VIERNES Ť 2 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
Ť Se resquebraja la estrategia de Estados Unidos en la región, estiman analistas
Washington no logra aún construir una alternativa política al talibán
Ť Urge un triunfo militar antes del comienzo del Ramadán, estiman Rumsfeld y otros funcionarios Ť Enoja a Pakistán el apoyo estadunidense a la Alianza del Norte, muy cercana a su enemiga India
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 1o. de noviembre. El gobierno estadunidense decidió esta semana dar un giro decisivo a su campaña militar en Afganistán, con el objetivo de asistir directamente a las opositoras fuerzas de la Alianza del Norte, cuya intención inmediata es capturar el pueblo estratégico de Mazar-e-Sharif en el noroeste del país, y amenazar posiciones talibanes en los alrededores de Kabul antes de que comience el mes sagrado musulmán, el Ramadán.
Funcionarios del Pentágono in-formaron este jueves que se han arrojado más bombas en un día esta semana que el total de la semana pasada, y que se está in-crementando el número de "asesores militares" de las fuerzas especiales estadunidenses que trabajan al lado de la opositora Alianza del Norte en el territorio controlado por ésta en Afganistán.
Pero mientras el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, co-menzaba hoy una gira por la re-gión en conflicto, funcionarios en esta capital comentaron que la Ca-sa Blanca aún no ha logrado construir una alternativa política al ré-gimen talibán con capacidad para gobernar el país una vez derrotado el actual gobierno.
Cuando Estados Unidos comenzó su campaña de bombardeo contra Afganistán hace cuatro se-manas, deliberadamente los militares evitaron atacar el frente de las tropas del talibán que luchan contra la Alianza del Norte ya que no deseaban facilitar una avanzada rápida a Kabul, y arriesgar que líderes de la oposición armada to-maran el poder sin antes formar una coalición con otras fuerzas que representaran a la población pashtún del sur del país centroasiático, 40 por ciento del total.
Cuatro semanas después el talibán aún controla 90 por ciento del territorio afgano y la estrategia militar y política de Estados Unidos está siendo cuestionada ahora por todos los involucrados.
Atascados, los objetivos militares
Según los analistas, la campaña de bombardeo y la asistencia a la Alianza del Norte ha nutrido el apoyo pashtún al talibán y alarmado a funcionarios en Pakistán, que temen la relación cercana entre la Alianza del Norte e India, el enemigo histórico de Pakistán.
"El hecho de que no hayamos ganado apoyo entre la etnia pashtún es una de las principales razones por las cuales se han atascado nuestros objetivos militares y po-líticos", explicó un oficial estadunidense al Wall Street Journal.
"Es un desastre", opinó un funcionario occidental involucrado en el esfuerzo para conformar un gobierno de transición, al Washington Post.
De hecho, hay por lo menos seis diferentes iniciativas para desarrollar un gobierno postalibán, y formar una oposición unida implica no sólo negociar con grupos en competencia dentro de Afganistán, sino con países de la región que no se tienen confianza o que ni se consideran amigos.
El gobierno de Pakistán, que ha-bía tenido relaciones cercanas con el talibán, está insistiendo en que cualquier nuevo régimen debe in-cluir una representación sustancial pashtún en el sur, y se opone a un nuevo gobierno afgano dominado por la Alianza del Norte, que es apoyada por India.
Aunque los funcionarios estadunidenses insisten en su neutralidad en este asunto, el Departamento de Estado ha estado trabajando de cerca con el ex rey Zahir Shah, derrocado hace 22 años.
Pero esa opción enfrenta la oposición de Irán y de la etnia pashtún. Mientras tanto, la Alianza del Norte, integrada por tadjikos, uz-bekos y hazaras étnicos en Afganistán, tiene sus principales aliados en los vecinos estados centroasiáticos de Tadjikistán y Uzbekistán y está recibiendo armas del gobierno ruso.
Al mismo tiempo, el Pentágono se ha frustrado porque su campaña militar se convirtió en rehén del lento desarrollo de una estrategia política coherente.
"Se ha hecho más claro en esta última semana que hemos cesado de calibrar lo político con lo militar", admitió un oficial del Pentágono, quien requirió el anonimato al Washington Post.
En público, Rumsfeld negó este jueves que la campaña militar esté condicionada por cuestiones políticas de cómo conformar una coalición antitalibán lo suficientemente representativa, e insistió en que las demoras para ofrecer apoyo militar directo a la Alianza del Norte fueron resultado de una estrategia deliberada de debilitar primero las fuerzas talibanes en las zonas urbanas.
El jefe del Pentágono indicó que a partir de esta semana "80 por ciento" del esfuerzo militar estadunidense se está dedicando al apoyo de las fuerzas antitalibán.
"Estamos haciendo lo que podemos para asegurar que tengan el tipo de municiones y el alimento que necesitan, y estamos haciendo lo que se puede para apuntar contra algunas de las fuerzas que se oponen a ellos", dijo Rumsfeld. "Pero en el último análisis, ellos son sus propias fuerzas y ellos decidirán por su cuenta".
Durante las últimas semanas los comandantes de la Alianza del Norte se han quejado por la falta de apoyo estadunidense, y hoy el general Hussen Anwari se quejó de nuevo de que el apoyo de Washington todavía es insuficiente. Parte del problema es que persiste un desacuerdo entre los estrategas estadunidenses sobre cómo librar esta "nueva guerra".
El general Tommy Franks, co-mandante de las fuerzas estadunidenses en la región, se reunió esta semana en Uzbekistán con líderes de la Alianza del Norte, sólo para salir de ese encuentro comprometiendo un apoyo parcial.
"Las necesidades de cada grupo variarán, y nuestra habilidad y vo-luntad de apoyarlos también va-riará por grupo", señaló Franks. Agregó que los militares estadunidenses no se estaban integrando a una coalición con la Alianza del Norte ni se apoyarán todos sus esfuerzos para capturar territorio.
Ayuda militar paquistaní a Kabul
No obstante, otros miembros del gobierno estadunidense, que incluyen a Rumsfeld, opinan que Estados Unidos necesita por lo menos un triunfo militar significativo an-tes del comienzo del Ramadán a mediados de noviembre.
Estos funcionarios, según fuentes citadas por la prensa local, han logrado que la Casa Blanca intensifique su apoyo directo a la Alianza del Norte con la esperanza de que podrá capturar, por lo menos, el pueblo de Mazar-e-Sharif antes del Ramadán.
Sin embargo este esfuerzo po-dría debilitar a otro aliado clave de Washington en la región. El presidente Pervez Musharraf, de Pakistán, cuyo país tiene una población pashtún sustancial y enfrenta una creciente oposición interna por su alianza con Estados Unidos contra el talibán, según un periódico estadunidense enfrenta el problema de que algunos sectores de sus fuerzas armadas están otorgando asistencia militar al talibán.
Si suficientes sectores militares se vuelcan contra Musharraf, el que tomó el poder a través de un golpe de Estado militar, Estados Unidos enfrentaría la catastrófica pérdida de este aliado político en su "nueva guerra".
Cuando el Post le preguntó a un diplomático occidental destacado en Pakistán su opinión sobre la política de Estados Unidos en la región, respondió: "Hay una ca-rencia de cualquier tipo de política en Washington".