JUEVES Ť Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Ello provocaría mayor desigualdad: investigadora

La evaluación educativa no debe ser usada para premiar o castigar escuelas

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

La creación de un instituto de evaluación educativa autónomo de la SEP puede ayudar mucho a mejorar la educación, pero si se utiliza con un ''enfoque eficientista'' para castigar o premiar a las escuelas según sus resultados, esto puede provocar una mayor desigualdad, advirtió la investigadora Silvia Conde.

La doctora en Educación, especialista en la formación de maestros y consultora en política educativa, señaló que el problema de estas evaluaciones es que se utilicen para medir la ''productividad'' de los centros escolares y, en función de eso, las escuelas mejor evaluadas consigan más presupuesto o equipo de cómputo, y las que obtengan resultados bajos reciban pocos recursos.

Dijo que la evaluación del sistema educativo es necesaria para tomar decisiones sobre cómo mejorarlo y para revisar la responsabilidad de cada uno de los actores educativos en los resultados, pero no para descalificar o promover a las escuelas por los resultados de desempeño escolar de sus alumnos.

El martes pasado, el secretario de Educación Pública, Reyes Tamez Guerra, informó a un grupo de senadores que el proyecto de creación del instituto de evaluación de la educación ''está prácticamente listo'' a 11 meses de haber sido anunciado, y aclaró que este organismo se encargará de evaluar procesos y no maestros ni alumnos en lo individual.

Un 6 en una escuela puede equivaler a un 9 en otra...

Sobre este anuncio, Conde señaló en entrevista que el establecer un sistema de evaluación educativa en México es urgente, porque hay poca información sobre el tema y los indicadores que existen son poco confiables por la falta de criterios para evaluar las competencias de los alumnos.

Explicó, por ejemplo, que los índices de reprobación no dicen mucho sobre el aprendizaje de los alumnos. ''Un 6 en una escuela puede equivaler a un 9 en otra.''

Indicó que muchas veces, cuando se inicia el curso, los maestros aplican pruebas muy exigentes para demostrar a los padres de familia y a los directivos del plantel que los alumnos están atrasados, pero al final del curso aplican otros exámenes más sencillos para ''simular'' que los educandos aprendieron mucho y que el profesor es eficiente en su trabajo.

La investigadora consideró que la aplicación de este sistema se va a llevar mucho tiempo, porque antes se requiere crear y probar instrumentos que tomen en cuenta las diferencias entre las distintas asignaturas. Señaló, por ejemplo, que en materias como educación cívica no sirve evaluar conocimientos, sino actitudes.

Memorizar o aprender...

Explicó que los maestros a veces están más preocupados porque sus alumnos memoricen contenidos y respondan bien los exámenes, que porque realmente aprendan.

El origen de este problema, dijo, es que los profesores no tienen herramientas para evaluar a sus educandos y en ocasiones aplican a sus alumnos los mismos exámenes que utilizaban cuando la escuela se enfocaba más a la memorización, o copian evaluaciones poco serias que hacen empresas editoriales.

Dijo que la evaluación también tiene riesgos, y en ese sentido señaló que sería ''muy lamentable'' que se utilizara para castigar y premiar a las escuelas en función de sus resultados, porque se estaría ampliando aún más las brechas que existen entre los centros escolares.

Pero bien orientada, la evaluación puede ser muy útil, sobre todo para comprometer a los maestros, directivos y padres de familia a que se hagan responsables de lo que ocurre en la escuela, y hagan esfuerzos por mejorar el desempeño escolar de los alumnos, concluyó.