Ť Entre huehuetones y veladoras se recuerda a los muertos
En Huatla de Jiménez, la fiesta es para los que están ya ''en el ombligo de la tierra''
JUAN JOSE OLIVARES ENVIADO
Huautla de Jiménez, Oax., 1º de noviembre. En este lugar, "corazón de la sierra mazateca", donde se realizará este sábado un concierto de bautizo del grupo Santa Sabina y donde tocarán también el grupo Código 3 y Mito, de Puebla, la participación de un grupo de huehuetones, y donde habrá también una muestra fotográfica, así como mesas redondas de expertos en temas mazatecos, la fiesta más importante del año es el Día de Muertos.
A la par de este evento anual se organiza el reventón artístico, por parte del gobierno Municipal, el DIF y el colectivo Los de Acá, de Jorge Lara, Valente Parraguirre y Manuel Montoro, así como por un clan de entusiastas huastecas.
Pese a las carencias sociales y a las situaciones de marginalidad, abandono, desnutrición y alto grado de analfabetismo ("que tratamos de combatir", diría la maestra de educación indígena Teresa de Jesús), estas tierras altas, orgullosa e íntegramente indígenas, pugnan por recuperar sus valiosas tradiciones. Una de éstas es la "fiesta" que se da por estos días que son de alegoría y celebración.
La gente va a velar a sus muertos en sus extrañas tumbas techadas desde el día primero por la madrugada, con gran cantidad de veladoras y velas ceremoniales que conjugan la tradición mazateca con la católica, que hasta hace poco se oponía al empleo de la cura tradicional y rituales. Hoy la apertura llega hasta el punto de que se canta en mazateco en las misas, quizá por los esfuerzos de gente como el cura José Luis, un luchador social que sí atiende a los más necesitados. En Huautla la gente va a todas horas, o en grupos vela por la madrugada, pero en Mazatlán de Flores Magón toda la población de forma ordenada acude al cementerio a las tres de la mañana en una procesión que ilumina gran parte de la sierra, para el llamado de los que están ya en el ombligo de la tierra.
Pero todo empieza el día 27, cuando los cohetes irrumpen el silencio y con la preparación del primer atole agrio para los muertos y la misa a los huehuetones, que son hombres y mujeres disfrazados-encubiertos o transformados en seres del más allá, que bailan y tocan toda la noche por todas las casas y panteones de todas las regiones mazatecas (Eloxochitlán, San Miguel, Mazatlán, Santa Cruz, Santa María, San Lorenzo, San Francisco, San Mateo, San Jerónimo, entre otras) para recordar a sus antepasados, a sus líderes, ''a los hombres del ombligo de la tierra que aún están con nosotros y regresan estos días".
Una tradición en peligro de extinción
Lo que más llama la atención son los mencionados huehuetones, que visitan todos los lugares en busca de su ofrenda (que sí se les entrega) luego de interpretar un sinnúmero de bellas melodías tradicionales y algunas de reciente invención. De hecho hay concursos de agrupaciones de huehuetones, que en ocasiones están integradas por niños, niñas, jóvenes y adultos, y las que no sólo se enfocan en lo tradicional, sino que se vuelven instrumentos de expresión y denuncia de hechos sociales como la marginación y la pobreza.
Alfonso es huehuetón y cree que disfrazándose "purificará su alma y la de mis ahuelos y tatarahuelos". Mientras que José, un niño de diez años, considera que "lo hago para ver y sentir a mi abuelito que murió sin que lo conociera".
Lo más místico y bello que posee esta gente, a parte de estar cerca de los "hongos divinos", o nixti santo (niños santos), Ndi-xi-tjo (pequeños que brotan), ndi-santo (santitos), o ndi-tzojmi (cositas), es su lengua, en peligro de extinción, ya que en algunas escuelas se les prohíbe hablarla. Hay una desculturización de jóvenes que importan modas y costumbres ajenas a la comunidad "porque no es civilizado". Existen, según el INEGI, 130 mil 130 mazatecos en todo el país (90 mil viven en la sierra), de los cuales 104 mil se encuentra en 16 municipios, y de estos son hablantes de la lengua sólo 85 mil.