REPORTAJE
Nuestro país, lugar 51 en desarrollo humano: PNUD
El escandinavo, modelo de bibliotecas ''afín a México''
''Después de mucho estudio vimos que la manera en que los países escandinavos, sobre todo Finlandia, Suecia y Dinamarca, manejan sus bibliotecas, su tamaño, el número de usuarios, etcétera, es lo que más se parecía a lo nuestro'', sostiene Sara Bermúdez. Finlandia es uno de los países nórdicos con los mejores indicadores en los rubros de educación y publicaciones anuales. La estructura de su sistema es básicamente el mismo que el de otros países: existe una biblioteca del Estado, que en este caso es la Biblioteca de la Universidad de Helsinki, que funge como nave nodriza del resto (centrales, municipales, de investigación y escolares) y es la responsable de cuidar el abundante acervo cultural del país.
ERICKA MONTAÑO GARFIAS Y ARMANDO G. TEJEDA REPORTERA Y CORRESPONSAL
Hablar del futuro de las bibliotecas públicas en México emociona a la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Sara Bermúdez, sobre todo después del reciente viaje que realizó a algunos países europeos para conocer la forma en la que funcionan esos recintos y cuál sería el modelo que podría utilizarse en el país.
Al respecto, Bermúdez comenta: ''Después de mucho estudio vimos que la manera en que los países escandinavos, sobre todo Finlandia, Suecia y Dinamarca, manejan sus bibliotecas, su tamaño, el número de usuarios, etcétera, es lo que más se parecía a lo nuestro''.
En todos estos casos la presidenta del CNCA se refiere a países con alto nivel educativo y cultural, ubicados entre los primeros lugares del índice de desarrollo humano que cada año da a conocer el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual clasifica a las naciones de acuerdo con su esperanza de vida, ingreso real y avances educativos.
Este año Suecia ostenta el lugar número cuatro de una clasificación de 162 naciones; Finlandia el 10 y Dinamarca el 15. Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, cuyos modelos de bibliotecas también han sido analizados por los responsables culturales, se encuentran en los sitios 6, 13 y 14, respectivamente. México ocupa el lugar número 51.
Bermúdez se declaró sorprendida por el hecho de que una niña de cuatro años cargara con un enorme volumen en la biblioteca de Helsinki, pero lo que más la asombró fue que lo haya devuelto: ''Esa es una cultura que debemos iniciar en México, qué bonito que puedas ir, recoger tus libros, leerlos en tu casa, llevarlos y sentir esa confianza. Eso va a ser parte de lo que digamos en los medios: 'regresa tu libro porque va a servirle a otros'''.
En el caso de la superbiblioteca que proyectan las autoridades culturales, Sara Bermúdez no descartó la posibilidad de convocar a un concurso internacional, como sucedió en Dinamarca, y confió en que el nuevo recinto se inaugure antes de que termine este gobierno.
Consultada sobre cuál es el proyecto más viable: utilizar el espacio de la Biblioteca de México o construir un recinto en otro lugar, respondió que pretende ''hacer las dos cosas. Aprovechar la biblioteca, pero restaurarla, y buscar un espacio cerca para que sea la nueva ala de la Biblioteca del siglo XXI'', y citó como ejemplo la biblioteca danesa donde tomaron el edificio antiguo y enfrente construyeron uno moderno y los conectaron con un puente.
La red mexicana de bibliotecas públicas tiene 6 mil 109 recintos, más de 30.5 millones de volúmenes, y se realizan 80 millones de consultas al año, de las cuales 70 por ciento son de estudiantes. El Programa Nacional de Cultura 2001-2006 prevé aumentar en mil cien el número de estos recintos además de modernizar sus servicios.
Los modelos de inspiración
En los países nórdicos -Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia- existen los sistemas más vanguardistas y generosos de bibliotecas públicas que, además de ser gratuitas y de obligada responsabilidad para las autoridades, han logrado con éxito extender una red de centros de consulta capaz de dar servicio a toda la población. Estos países ya incorporaron a su normativa cuestiones tan relevantes como olvidadas por otras naciones, como la atención a las minorías étnicas, los inmigrantes y los discapacitados.
En esta región del planeta el acceso ''libre'' al conocimiento y a la información es considerado ''requisito esencial'' para cualquier ''sistema democrático'', por ello ni las condiciones geográficas ni las climatológicas (la zona está formada por miles de islas y es una de las mas frías de la Tierra) han sido obstáculo gracias a la incorporación de bibliotecas públicas ''rodantes'' y ''navegantes'' para llevar la cultura adonde haga falta.
No sólo toman en cuenta las publicaciones locales, que son incorporadas de inmediato a la red pública de bibliotecas, sino también la ''literatura extranjera'', con lo que el acervo cultural es doblemente rico y, al menos en los casos de Dinamarca, Finlandia y Suecia, existen programas de colaboración con países en vías de desarrollo.
Finlandia es el país nórdico con los mejores indicadores en educación y publicaciones anuales. La estructura de su sistema es básicamente el mismo que el de otros países: existe una biblioteca del Estado, que en este caso es la Biblioteca de la Universidad de Helsinki, que funge como nave nodriza del resto (centrales, municipales, de investigación y escolares) y es la responsable de cuidar el vasto acervo cultural del país.
La red finlandesa está formada por 452 bibliotecas ''centrales'' y éstas a su vez tienen cerca de 400 ''ramas", cuyo mantenimiento y cuidado está a cargo del gobierno municipal, además de 127 bibliotecas ''institucionales'' y 200 ''rodantes''. Finlandia fue el primer país en incorporar a su red la ''biblioteca navegante'', que es un barco acondicionado para tal fin.
En Dinamarca sus habitantes tienen derecho de acceso gratuito al servicio de bibliotecas públicas y éstas son de cuatro tipos: las locales o municipales, las centrales o territoriales, las de investigación y la Biblioteca Central, la única que depende del Ministerio de Asuntos Culturales. El Estado proporciona el material para las centrales, que a su vez hacen de cadena de transmisión para las locales.
En total suman más de mil 500 centros de consulta. La informatización de las bibliotecas es total, incluso en las llamadas ''navegantes y rodantes''.
La legislación danesa establece que el Estado es el responsable de la dotar de material a las bibliotecas para las minorías étnicas, los inmigrantes y los ciegos.
El sistema sueco es casi idéntico al danés, gracias al complejo y generoso sistema que permite la intercomunicación y el intercambio de materiales en estos centros, que a su vez dependen de la Biblioteca Real, recinto reformado de manera continua y que contiene uno de los acervos mas ricos del viejo continente.
La red de bibliotecas públicas de Francia, por otra parte, establece que el gobierno municipal es el responsable de asignar a todos los barrios un centro de consulta, por lo que en el territorio galo hay más de 6 mil bibliotecas. Los pueblos de menos de 4 mil habitantes tienen acceso al conocimiento mediante un sistema que opera en algunas regiones: el autobús biblioteca.
En España la red de bibliotecas públicas es un aporte de la aún reciente transición a la democracia de finales de los años setenta y propició que desde el poder político se comenzara a entender que acceder al conocimiento es un ''servicio público básico''. En su territorio, donde viven cerca de 40 millones de personas, existen 3 mil 600 bibliotecas públicas y si bien se carece de una ley nacional de bibliotecas, sí hay leyes regionales y un Reglamento del Sistema Español de Bibliotecas de 1991.
Por último, la Ley del Patrimonio Histórico prevé la responsabilidad del Estado espppañol en la conservación del patrimonio bibliográfico.
¿Cómo donar un libro?
Aunque en las bibliotecas públicas es evidente la falta de libros, a veces quienes desean donar los suyos se encuentran con el rechazo. Esto ocurre porque se trata de libros en mal estado -deshojados, rotos, con los ejercicios resueltos- y que no podrían ser útiles dentro de una biblioteca pública, o bien se trata de libros de texto de primaria o secundaria que serían mejor aprovechados en las escuelas.
Dentro de la Dirección General de Bibliotecas Públicas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) no hay un reglamento que especifique cuáles son los pasos a seguir, pero sí existen usos y costumbres que establecen que el donante debe enviar una carta, de preferencia con la relación de textos que va a entregar.
Entonces los especialistas revisan la lista y determinan cuáles de ellos podrían ser utilizados dentro de la red de bibliotecas públicas ya sea en el Distrito Federal o en otra parte del país.
Hay ocasiones en las que los donantes, por flojera, no quieren hacer la relación de sus libros, ahí entra de nuevo el personal de esa dirección que va hasta el domicilio para revisar los libros y determinar ahí mismo su destino, que no siempre es el estante de una biblioteca pública.
Ahora bien, el tiempo que transcurre hasta que el libro llega a una biblioteca pública varía porque ''dependiendo del sapo es la pedrada'': hay donaciones de pocos libros, cuya revisión toma poco tiempo, y hay otras de varias decenas cuyo examen requiere más trabajo.
ERICKA MONTAÑO GARFIAS