VIERNES Ť 2 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť En 1998 intentaron colocar explosivos en La Habana
Juicio contra tres guatemaltecos acusados de terrorismo en Cuba
Ť La fiscalía pide sentencias de entre 20 y 30 años de prisión
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 1o. de noviembre. Tres guatemaltecos acusados de intentar colocar explosivos en hoteles de Cuba en 1998, para quienes la fiscalía pidió sentencias de entre 20 y 30 años de prisión, fueron hoy a juicio ante un tribunal provincial, en el que admitieron sus respectivas culpas, pidieron perdón, una condena justa y se dijeron arrepentidos.
La audiencia de conclusiones del proceso contra los tres acusados de terrorismo empezó este jueves, tres años y siete meses después de que fueron detenidos. La sesión, a la que tuvo acceso la prensa, se celebró en la Sala de Delitos contra la Seguridad del Estado, del Tribunal Provincial Popular de La Habana. Esta fase puede durar uno o dos días más, tras los cuales hay un plazo de 10 días para que se dicte sentencia.
Nadel Kalam Musalam Barakat o Miguel Abraham Herrera, comerciante de 28 años, y los esposos Jazid Iván Fernández, empleado de una constructora, de 31, y María Elena González de Fernández, practicante de la cartomancia, de 53, originarios de la ciudad de Guatemala, vestidos con el uniforme gris de prisioneros, escucharon de pie durante más de una hora las conclusiones de la fiscalía y de la defensa.
Los tres se acogieron a su derecho de declarar ante el tribunal, integrado por tres magistrados profesionales y dos jueces "legos", una figura de la legislación cubana por la cual, en algunos casos, ciudadanos comunes pueden impartir justicia tras un curso intensivo. En la sala estuvieron el embajador de Guatemala en Cuba, Hugo René Guzmán Maldonado, y dos funcionarios de su misión.
"Han sido 44 meses de reflexión, arrepentimiento, nostalgia y dolor", dijo María Elena, quien explicó que participó en el plan por su "imperiosa necesidad de conseguir dinero" para mudarse de casa y hacerse una operación de la vista. "Me avergüenzo de lo que hice, humildemente pido perdón".
Musalam dijo sentir una "gran tranquilidad espiritual" de que no se hubiera consumado el sabotaje. Fernández dijo que intentó evitar la participación de su esposa en el plan, pero finalmente ella actuó por su cuenta. "No soy enemigo del pueblo cubano", dijo el acusado, y agradeció "a la revolución cubana por las atenciones que han tenido con nosotros".
Un salvadoreño, promotor de atentados
Los fiscales Luis Palenzuela y Enrique Núñez Grillo y los acusados coincidieron en que el promotor de los atentados era el salvadoreño Francisco Antonio Chávez Abarca, quien en Guatemala pidió a Musalam que los ejecutara y a María Elena que le ayudara a transportar el material, como relojes, mecanismos de encendido eléctrico y 432 gramos del explosivo plástico pentrita, disfrazado dentro de frascos de champú.
Chávez ofreció pagar a Musalam 3 mil dólares por cada explosivo que colocara y a María Elena otros 2 mil 200 dólares, más los gastos de viaje a La Habana. El acusado, que estuvo al borde del llanto al escuchar las conclusiones de los fiscales, dijo que no sabía dónde iba a poner los artefactos, y que sólo tenía indicaciones de que fuera en áreas comerciales de hoteles.
Musalam fue detenido en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana, el 8 de marzo de 1998, cuando la aduana le descubrió en los bolsillos y en el equipaje parte del material. María Elena, que había llegado a la isla el mismo día que su compatriota, en un vuelo de Aviateca, procedente de Guatemala con escala en Cancún, logró pasar los controles de la terminal aérea, pero fue aprehendida más tarde. Su esposo viajó a Cuba dos semanas después, creyendo que la mujer había extraviado sus documentos y dinero, y al llegar también fue capturado.
La fiscalía ratificó su pedido de sentencias de 30 años de cárcel para Musalam, de 25 para Iván y de 20 para su esposa. La defensa pidió al tribunal que tome en cuenta el arrepentimiento de los inculpados y la cooperación que brindaron a la policía para esclarecer los hechos.
Musalam dijo que por tener deudas en su país temía no poder realizar el viaje a La Habana, por lo cual Chávez Abarca le compró un pasaporte falso en Guatemala por 180 dólares, que pudo obtener en dos días hábiles, a nombre de Miguel Abraham Herrera.
En 1999 fueron condenados aquí a la pena capital, por terrorismo, los salvadoreños Raúl Ernesto Cruz León y Otto René Rodríguez Llerena, luego de que fueron hallados culpables de ejecutar seis ataques con bombas en La Habana, en 1997, en uno de los cuales murió un empresario italiano. Ambos sentenciados apelaron ante el Tribunal Supremo, cuyo fallo todavía puede ser confirmado o rectificado por el Consejo de Estado.
Cuba ha denunciado que esos atentados, así como los que preparaban los guatemaltecos, fueron organizados por el cubano-estadunidense Luis Posada Carriles, ahora detenido en Panamá por conspirar para asesinar al presidente Fidel Castro durante la décima Cumbre Iberoamericana, en noviembre pasado.