MARTES Ť 30 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Uno de ellos, Robert McFarlane, involucrado en el escándalo Irán-contras
Abdul Haq recibió apoyo de empresarios estadunidenses en su lucha contra el talibán
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 29 de octubre. Abdul Haq, el "luchador por la libertad" afgano ejecutado el viernes por el régimen talibán después de ingresar clandestinamente a su país, había recibido financiamiento de una red de empresarios estadunidenses que trabajaban con Robert McFarlane, el ex asesor del presidente Ronald Reagan, quien utilizó este tipo de arreglos privados para operaciones políticas de apoyo a la contra nicaragüense.
La información sobre ese financiamiento se divulgó después de que la familia de Haq rechazó este fin de semana que fuera agente de la CIA. Al contrario, la familia se quejó agriamente porque el ex empresario afgano no había recibido suficiente apoyo del gobierno estadunidense en sus esfuerzos para derrocar al régimen talibán. La CIA reconoció que envió una nave artillada de control remoto para disparar contra soldados talibanes que atacaron a Haq durante horas, antes de capturarlo, y que le había ofrecido dinero y teléfonos satelitales para su misión dentro de Afganistán. Pero la agencia secreta negó que fuera un operativo a sueldo.
Haq ingresó a Afganistán desde Pakistán el 21 de octubre, pero después de cinco días en ese territorio fue rodeado y capturado por el talibán. Al cerrar el cerco los militares del talibán, Haq llamó desesperado a James Ritchie, el empresario estadunidense que había financiado su misión, solicitando su auxilio.
De inmediato, Ritchie se comunicó con McFarlane, quien habló con la CIA. Ahí se ordenó el ataque de la aeronave de control remoto, pero ya era demasiado tarde. Las fuerzas del talibán capturaron a Haq y lo ejecutaron pocas horas después. Hoy, el embajador talibán en Pakistán declaró que también habían capturado a uno o dos estadunidenses que acompañaban a Haq, pero funcionarios estadunidenses niegan esa afirmación.
Las actividades de Haq en sus últimos días ofrecen una cuadro parcial de los esfuerzos encubiertos estadunidenses para desestabilizar el régimen de Afganistán. Aunque la oposición más fuerte al talibán está ubicada en el norte del país, donde las fuerzas de la llamada Alianza del Norte controlan territorio, el apoyo del talibán proviene en gran medida de la población étnica pashtún en el sur y este del país, que representa 40 por ciento de la población total, y de la que provenía Haq.
Trayectoria poco usual
"Abdul Haq estaba detrás de todas las actividades significativas contra el talibán", informó un funcionario de inteligencia paquistaní a The Washington Post. Pero Haq tenía una carrera poco usual para un "luchador por la libertad". Se sumó a las fuerzas mujaidines antisoviéticas apoyadas por la CIA en los años ochenta, y se informa que fue parte de un grupo de personas invitadas a la Casa Blanca. En ese encuentro, el entonces presidente Ronald Reagan elogió a los mujaidines como "los equivalentes morales de nuestros padres de la patria".
Haq fue ministro del gabinete en el gobierno de Afganistán entre 1993 y 1996, el cual fue derrocado por el talibán. Cuando dejó Afganistán, se convirtió en empresario en Pakistán.
Pero McFarlane, el ex asesor de Seguridad Nacional de Reagan y jugador principal en el escándalo Irán-contra, aparentemente tenía mucha fe en Haq. En un operativo muy similar a algunos de los esfuerzos secretos (y en opinión de algunos, ilegales) para financiar a la contra, en los años 90 dos hombres de negocios muy ricos de Chicago se convirtieron en los principales patrocinadores de Haq. Estos empresarios, James y Joe Ritchie, vivieron de pequeños en Afganistán y como adultos ganaron cientos de millones de dólares en transacciones de mercaderías.
James Ritchie conoció a Haq en Europa a fines de los 90 y, según varios reportajes de los medios, empezó a canalizar cientos de miles de dólares en apoyo de sus esfuerzos. McFarlane y Ritchie a la larga convencieron al subsecretario de Estado Richard Armitage y al presidente de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert, de apoyar los esfuerzos de Haq para derrocar al régimen talibán. Organizaron reuniones en Europa y financiaron una oficina para sus esfuerzos y otros más.
Después del 11 de septiembre, Haq y Ritchie se mudaron a Pakistán para empezar a desarrollar nuevas misiones en Afganistán. Pero aquí el cuento cambia, dependiendo de quien lo cuente. McFarlane y Ritchie dicen que la CIA no apoyó a Haq y criticaron a la agencia por negarse a otorgar armas y apoyo militar a los esfuerzos de Haq de provocar rupturas en el talibán.
Agentes de la CIA y de la inteligencia británica sí se reunieron con Haq un día antes de que regresara a Afganistán este mes, pero Ritchie declaró al Wall Street Journal que esas agencias solo ofrecieron teléfonos satelitales y dinero, y no el apoyo militar solicitado por Haq.
Pero los rumores de que Haq contaba con el apoyo de la CIA estaban dañando de hecho su credibilidad dentro de Afganistán, y el pasado fin de semana su familia insistió en que no era un agente pagado del gobierno estadunidense.
No obstante, la CIA sabía que Haq estaba por regresar a territorio afgano y el director ejecutivo de la agencia, A.B. Krongard, se entrevistó con los simpatizantes de Haq durante las semanas previas a su muerte para discutir sus actividades, según algunas versiones. Además, cuando Haq se encontraba rodeado en Afganistán, el hecho es que la CIA envió su aeronave de control remoto para intentar rescatarlo.
Ahora el problema para la CIA, y otros del gobierno estadunidense, es que la muerte de Haq no sólo remueve a un hombre que supuestamente era clave para la estrategia antitalibán en el sur de Afganistán, y que para algunos era una pieza importante en un futuro gobierno de transición, sino también envía una señal desalentadora a otros que pudieran estar considerando promover actividades parecidas dentro de ese país.
No obstante, McFarlane y Ritchie insistieron en que los esfuerzos por patrocinar operaciones encubiertas con la familia Haq deben continuar. Tal vez es hora de que McFarlane llame a su viejo colega Oliver North, pieza clave en el financiamiento a la contra nicaragüense, para pedirle que lo ayude una vez más.
Buena parte de las figuras que participaron o que estaban presentes durante la última ocasión en que los mundos del sector privado y público participaron en una operación política en el exterior --lo que se recuerda ahora como el escándalo Irán-contra-- están apareciendo nuevamente en la escena de la "nueva guerra". Además de McFarlane, señalan que entre los nombres involucrados durante el tiempo de esas maniobras a fines de la guerra fría aparecen personas como Elliot Abrams, ahora asesor de la Casa Blanca en materia de "democracia", el embajador John Negroponte, embajador ante la ONU; el propio Colin Powell, secretario de Estado, y Otto Reich, designado para el puesto de secretario asistente de Estado.