Howard Zinn
¿Cómo combatir el terrorismo?
No parece muy difícil adivinar el porqué de las políticas estadunidenses en Medio Oriente. Todas las preguntas pueden responderse con una sola palabra: petróleo.
Estados Unidos, ya desde la Segunda Guerra Mundial, tomó la decisión de ser el principal poder que controlara los recursos petroleros de Medio Oriente. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra y Francia eran los poderes principales en el área, que había sido territorio colonial desde el siglo XIX. Pero con la Segunda Guerra Mundial se debilitaron severamente los añejos poderes coloniales y Estados Unidos emergió como el poder dominante en el mundo.
En plena guerra, Franklin D. Roosevelt, el presidente, se reunió con el rey Ibn Saud, de Arabia Saudita, e hizo los arreglos pertinentes para que las corporaciones estadunidenses se volvieran una fuerza en ese país. Puede rastrearse todo lo que Estados Unidos ha hecho en Medio Oriente con respecto al petróleo.
En sus momentos de candidez, algunos miembros del gobierno de Estados Unidos asegurarán que el petróleo es lo único que les importa. En sus momentos de mayor candidez, los comentaristas que normalmente respaldan las políticas estadunidenses, admitirán que el punto es el petróleo. Recuerdo que poco antes de la Guerra del Golfo, el columnista del New York Times Thomas Freedman -alguien que no puede tacharse de crítico de la política exterior de su país- aseguró: "la razón por la que vamos a entrar en guerra en el Golfo es el precio del combustible en las gasolineras. No se trata solamente de que entremos a la guerra porque necesitemos el petróleo, o queramos controlarlo. Los países de Medio Oriente tienen que vender ese petróleo. No pueden quedárselo. Lo que ocurre es que lo quieren vender según el precio que ellos fijen, y nosotros no queremos comprarlo a ese precio. Queremos comprarlo a nuestro precio. Es por esto que los precios de gasolina en Estados Unidos son una cuarta parte menores que en Europa".
Así, si revisamos las varias políticas estadunidenses -ayudar a Israel, al tiempo de prestar ayuda militar a los Estados árabes- vemos que por un lado Estados Unidos sigue la política de mantener una relación cercana con Israel pero, por otro lado, también mantiene relaciones con los Estados productores de petróleo. Enfrentar a unos con otros le ha permitido a Estados Unidos ser la fuerza dominante en Medio Oriente.
Después de todo, la guerra librada en 1991 contra Saddam Hussein en realidad no se basó en la liberación de Kuwait, pese a que Kuwait representara petróleo. Pudo haber un acomodo para Saddam Hussein. Pudo haber forma de evitar aquella guerra y salvar cientos de miles de vidas, si Estados Unidos hubiera querido hacer concesiones petroleras a Saddam Hussein en torno al precio del crudo, pero no quiso.
Tengan la seguridad de que cualquier cosa que Estados Unidos haga en Medio Oriente tendrá que ver con el control del petróleo.
La gente siempre se pregunta: "qué vamos a hacer con el terrorismo". Hay una tendencia a buscar la solución pronta: "qué podemos hacer, ya, contra el terrorismo". Y la verdad es que no hay mucho que se pueda hacer contra el terrorismo en lo inmediato.
Es decir, puedes reforzar la seguridad en los aeropuertos y en los aviones, pero en última instancia, no puedes evitar, con medidas de seguridad, que los terroristas acometan sus acciones.
Israel tiene las medidas de seguridad más estrictas que pueda tener un país en el mundo, y sin embargo siguen estallando carros bomba.
Es cierto, la gente quiere una salida pronta, quiere que se haga algo rápido contra Bin Laden o contra quien haya sido. Pero si se aprehende a Bin Laden, si resulta que es culpable y se le apresa, el terrorismo continuará. Después de todo, si se dice que eran 19 terroristas, seguro hay 100 más en la banca de donde se levantaron éstos y miles o decenas de miles en la fuente que los creó.
Entonces, no hay solución de corto plazo, y eso es lo difícil de encarar: la única solución al terrorismo está en lidiar con los fundamentos de la política exterior estadunidense; hay que cambiarla, hay que hacer que Estados Unidos no sea más un superpoder militar sino un superpoder moral.
Estados Unidos tendría que emprender cambios tan drásticos que los principales líderes políticos no querrían llevarlos a cabo. Y la razón por la que recurren con tanta prisa a la guerra es que no quieren que la gente piense en hacer cambios en la política exterior.
Al involucrarse en acciones militares, impiden que la gente estudie lo que Estados Unidos ha hecho en el mundo. Un cambio revolucionario en la política exterior estadunidense sería que el presidente dijera, de inmediato: "retiraremos nuestras tropas de los otros países del mundo. Tenemos 19 bases militares importantes en el mundo y las desmantelaremos; retiraremos nuestra armada de todos los océanos y de todos los mares. En otras palabras, desapareceremos toda fuente de provocación en el mundo y utilizaremos nuestra inmensa riqueza para distribuir comida y medicina, ayudar a la gente y emprender campañas contra la tuberculosis, el sida y el hambre".
Por supuesto, nuestro gobierno no tiene intención alguna de hacer esto; por eso recurre a la guerra. Porque quiere demostrar de lo que es capaz, pero no quiere hacer la única cosa que funcionaría. En cambio emprende muchas acciones que no funcionarán.
Traducción: Ramón Vera Herrera
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