SABADO Ť 3 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť La "nueva guerra", una gran pugna entre el libre comercio y la violencia, aseguran

Globalización, antídoto contra el terrorismo, dicen funcionarios de EU

Ť La próxima reunión de la OMC en Qatar, clave en la disputa entre "cavernícolas y modernistas"

Ť Para algunos en Washington, terroristas y activistas antimundialización coinciden en sus objetivos

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 2 de noviembre. La nueva guerra internacional también es caracterizada ahora por altos funcionarios de Estados Unidos como una gran pugna entre el "libre comercio" y el "terrorismo".

Para ellos la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) a realizarse en unos 10 días en Qatar, para lanzar una nueva ronda de negociaciones sobre la "globalización", es un frente clave en la gran disputa mundial entre cavernícolas que temen la libertad y el progreso y modernistas que han hallado la mejor fórmula para salvar al mundo de la pobreza y la barbarie.

La cúpula política de Estados Unidos, que ha estado perdiendo la batalla de opinión pública en el tema de la globalización empresarial, parece indicar ahora que los críticos de estas políticas económicas y el enemigo del momento, los "terroristas", coinciden en su rechazo al libre comercio y el li-bre mercado.

El presidente George W. Bush dejó claro esta semana cuales son sus prioridades inmediatas: más fondos para la guerra contra el terrorismo, una ley para combatirlo en el frente interno de Estados Unidos y la aprobación legislativa de la autorización para negociar acuerdos de libre comercio.

O sea, el combate al terrorismo y la lucha por el libre comercio.

attack_carrier_r8n"La globalización es un esfuerzo que puede difundir mundialmente los valores de la libertad y el contacto civil, la antítesis del terrorismo", declaró esta semana Alan Greenspan, tal vez el político más poderoso del mundo occidental por su posición como presidente de la Junta de la Reserva Fe-deral de Estados Unidos (el banco central de este país).

El terrorismo, explicó, "presenta un reto al desempeño extraordinario de la globalización. Una sociedad global refleja un ambiente económico cada día más abierto, en donde los participantes son li-bres para realizar comercio y fi-nanzas en cualquier parte del mundo donde surgen las posibilidades de valor incrementado".

Pero alertó: "El temor de actos terroristas, sin embargo, tiene el potencial de inducir una ruptura de actividades, tanto domésticas como transfronterizas. Si permitimos que el terrorismo socave nuestra libertad de acción podríamos revertir por lo menos una parte de los avances palpables lo-grados en la globalización de la posguerra".

Eso, subrayó el funcionario, no puede ser permitido "por nosotros", y por lo tanto instó a todos a promover una nueva ronda de negociación sobre un acuerdo multilateral de comercio, o sea la agenda del OMC en Qatar.

Para Robert B. Zoellick, el re-presentante del Departamento de Comercio de Estados Unidos, "los eventos del 11 de septiembre han establecido el escenario para nuestro trabajo", en la promoción de una nueva ronda de negociaciones dentro de la OMC.

Sostuvo que los ataques contra Washington, Nueva York y el mundo por una "red de terroristas" fue un acto de gente que re-presenta "la intolerancia y que odia la transparencia. Temen a las ideas, religiones y culturas extranjeras. Perciben al mundo moderno como una amenaza, no una oportunidad. Dejan a la gente en la pobreza y a la mitad de la humanidad, las mujeres, subyugada. Su estrategia es aterrorizar y paralizar, no debatir y crear".

Zoellick tiene la solución: "La economía internacional ?de la cual el comercio y la OMC son partes vitales? ofrece un antídoto a este 'rechacismo violento'. El comercio es más que la eficiencia económica; refleja un sistema de valores", incluyendo el intercambio pacífico, la libertad de elegir, respeto a las diferencias y la esperanza de un mejor futuro para todos.

Así, Zoellick afirma que igual que la guerra fría fue una competencia entre valores, también lo es la campaña contra el terrorismo, y ambos conflictos comparten la estrategia de reconocer los vínculos entre la seguridad y la economía.

"Al promover la agenda de la OMC, especialmente una nueva negociación para liberalizar el comercio mundial, estas 142 naciones (miembros de la OMC) podrán contestar al destruccionismo repugnante del terrorismo", señaló.

El más grande impulsor del libre comercio en la última década, el ahora ex presidente Bill Clinton, también prestó su voz a esta nueva gran campaña de promoción de la globalización económica como el arma más efectiva para ganar la "nueva guerra".

En un discurso esta semana en Bélgica, Clinton afirmó que el comercio mundial podría ayudar a ganar la guerra contra el terrorismo si Occidente distribuye más equitativamente la riqueza que genera.

"No todos están enojados con el mundo civilizado y desean destruirlo. Muchos están enojados porque no pueden formar parte de él", declaró.

Agregó: "Necesitamos reducir el grupo de terroristas potenciales incrementando el número de socios en un mundo del siglo XXI. El comercio mundial no es malo, pero no hay suficiente. Necesitamos distribuir los beneficios y reducir las cargas lo más rápidamente posible para todos los pueblos".

Todos estos campeones del "futuro" para un mundo civilizado afirman que ha quedado bien en claro que los países que se han "liberalizado" y participan en la "globalización" por el libre comercio, han registrado resultados positivos en su nivel de ingresos y reducido la pobreza, comparado con los que se han quedado con "políticas que ven hacia adentro".

Además, subraya Greenspan, este proceso de desarrollo económico es lo que se define como "progreso".

Según el presidente de la Junta de la Re-serva Federal de Estados Unidos, la oposición a la globalización que se ha manifestado por todo el mundo "percibe la organización social basada en la motivación de las ganancias y la cultura empresarial como fundamentalmente inmoral".

Cuestionan si la distribución de la riqueza que resulta del comercio internacional es "justa" y emplean nociones cargadas de valores (no como las suyas de "libertad po-lítica" o "progreso", etcétera) como "explotación" y "subversión de la libertad democrática", términos que Greenspan critica co-mo sustitutos para un debate más "riguroso".

Añadió que "tal antipatía a la 'cultura empresarial' ha enviado a decenas de miles a las calles a protestar por lo que perciben como 'capitalismo explotador' en su forma más visible, la creciente globalización de nuestras economías".

De hecho, sostiene que esto es un proteccionismo que se manifiesta como un cuestionamiento de "las raíces morales del capitalismo y la globalización".

Señala que esos opositores tienen percepciones incorrectas sobre cómo funcionan los mercados y cómo interpretar los resultados de una economía de mercado.

Para Greenspan, los opositores ofrecen soluciones que favorecen "sistemas políticamente impuestos, empleando el poder del Estado" para intermediar en los resultados del libre intercambio en el mercado, y afirma que los resultados históricos de tales políticas son negativos.

"Contrario a mucha de la opinión actual, los países en desarrollo necesitan más globalización, no menos. Tal curso probablemente generaría mayor estabilidad económica y más libertad política", señala el jefe del banco central estadunidense.

004f1.jpgGreenspan confiesa que "Estados Unidos se ha beneficiado enormemente de la apertura de los mercados internacionales en el periodo de la posguerra", y advierte que "sería una gran tragedia si el progreso hacia una apertura más grande (en el futuro) fuera detenido o revertido".

Por lo tanto, insta a promover la idea de la globalización no sólo en términos de su re-lación con crecimiento económico y mejores normas de vida, sino que sea percibida como una manifestación "de la libertad humana en términos económicos por la vasta mayoría de sus participantes".

No queda claro si lo que se está sugiriendo en las altas esferas oficiales, aunque no explícitamente, por estas figuras es que oponerse a las propuestas y políticas del "libre comercio" es ser simpatizante o, peor, cómplice de los "terroristas".

Para algunos críticos estadunidenses, esta ofensiva política del gobierno de Estados Unidos para lograr sus objetivos en la OMC en Qatar está utilizando ahora la nue-va palabra, o causa, de moda -el terrorismo- para justificar sus esfuerzos.

El Institute for Policy Studies declaró hace poco que "desafortunadamente el go-bierno de Bush ha tomado ventaja de la crisis creada por los ataques terroristas para justificar su esfuerzo de conseguir la Autoridad de Promoción Comercial (vía rápida) en casa y buscar una nueva ronda de negociación en la OMC".

Lo anterior, estima, representa un esfuerzo oportunista para promover el libre co-mercio a nombre de los miles de muertos en Nueva York y Washington. Para otros, vincular la lucha contra el "terrorismo" con la promoción y defensa del libre comercio tiene su impacto político entre la oposición.

Naomi Klein, analista y activista del mo-vimiento antiglobalización empresarial, declaró: "La gente tiene miedo de que ser críticos del mercado sea percibido como ser antiestadunidense o hasta traidor".

Mientras tanto, no son pocos los que comentan sobre la ironía de que la próxima reunión de la OMC será en Qatar, donde las palabras de Zoellick, Greenspan y otros promotores del libre comercio -como fundamento para la democracia y la "libertad humana"- se intercambiarán en un país con régimen totalitario, sin Constitución y presidido por una familia real.