domingo Ť 4 Ť noviembre Ť 2001
Néstor de Buen
Charlemos de futbol
He sido un enamorado del futbol toda mi vida. No fui tan mal portero, y si no hubieran sido mis intenciones lanzarme a profesiones más exigentes (en términos de dedicación, estudio y esas tonterías), probablemente habría podido llegar a profesional. No en los puestos que requerían dominio de pelota. Pero de defensa, medio (de aquellos tiempos del 2-3-5), e inclusive ala izquierda o delantero centro, no lo hacía del todo mal. Tampoco, por supuesto, como para asombrar a nadie.
Cuando estaba haciendo el servicio militar en el Batallón de Transmisiones, que comandaba el entonces teniente coronel J. Jesús Clark Flores, nos entrenó un tiempo el Viejo Sánchez, quien fue un gran jugador en el América y que no veía tan mal mis habilidades porteriles.
No me dio por ahí, finalmente. Pero sí de aficionado: jugador y espectador y, lo que es más curioso, de organizador de una Federación de Futbol de Jóvenes Españoles, que presidía Secundino Castillo y que, durante un tiempo, cuando sustituí en la presidencia a Secundino, la secretaría la desempeñaba, y muy bien desempeñada, Fernando España, padre de ese estupendo jugador eterno que ha vuelto a casa: la UNAM.
Me tocó fundar como prosecretario la Asociación de Futbol del Distrito Federal, y en aquellos remotos tiempos, además de firmar miles de credenciales, disfruté de la importancia de ser titular de un pase eterno, que no usé casi nunca.
Pero la vida me llevó a otras experiencias, entre ellas la de asesorar con Carlos mi hijo a un excelente grupo de jugadores que intentaron, pero sin ir muy lejos, formar un sindicato.
Un nuevo encuentro, estrictamente profesional, me ha obligado a pelear, hasta cierto punto, con algún club actual en asuntos relevantes, uno de ellos aún en trámite. Pero, en cambio, no tengo nada que ver, salvo el interés académico, en la formación del sindicato que ahora es motivo de grandes polémicas, sobre todo a partir de que la ilustre Fede se ha inventado una comisión de jugadores que huele a sindicato blanco que da horror. Curiosamente, como una especie de compensación de la posibilidad de que los sindicalistas logren el registro por el que están peleando, y peleando bien.
La STPS ha negado el registro al sindicato. El argumento toral es que no se considera competente en virtud de que la fración XXXI del apartado "A" del artículo 123, que fija la competencia federal por excepción, no incluye a los equipos de futbol en su larga enumeración. Y allí hay de todo, especialmente aquellas empresas estratégicas que interesan al Estado y que el Estado quiere controlar a través de la nunca bien ponderada Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, que ojalá pronto descanse en paz.
Pero no tiene razón la STPS. Porque esa fracción XXXI se refiere no a las cuestiones de fondo sino simplemente a las procesales. En su párrafo inicial dice que: "La aplicación de las leyes del trabajo corresponde a las autoridades de los estados, en sus respectivas jurisdicciones...", y jurisdicción significa organismos encargados de resolver los conflictos obrero-patronales pero nada tiene que ver con los actos administrativos como es el registro de los sindicatos.
De la misma manera, el párrafo 3 del inciso b) de la susodicha fracción XXXI hace referencia, para determinar la competencia federal, a los "conflictos que afecten a dos o más entidades federativas...", y evidentemente el registro sindical no es un conflicto, aunque sea una bronca conseguirlo.
Las federaciones y confederaciones, de acuerdo con la ley, se deben registrar ante la STPS, y por el mismo motivo los sindicatos nacionales de industria (que comprenden a trabajadores que laboran en dos o más entidades federativas), aunque la ley no lo diga en forma expresa, deben registrarse ante la autoridad federal.
No tendría sentido el registro de un sindicato de trabajadores que laboran en empresas repartidas por todo el territorio nacional ante una junta local de conciliación y arbitraje.
Pero lo que es el colmo es esa famosa Comisión de Jugadores. Hay que reconocer que la Federación Mexicana de Futbol tiene un gran sentido social. Pero evidentemente de sociedad anónima..