es que las palabras presidenciales de este sábado son de lectura obligada para entender por qué el país anda como anda: que no habrá cambios en el gabinete, que está bien satisfecho con Castañeda, Creel, Josefina y Macedo ("que nos tiene noticias todos los días", dijo el preciso, como si el procurador fuese competencia de Joaquín López Dóriga); que le va a informar a "el señor Gallardo" (negándose a considerarlo general, no se vaya a molestar Santa Gertrudis) que tiene derecho a recurrir al Poder Judicial federal para que revisen su caso, mismo en el que, según "entiende" el Presidente, no hay violación a los derechos humanos; que Pedro Cerisola es bien buena onda, y que los de Texcoco se sacaron la lotería con la asignación del aeropuerto por la que andan queriéndose (obviamente mal informados) levantar en armas; y que ya dejó de leer "una buena cantidad de periódicos" porque le "amargaban" el día; y que la fundación de Santa Marta no tiene nada de malo ni de extraordinario, salvo que no se atiene, conchudamente, como sus antecesoras, a sacarle dinero al cochinito del erario para andar haciendo el bien siempre viendo a quién...
Y, BUENO, POR andarse uno perdiendo en babosadas en sarta, ni quién se hubiera dado cuenta que el susodicho programa estaba dedicado a asuntillos de esos de la ciencia y la tecnología, y los medios prefirieron destacar lo intrascendente. ¿Y de quién fue la culpa?, pues de los periodistas, si no, ¿de quién más?
PERO NO OS vayáis con la finta. En el fondo, lo real es que el Presidente de las encuestas no quiere aceptar sus errores (le pidió al gobierno del DF que reconozca sus pifias como camino para irlas corrigiendo, sin aplicarse a sí mismo la generosa receta), y que está tratando de transferir las culpas a quienes ya seleccionó como los malos de la película: los medios, el Congreso y los partidos. El hoy, hoy, hoy se está convirtiendo en el yo, yo, yo. ¡Ah, pero eso sí: ni crean que lo van a quitar de la silla, en la que está tan bien sentado, que ni falta haría que anduviera haciendo desmentidos que en el mundo al revés de la política mexicana parecerían confirmaciones!
(UNA ULTIMA BUENA noticia: el Presidente no se desmintió a sí mismo el domingo, luego de salir de misa, respecto a sus declaraciones radiofónicas del sábado. Aunque sí le bajó de tono, dijo que él también necesitaba decir "su" verdad. Por lo pronto, no acusó a los periodistas de hacerle decir una sarta de declaraciones.)
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