MARTES Ť 30 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť El gobernador de Michoacán propició que su nombre empezara a barajarse
Los escollos de Alfredo Anaya: la oposición... y la injerencia de Tinoco
Ť La manera en que fue postulado generó desprendimientos en el tricolor
ROSA ELVIRA VARGAS Y MIREYA CUELLAR ENVIADAS
Morelia, Mich., 30 de octubre. La candidatura de Alfredo Anaya Gudiño para la gubernatura de Michoacán surgió, literalmente, de una rifa. Salvo él y Sergio Magaña, su principal contrincante -porque el método se planteó para que no votaran-, todos aquellos que tenían deseos y alguna posibilidad se inclinaron por el ex alcalde de Sahuayo, y esa decisión fue avalada y respetada por el Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Después de ese ejercicio partidista de sustitución del gran dedo presidencial, Magaña abandonó el partido argumentando que "me agarraron de pendejo" y Anaya trabaja con dificultad una campaña de cuyos resultados se deslindan desde hoy aquellos que le dieron su apoyo en aquel cónclave.
Y es que más allá del método por el cual resultó favorecido, muy pronto el priísta se acogió a la tutela del gobernador Víctor Manuel Tinoco Rubí, y es ahí, dicen muchos, donde llevará la penitencia, pues todo indica que podría convertirse en el gran derrotado en Michoacán.
Asimismo, por su muy escaso talento para la política, la concertación y las alianzas, ha llevado al PRI local a una fragmentación de la que, se asegura, le costará mucho recuperarse.
Cuando los ánimos sucesorios empezaron a calentarse a principios de este año, prácticamente no era mencionado Alfredo Anaya, un próspero empresario de 51 años, cuyos negocios por cierto no están en Michoacán. Una decena de aspirantes, todos políticos locales, lo antecedían tanto en presencia como en trayectoria y, por ende, en posibilidades.
Nadie dudaba entonces que la candidatura se decidiría entre Sergio Magaña Martínez, ex senador; Ascención Orihuela, miembro del poderoso grupo Zitácuaro, también ex senador y ex dirigente estatal del PRI; Víctor Silva Tejeda, ex líder partidista, e incluso Fausto Vallejo Figueroa, hoy candidato a la alcaldía de Morelia y muy identificado con el ex gobernador Genovevo Figueroa.
Y el juego estaba tan abierto, refieren muchos, porque para entonces Tinoco Rubí había perdido toda posibilidad de imponer a su delfín, el senador José Antonio García, quien había perdido por paliza la elección de 2000 para llegar a la Cámara de Senadores (a la que finalmente arribó por la vía de primera minoría), precisamente frente al hoy candidato de la coalición Unidos por Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel.
De este modo y para sorpresa de muchos -de la cual ciertamente aún no se reponen- fue el propio gobernador el que propició, por allá de marzo, que el nombre de Anaya Gudiño empezara a barajarse, lo que de entrada no preocupó a los demás contendientes, pues estaban confiados en que la designación se haría de manera abierta o, en todo caso, sería el resultado de encuestas y que quien saliera primero en las preferencias tendría que ser nominado sin mayor discusión.
En ese marco y quizá con información privilegiada de los sondeos de opinión y que le favorecían, Sergio Magaña empezó su búsqueda por la nominación en una campaña abierta de bardas, spots radiofónicos y televisivos, prensa impresa, reuniones y demás.
Cada cual, pues, se animaba y poco a poco otros se incorporaron a la lista, entre ellos Salvador Galván Infante, ex alcalde de Morelia, y con el mérito de completar la faena para remover el ambulantaje del centro histórico de la capital michoacana, y Julián Rodríguez Sesmas, ex dirigente estatal del PRI, responsable de la elección interna de ese partido y ex secretario de Educación.
También hizo su apuesta Armando Ballinas Mayes, secretario de Gobierno en los 21 días que gobernó el infortunado Eduardo Villaseñor, así como el propio Jaime Rodríguez López, actual presidente del PRI estatal. De manera efímera, pues fue el primero en descartarse, figuró el diputado federal Abraham González Negrete.
ƑY Anaya?
šNo!, pues para ese entonces el ex alcalde de Sahuayo (1984-86), ex diputado local y diputado federal en la 55 Legislatura consolidaba su "despegue empresarial". Esto es, atendía sus negocios.
Desde hacía mucho él ya era lo que se conoce como un próspero hombre de negocios, con empresas diversificadas entre el transporte público de mercancías, la compra-venta de acero, la venta de automóviles VW y un molino de trigo en Jiquilpan.
Siempre, según su hoja oficial que aparece en Internet en 1992 Anaya decidió incursionar en el negocio de los fertilizantes y adquirió algunas de las plantas en las que se dividía la paraestatal Fertimex. Primero compró la planta de Guadalajara (hoy Agrofermex de Guadalajara) y después la ubicada en Cosoleacaque, Veracruz (Agrofermex Industrial del Sur), más tarde pasó a la importación de esos mismos insumos agrícolas desde Rusia, Libia, Estados Unidos, China, Ucrania y Japón.
A mediados de junio de este año se publicó que Anaya Gudiño es presunto responsable de un fraude por casi 6.5 millones de dólares, derivado de un préstamo suscrito en 1998 en su condición de accionista y apoderado general de Agrofermex de Guadalajara, el cual no se saldó, según explicaría luego el PRI, "por motivos atribuibles al acreedor".
Sin embargo y como resultado de lo anterior, incluso existen contra Anaya demandas penales. Sin embargo, en su equipo de campaña se afirma que se trata sólo de un mero juicio mercantil y lejos de satisfacer cualquier inquietud sobre la honorabilidad de su candidato asegura que las denuncias tienen el afán de desprestigiarlo, confundir a los votantes y desacreditar su trabajo político.
Hace unos días se supo que precisamente los autores de la demanda preparan una "sorpresa" que podría reventar en los días previos al 11 de noviembre, fecha de los comicios michoacanos.
Lo cierto es que el origen y súbito crecimiento de la fortuna del priísta es motivo de numerosas especulaciones, y hay quien jura y perjura que aquélla es de procedencia ilícita. Nadie lo documenta o lo sostiene de viva voz, pero los michoacanos, muy afectos a saberse al dedillo la historia de sus políticos, no están satisfechos con las explicaciones que Anaya sobre cómo logró hacerse de tanto dinero.
Por si fuera poco, al candidato le persigue un cierto sino de mala suerte y acusa una insustancial presencia escénica, elemento fundamental para la fortuna de cualquier político. Es un hombre, pues, carente de "virtudes" políticas, de plante oratorio, facilidad de comunicación e incluso de firmeza de carácter.
Precisamente por esa personalidad, el empresario ha dado al traste con cualesquier proyecto de sus diseñadores de imagen, empeñados desde el principio en convertir sus debilidades en fortalezas, no importa que para ello lo hagan decir o hacer šcada cosa!
Entonces, por no ser Anaya un hombre de grandes luces o preparación académica (pese a que uno de los elementos que más ponderan sus panegiristas son sus estudios adolescentes en un seminario), pues había que resaltar, en cambio, su mérito emprendedor, ejecutivo, y de ahí surgió su lema de campaña: "Anaya es acción".
ƑO sea que no piensa?, se preguntan entre escépticos y divertidos muchos michoacanos, los mismos que por otra parte ya no saben si enojarse o disculpar al priísta por sus frecuentes dislates públicos, que lo mismo lo llevan a decir que la entidad es lenta y perezosa, que a llamar entes pensantes a los indígenas y otros por el estilo.
Y claro, a desestimar la comunicación oral más simple, porque "es mejor remitirse a los hechos", dice él. O dedicarse en mítines y reuniones a preguntar sobre sus demandas y expectativas a los participantes para entonces, al recibir la respuesta, concluir: "eso, eso es lo mismo que haré".
Sin embargo, Anaya también recurre a métodos más burdos para conseguir votos, no se sabe si movido por generosidad espontánea o por recomendación expresa. Entonces, mediante la "donación" y la entrega nada disimulada de dinero, siempre bajo la manta de "las buenas obras" por ahí anda el priísta, como todo un rey Midas, regalando automóviles que serán rifados, ofrece dinero para ayudar a construir un edificio sindical y no se diga aquellas que ha prometido para cuando llegue al palacio de Gobierno en febrero de 2002.
Porque más allá de que ya ofreció: que no cobrará salario como gobernador, en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo prometió 260 millones de pesos adicionales para el presupuesto anual, así como mil becas de posgrado, sobre todo para el extranjero y que representarían, de darse, la sexta parte de las que concede el Conacyt en el país.
Pese a que en el PRI se insiste en que su candidato ha acortado a pasos agigantados la ventaja que le sacaba a principios de la campaña Lázaro Cárdenas Batel, lo cierto es que salvo las encuestas que ha pagado su propio partido, en las demás (unas diez) sigue en desventaja.
Anaya parece no desanimarse. Y lo mismo baila en un acto que conduce su programa de televisión. Ha aceptado que su campaña sea manejada por integrantes del gobierno de Tinoco Rubí.