MIERCOLES Ť 31 Ť OCTUBRE Ť 2001
Alejandro Nadal
El Instituto Cato y los tres chiflados
ƑConoce usted el Instituto Cato, ubicado en Washington? Es un organismo oscuro cuya misión es promover una agenda de extrema derecha en materia de política económica. Está generosamente financiado por empresas y corredurías estadunidenses que lo usan como frente para promover sus intereses en Washington, América Latina y otras partes del mundo. Las actividades del Instituto Cato están en la frontera del cabildeo ilegal.
La semana pasada, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el gobernador del Banco de México participaron en una conferencia organizada por el Instituto Cato y patrocinada por Tv Azteca y The Economist. El premio Nobel Robert Mundell también fue invitado. Pero más allá de sus desatinos y los lugares comunes de los funcionarios mexicanos, el asunto no tendría mayor interés.
Las cosas cambian si se toma en cuenta que el Instituto Cato publicó un artículo de Carlos Ball, consentido del instituto, con el título: "Los tres chiflados del G-3". El texto examina la reunión en Caracas de los presidentes Andrés Pastrana, Hugo Chávez y Vicente Fox en abril de este año. En lugar de esa reunión inútil, Ball sostiene que se debería proceder a la apertura comercial inmediata, privatizar el sector energético y liberar el mercado laboral. Señala además que la declaración conjunta final parece un libreto de las películas de Larry, Curly y Moe. El articulista no dice qué personaje le corresponde a cada uno de los presidentes, pero lo cierto es que el Instituto Cato debe haber considerado interesante la comparación para colocar en su página de Internet el texto completo.
Las prioridades del Instituto Cato incluyen: apertura completa e inmediata de los mercados financieros y de bienes, privatización de todo espacio económico, y reducción al mínimo del papel del Estado en lo económico. Promueve la eliminación de todo tipo de regulaciones, ya estén enfocadas a proteger el medio ambiente o a reducir la volatilidad de los mercados financieros. En el plano internacional el instituto proyecta su presencia en países como México y China. Su presupuesto para este año es de 13.8 millones de dólares.
Uno de los proyectos que más se promueve está relacionado con la privatización del sistema de seguridad social en Estados Unidos, herencia de la era de Roosevelt (modificada por Lyndon Johnson). Hace unos años las propuestas de privatización provenían solamente de un reducido grupo de organizaciones de extrema derecha como la Heritage Foundation y el Cato Institute. Pero después de millones de dólares invertidos en un cabildeo sistemático, el debate está abierto y ha ganado cierta credibilidad. Clinton contribuyó proponiendo la privatización de 17 por ciento del sistema, lo que equivale a inyectar 85 mil millones de dólares para cuentas privadas cuyos titulares los invertirían en acciones, fondos privados y podrían usarlos especulando en el mercado de dinero. De esa suma, alrededor de 4 mil millones de dólares se destinarían a cubrir costos administrativos. Las comisiones para recompensar a los intermediarios superarían mil millones de dólares.
Esos intermediarios son los generosos patrocinadores del Instituto Cato. Entre las empresas que han financiado espléndidamente su proyecto sobre privatización se encuentran: Salomon Brothers, Prudential Securities, T. Rowe Price y la poderosa Securities Industry Association (SIA) que agrupa más de 700 corredurías. El proyecto del Cato Institute cuenta con el apoyo técnico de American Express. En honor a la verdad, muchas empresas de Wall Street prefirieron no apoyar el proyecto por considerarlo demasiado radical. Quizá eso explica por qué se buscan apoyos en países como México. Entre los directivos del proyecto del Cato Institute se encuentra José Piñeira, ex ministro de Trabajo en el régimen de Augusto Pinochet y uno de los arquitectos de la privatización de los fondos de pensión en Chile.
El nombre del Instituto Cato proviene de las Cartas de Cato, panfletos publicados en Inglaterra entre 1720 y 1723 sobre libertad civil, económica y religiosa, así como sobre la naturaleza de la tiranía. Esas cartas tuvieron fuerte impacto en las colonias inglesas de América. Lo que no dice la página electrónica del Cato Institute es que esos artículos se originan en la crisis financiera provocada por la quiebra fraudulenta de la Compañía de los Mares del Sur. Ese episodio, conocido como la Burbuja de los Mares del Sur, marcó la historia económica de Inglaterra, condujo a la ruina a miles de personas y provocó la quiebra de numerosos bancos. Con esos antecedentes se puede concluir que el nombre del Instituto Cato estuvo bien escogido.