Flor de arbusto no identificado de la familia del café Contaminación del agua
Enrique Cifuentes Instituto Nacional de Salud Pública Correo electrónico: [email protected] La contaminación del agua y alimentos (por ejemplo, regadío de cultivos) es un riesgo para la salud de millones de niños en México. Por sus implicaciones sociales, económicas y políticas, el agua, los suelos agrícolas y la producción alimentaria son los elementos más frágiles para la sustentabilidad del desarrollo del tejido social. Los riesgos vinculados al deterioro y escasez de agua pueden clasificarse en las siguientes categorías: los transmitidos por agua propiamente, transmitidos por vectores que se desarrollan en el agua, atribuibles a la falta de ésta para la higiene personal y doméstica, y los transmisibles por parásitos o patógenos que pasan parte de su ciclo biológico en el agua. Otro riesgo, de dimensiones escasamente documentadas, se asocia a la presencia de contaminantes químicos (antropogénicos o naturales) en ese preciado líquido. Las actividades humanas, el crecimiento urbano, la debilidad institucional y la indolencia cultural son los principales factores de riesgo. El agua puede estar contaminada desde la fuente, como sucede en las zonas afectadas por hidroarsenicismo en Chile, Argentina y México. Otros contaminantes ingresan al agua durante la distribución; una vez dentro de las viviendas, los recipientes mal protegidos (por ejemplo tinacos, tambos, jarras y cacharros) y la manipulación insalubre del agua constituyen factores de riesgo, aun cuando la fuente y la red de distribución se encuentren razonablemente protegidas. El almacenamiento del agua en puestos ambulantes de bebidas y alimentos son un riesgo considerable. Las inequidades sociales y el hacinamiento amplifican y profundizan el riesgo. El líquido que no recibe protección y cuidados suficientes origina innumerables problemas. En términos generales, las fuentes de contaminación pueden ser puntuales y de origen difuso (non-point source, en inglés). La primera ocurre cuando el drenaje impacta los cuerpos de agua en puntos específicos. La de tipo difuso, como el nombre lo indica, no tiene un solo punto de origen e impacto; el agua de retorno agrícola (regadío), la nieve derretida y las inundaciones que arrastran contaminantes a lagos, arroyos y océanos, son algunos ejemplos. No sobra insistir en que la contaminación difusa es más difícil de identificar, medir, monitorear y prevenir que las descargas puntuales, por lo que representa una de las mayores preocupaciones ambientales a nivel global. Los efectos del clima y eventos particulares (por ejemplo, El Niño) y los asentamientos humanos en zonas de mayor riesgo justifican sobradamente esa preocupación. El autor trabaja en varios proyectos sobre los temas anteriores. Puede localizarse en el Instituto Nacional de Salud Pública. |