Ť Antonio Gershenson
Petróleo: ¿nos conviene recibir menos?
El director general de Pemex hizo un planteamiento muy original: como a otros países exportadores la baja del precio del petróleo les resultó mayor que a México, esa reducción conviene a nuestro país. Nos es favorable recibir menos por nuestro crudo. Por lo mismo, cambia la política que se había seguido desde 1998, en el sentido de hacer un frente común con los países exportadores de petróleo, de dentro y fuera de la OPEP, para defender el interés común de no malbaratar un recurso no renovable.
No se hizo ningún compromiso con los demás exportadores, ni de dentro ni fuera de la OPEP.
Un antecedente es la reunión del pasado fin de semana entre los presidentes de México y de Venezuela, dos de los tres países que, junto con Arabia Saudita, habían reiniciado el proceso de cooperación entre exportadores, ante precios petroleros que habían caído en extremo.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, de cuya nación salió originalmente la idea de que el precio del crudo no debería salir de cierta banda de fluctuación, dijo que Fox le había ofrecido cooperar con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en ese sentido.
El Presidente mexicano luego dio otra versión, en el sentido de que no había asumido ningún compromiso. Ahora el director general de Pemex muestra la dirección que tenía ese planteamiento. Y al tratar de justificar la medida, con el dato del precio promedio de las exportaciones mexicanas de crudo de septiembre pasado, superior al previsto, sólo se confirma la falsedad de las "previsiones" oficiales, mismas que ya habíamos señalado desde que se hicieron públicas en septiembre de 2000.
También expresó el director general de Pemex que la idea de la banda de precios funcionó cuando había en el mundo un crecimiento sostenido, pero ahora hay un freno económico y las condiciones son distintas. Y claro que lo son, pero haciendo más importante defender el precio del petróleo. O qué, ¿acaso nos sobra dinero? ¿Acaso no se ha recortado el presupuesto y condenado al subejercicio a las dependencias federales?
Si se logra el propósito de que se produzca más petróleo en beneficio de la economía nacional (habría que ver de qué nación, pero en fin), no sólo el precio del crudo no subiría, sino que seguiría bajando. De hecho, esos precios, que antes de la reunión de los países exportadores habían subido un poco, bajaron luego de que no hubo el acuerdo esperado.
Es posible que la posición defendida por el director de Pemex haya desatado una guerra de precios. Al no haber acuerdo, los principales exportadores de la OPEP podrían haber temido que si ellos redu-cían la producción los que no entraron al acuerdo la aumentaran y se apropiaran de parte de su cuota del mercado, y el precio continuara bajando. Esto ya pasó en la década 1980-1990, en varios momentos. Si se está dando esa guerra, y no tardaremos en comprobarlo, México la tiene perdida de antemano. El plazo a la vista es la reunión de la OPEP del 14 de noviembre.
En México, luego de años de muy baja inversión y considerando que nuestros yacimientos en explotación están en franca declinación, no se puede aumentar hoy la producción de crudo de manera significativa, más que sobreexplotándolos, haciendo que un mayor porcentaje de las reservas de crudo ya no se pueda extraer, castigando la producción de gas natural y aumentando nuestra dependencia de las importaciones del mismo. Y, por lo mismo, sacrificando el interés nacional, ya no de largo sino incluso de mediano plazo, en aras de complacer a otros en lo inmediato.
Los mexicanos no ganamos con esto. Ni siquiera sería necesario que México bajara su producción. Con que la deje en el nivel actual es suficiente para que el recorte de producción de la OPEP haga su efecto. Pero si se decide sobreexplotar nuestros ya decadentes yacimientos y no parar a tiempo la guerra de precios, se estará afectando al país como tal, perdiendo mercados como en 1986 y reduciendo el ya escaso ingreso público.