MARTES Ť 30 Ť OCTUBRE Ť 2001

ITACATE

Ť Cristina Barros y Marco Buenrostro

Presencia de los ancestros/ II



EN LAS OFRENDAS de muertos, el simbolismo está presente en el aspecto plástico o estético, así como en los contenidos de fondo relacionados éstos fundamentalmente con la necesidad de comunicarnos con nuestros seres queridos ausentes. Para los pueblos indígenas estos dos aspectos son indivisibles y el acto de poner una ofrenda es una actitud ritual y profunda.

DE ACUERDO CON las observaciones de Catharine Good (ver Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, FCE), tras varios años de convivencia con los residentes de Ameyaltepec, la presencia de los antepasados ya muertos en los momentos culminantes de los ciclos agrícola y el de vida, es una constante. Se acude a ellos cuando alguien de la familia se casa, cuando alguien emprende un viaje, cuando se construye una casa o se tiene enfermos o sueños extraños. Y desde luego cuando se cumplen sus aniversarios y para los días de los santos difuntos. En palabras de la autora, ''la preocupación constante por mantener relaciones directas con los difuntos refleja su cosmovisión compleja y revela un pensamiento filosófico históricamente transmitido''.

CUANDO UNA MUJER se casa, ofrece a sus antepasados muertos, gallinas en mole verde y telolotzin, que son tamales formados de bolitas de masa de nixtamal sazonadas con tequesquite y sal; también se ponen en las ofrendas a los cerros, junto con tamales de frijol o etamal.

PARA LOS NAHUAS de Ameyaltepec (''cerro del manantial''), los muertos empiezan su visita el día de San Miguel (29 de septiembre). Llegan a compartir los primeros elotes, puesto que han colaborado solicitando a las deidades que haya lluvias y buena cosecha.

SE DESPIDEN ENTRE el 31 de octubre y el 2 de noviembre; en sus ofrendas se coloca atole de izquitl, hecho con harina de maíz tostado en comal y molido con piloncillo (esta harina puede conservarse por años sin descomponerse). Además, totopoxtles que se elaboran con masa de maíz y piloncillo cocidos hasta dorarse en el comal. Ambos servirán como itacate a los muertos. En las ofrendas aparece el chocolate, alimento que se ofrece también en las bodas. Lo hacen con cacao -molido en metate-, piloncillo y canela.

ESTA OFRENDA ES fruto del trabajo colectivo; en Ameyaltepec ''por medio de las comidas se transmite el trabajo humano y la fuerza (chicahualiztli) de los que la producen y preparan''. Este traslado de energía es recibido por los muertos, que además toman de la ofrenda olores, vapores y sabores.

LA VIDA Y LA muerte son un continuo. Al morir ''la tierra nos come'', nos desintegramos lentamente hasta reintegrarnos a ella. Durante nuestra vida, a cambio, la tierra nos ha alimentado.

Calabaza con panela



SE CORTA UNA calabaza (de las llamadas de castilla) en trozos; se cuece en una olla con panela y canela al gusto. (Recetario indígena de Guerrero, CNCA, 2000.)

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