MARTES Ť 30 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť No encuentran un país limítrofe dispuesto a prestar su territorio sin problemas

El ejército estadunidense, en problemas para lanzar la ofensiva terrestre contra Afganistán

JUAN PABLO DUCH ENVIADO

Tashkent, 29 de octubre. En medio del sigilo que caracteriza la política de comunicación social del gobierno uzbeko, trascendió que esta noche, al término de su visita de unas horas a Pakistán, se espera la llegada a Tashkent del general Tommy R. Franks, jefe del comando central del ejército de Estados Unidos, el máximo responsable militar de ese país en Asia central.

Es significativo que un general de tan alto rango venga a Tashkent, cuando el ataque de Estados Unidos contra el vecino Afganistán entró ayer domingo en su cuarta semana consecutiva, sin que se haya logrado todavía ninguno de los objetivos proclamados de la operación Libertad Duradera.

Este es el contexto de la visita de Franks:

Osama Bin Laden, el "enemigo público número uno" de Estados Unidos, sigue escondido en algún lugar de Afganistán y su organización, Al Qaeda, intacta; el régimen talibán, que se negó a entregarlo, no ha sido derrocado, mantiene sus posiciones en la geografía afgana y anuncia una larga resistencia. La opositora Alianza del Norte no ha tomado ni una sola plaza estratégica y está muy dividida, en cuatro o cinco facciones; no hay acuerdo para conformar un gobierno de coalición afgano que pudiera evitar una prolongación de la guerra civil, tras la caída de los talibanes.

El hombre que con un jefe de Estado nominal, como sería el anciano ex monarca Zahir Sha, deseaba imponer Estados Unidos como primer ministro, Abdul Haq, fue detenido y ejecutado por los talibanes; el rechazo a la guerra cobra fuerza en los sectores radicales de los países islámicos y se desbordará conforme se aproxime el inicio del Ramadán, dentro de poco más de dos semanas; el invierno está en puerta, lo que dificultará notablemente las incursiones aéreas y aún más una eventual ofensiva terrestre estadunidenses, habrá drásticos cambios de temperatura a lo largo del día, neblina espesa y un viento huracanado que literalmente cubre de arena todo lo que encuentra a su paso

Hasta la prometida ayuda humanitaria a la población civil afgana, en condiciones deplorables y cada día peores, no llega a sus necesitados destinatarios en cantidades suficientes.

Los argumentos de países vecinos

Estados Unidos, por otro lado, no ha podido encontrar un país limítrofe con Afganistán que permita lanzar desde su territorio la ofensiva terrestre.

Irán y Turkmenistán, cada uno con sus propios argumentos, tienen una opinión contraria a los ataques de Estados Unidos. Tadjikistán está en la órbita de Rusia y depende de los 25 mil soldados que resguardan sus fronteras. Pakistán, con un gobierno entre la espada y la pared, no sabe cómo contener los ánimos integristas y teme que una mayor presencia estadunidense en su territorio derive en guerra civil.

Queda sólo Uzbekistán. Su privilegiada ubicación, sumada a los férreos controles que ejerce el presidente Islam Karimov en el país, que excluyen cualquier estallido social como el que está sacudiendo a Pakistán, lo convierte en sitio ideal para lanzar la ofensiva terrestre del ejército estadunidense.

Sin embargo, no se perciben aquí en Tashkent indicios de que el gobierno de Karimov vaya a permitir, al menos en una perspectiva de corto plazo, que ello suceda. La posición de Uzbekistán se mantiene invariable: amplio apoyo logístico, pero no operaciones militares terrestres desde aquí.

Es de dudar que el general Franks, en esta su segunda visita de este año a Uzbekistán (estuvo del 18 al 20 de mayo), consiga convencer al presidente Karimov. Ni siquiera lo logró su jefe, el secretario estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld, cuando visitó Tashkent el pasado 5 de octubre.

La misión de Franks es, sin duda, negociar más apoyo logístico de Uzbekistán. Esto, aunque se mantenga en secreto, puede suponer el uso de una o dos bases militares adicionales a la que ya tiene a su disposición en Hanabad, y autorización para desplegar más efectivos de unidades de elite del ejército estadunidense, que serían reubicadas muy pronto en territorio afgano.

Pero hay otro aspecto, quizá todavía más importante: ultimar detalles con Tashkent para redoblar el apoyo que Estados Unidos está ofreciendo a las tropas del general Rashid Dostum, afgano de origen uzbeko, cuya ofensiva sobre Mazar-e-Sharif no avanza.

En este sentido, la visita de Franks se produce apenas un día después de un importante encuentro entre militares estadounidenses y gente de Dostum.

Según revelaron a La Jornada fuentes afganas en Tashkent, en la pequeña localidad de Dar-e-Suf, ubicada 70 kilómetros al sur de Mazar-e-Sharif, se reunieron la plana mayor de Dostum y los diez mandos del ejército estadunidense seleccionados por el general Franks para servir de enlace en la coordinación del apoyo de Washington.

Todo parece indicar que a partir de la visita de Franks a esta capital, las tropas de Dostum recibirán un respaldo mayor. Uzbekistán no oculta su intención de que la región colindante, del otro lado del río Amudaria, esté bajo control de un afgano de origen uzbeko que daría un respiro en términos de seguridad en su flanco sur.

Además, entre los múltiples escenarios pos-talibán que circulan por aquí, hay uno que resulta de particular interés para el gobierno de Karimov.

Se cree que si Estados Unidos lanza la ofensiva terrestre desde suelo de Afganistán, una vez que Dostum tome Mazar-e-Sharif, al instalarse ahí, esa región poblada por afganos de origen uzbeko tarde o temprano podría recibir un estatus especial, convirtiéndose de facto en una extensión de Uzbekistán.

La apuesta es a largo plazo, no demasiado para la proverbial paciencia oriental que tienen los dirigentes uzbekos.