viernes Ť 2 Ť noviembre Ť 2001

Luis Javier Garrido

La complicidad

México está en el escenario de la recesión frente a una hecatombe económica mayor y es evidente no sólo un gravísimo deterioro de las condiciones de vida de los mexicanos, sino una verdadera crisis de las instituciones políticas ante la negativa de Vicente Fox a abandonar las políticas del salinismo y a aceptar el cambio democrático que mentirosamente prometió durante su campaña.

1. La llegada de Vicente Fox a Los Pinos ha conducido a una reconversión del antiguo presidencialismo, que ahora adquiere nuevos rasgos autoritarios, muchos de ellos caricaturescos, sin que desaparezca buena parte de los ya existentes. Los recursos políticos se están desviando más que nunca para hacerle propaganda a un Presidente que por estar apoyado sin reservas desde Washington tiene también el respaldo de buena parte de los miembros de todos los partidos, a los que no parece importarles que no enfrente sus responsabilidades, que buena parte de sus políticas sean contrarias a los intereses del país o que no tenga dignidad alguna para ocupar el cargo.

2. Fox no se está burlando del Congreso, como señalaron algunos legisladores el día 30 (antes de aprobarle un nuevo viaje), sino de los mexicanos. Ha asumido, como determinan los manualitos neoliberales, que el verdadero gobierno debe estar en manos del mercado, es decir, del Banco Mundial, y que los funcionarios deben actuar lo menos posible, y eso es lo que precisamente están haciendo sus colaboradores: aplicar a su modo los programas trasnacionales, mientras él no hace otra cosa que buscar la propaganda fácil, como hizo a lo largo de la campaña.

3. Porque la realidad de las cosas es ésa. Fox no está asumiendo sus responsabilidades: no despacha en Palacio Nacional, pero tampoco en Los Pinos. Simplemente no atiende la mayor parte de las cuestiones de gobierno delegando esas tareas a sus subalternos inmediatos, que no tienen función alguna, y creyendo que los funcionarios de los organismos financieros están cogobernando con él. El hecho de que haya estado en el exterior 92 de los 333 días que lleva en el cargo muestra bien su irresponsabilidad y megalomanía.

4. El nuevo gobierno se desnuda plenamente con el proyecto Vamos México, que evidencia la utilización privada y patrimonialista de los bienes públicos por quienes pretenden gobernar, pues dicha iniciativa se sustenta no sólo en la corrupción y el tráfico de influencias al pedir los Fox dinero por debajo de la mesa a los empresarios que financiaron su campaña electoral, muchos de ellos beneficiarios ilegales del Fobaproa, y a los que se les está ya retribuyendo por sus aportaciones dándoseles los grandes negocios del nuevo sexenio, sino que tiene rasgos abiertamente fascistoides, por no decir grotescos, pues enuncian la concepción del poder que tiene la pareja presidencial.

5. ƑQué espectáculo más patético que el de los aparatos del Estado mexicano ocultando su responsabilidad en el crimen de la abogada Digna Ochoa, mientras Fox viaja por el mundo preconizando lo contrario de lo que hace, y su nueva esposa Marta Sahagún se empeña en imitar a Madonna imitando a Evita, creyendo que así va a hacerse popular?

6. El mejor servicio que Vicente Fox le podría hacer a México al cabo de estos meses es reconocer que no tiene más proyecto que aquel que se le impone desde el exterior y, asumiendo su falta de respeto al orden constitucional, y su ineptitud y la de sus colaboradores, removerlos y rectificar, o renunciar e irse a su rancho a hacer lo que quizá sepa hacer (aunque nadie pueda dar fe de ello). Las cosas van a ser, sin embargo, muy difíciles para los mexicanos, porque lo mismo las fuerzas trasnacionales que los partidos van a seguir respaldando el "nuevo régimen" y sus prácticas, heredadas del priísmo.

7. El problema no está en que Fox vaya a pasar a la historia junto con Salinas y Zedillo como los peores gobernantes que ha tenido el país, sino que al proseguirse el desmantelamiento del Estado y de la nación, se va a comprometer más el futuro de varias generaciones y a abrirse la posibilidad de mayor violencia represiva institucional, ya que como en el "antiguo régimen" no hay una fuerza institucional que pueda frenar al Ejecutivo.

8. La corresponsabilidad de los partidos en el deterioro que vive México es consecuencia no sólo del sistema de complicidades entre el gobierno y las cúpulas partidarias que desarrollaron Salinas y Zedillo, de la abierta subordinación de las formaciones políticas al FMI y al Banco Mundial y del shock sufrido por éstas luego del 11 de septiembre, que las ha doblegado aún más, sino de un hecho muy simple: no tienen una propuesta alternativa para el país.

9. México ha experimentado una serie de regresiones en estos meses, pero como en el resto de América Latina la sociedad indefensa está empezando a pasar más abiertamente de la resistencia a la búsqueda de un cambio real, aunque los gobernantes no se den cuenta de ello.

10. El cambio que requiere el país en lo político y en lo económico no va a llegar por componendas cupulares, y es más que nunca claro que tiene que ser un esfuerzo de la sociedad.