Ecológica, 29 de Octubre del 2001   

La reproducción humana,
afectada por la contaminación ambiental

Antonio Jiménez Góngora

Miembro del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios en Salud y Derecho

Correo electrónico: [email protected]

El hombre, desde los inicios de su historia, ha constituido un factor determinante en la contaminación de este planeta. De este modo, en la medida en que sus capacidades productivas han evolucionado, la demanda de satisfactores se ha incrementado incalculablemente. Aunado a dicho proceso de generación evolutiva se presenta indefectiblemente un proceso degenerativo llamado "contaminación".

Dicho fenómeno invasivo está en, prácticamente, todos los planos de interacción del ser humano dentro de su entorno natural, en lugares tales como las aguas (sean marinas o continentales), los suelos (habitacionales, ocupacionales o de cultivo), los subsuelos y los espacios aéreos.

Los contaminantes son diversos y muy variados. Son tantos como procesos productivos existen. Incluso más que éstos, pues el hombre ha llegado al punto en el que, al instrumentar un supuesto beneficio directo a esa producción, genera al mismo tiempo un peligro indirecto para el ambiente del cual depende. El ejemplo más claro de esto es la aplicación de los plaguicidas en la agricultura, y en particular el caso del DDT, que se está erradicando de los campos de cultivo por su alta toxicidad para el hombre.

El impacto ambiental que ha tenido la actividad agrícola en los últimos 50 años ha sido enorme, sobre todo en lo tocante a los plaguicidas. Ya desde el siglo pasado (1962), Richel Carson presentó en su obra Silent Spring, pruebas fehacientes del efecto que estas sustancias sintéticas tienen y han tenido a lo largo de los años en la fauna silvestre y en el entorno natural. Hasta hace unos años, estos efectos nocivos no habían sido valorados y atendidos; no se tenía considerado el grave menoscabo que se produce en el desarrollo sexual y reproductivo de todas las especies, incluyendo al ser humano.

Estudios posteriores relacionan estos efectos disfuncionales con los llamados "disruptores endocrinos", los cuales menoscaban las funciones reproductoras de los humanos adultos y, en el peor de los supuestos, afectan la salud del producto en su fase embrionaria y fetal. José Santamarta afirma que, de persistir esta situación, la imposibilidad reproductora del hombre sería prácticamente total y se tendría que recurrir a técnicas de reproducción asistida.

En fechas más recientes y con relación a estos contaminantes orgánicos persistentes (COP) existen importantes esfuerzos internacionales para eliminar algunos de los productos más perniciosos tales como el DDT, aceites industriales (PCB), residuos como las dioxinas y los bifenilos policlorados. El primer intento se llevó a cabo a fines del 2000 en Johannesburgo, el cual no obtuvo resultados concretos, pero sí sirvió como base para que el 23 de mayo pasado se firmara en Estocolmo el Convenio sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes. México signó el mencionado convenio y aun cuando no cuenta con la aprobación del Senado de la República, adquiere compromisos internacionales para la eliminación de dichas sustancias.Es necesario resaltar que estos contaminantes, aun en concentraciones muy bajas, inducen en el hombre trastornos hormonales, nerviosos, inmunológicos y sobre todo reproductivos. Los síntomas de estas afecciones no se manifiestan en la generación adulta materialmente expuesta, sino en las generaciones descendientes.

Los COP concentrados en el cuerpo de la madre son transmitidos al producto a través de la placenta así como por la leche materna durante el periodo de lactancia. Los efectos dañinos se manifestarán a lo largo del desarrollo del infante.

Otro de los problemas más preocupantes dentro del proceso reproductivo del ser humano es el alto contenido de plomo en la sangre de muchos de los habitantes del planeta. Este problema no afecta directamente la posibilidad reproductiva del humano pero sí, y en gran medida, la capacidad cualitativa de reproducción, ya que estas graves intoxicaciones tienen como consecuencia algunas malformaciones irreversibles en el feto, entre las que destaca la anencefalia.

En nuestro país son dos las principales causas que provocan la intoxicación de plomo en la sangre: a) la contaminación atmosférica y b) el uso cotidiano de loza de cerámica vidriada.

Ambas situaciones tienen como consecuencia el alto nivel de concentraciones de plomo en las mujeres en edad reproductiva, no sólo en la sangre, sino también en su composición ósea. Esto afecta de manera directa al producto, tal y como lo comprueban estudios como los de Luz Elena Sanin, del Instituto Nacional de Salud Pública y los de Rosalba Rojas de la Dirección General de Salud Ambiental de la SSA, en los que demuestran cómo las altas concentraciones de plomo en el aire de la Ciudad de México cobran presencia en el cordón umbilical y la placenta de las mujeres embarazadas. Además, el que los alimentos se consuman en loza de cerámica vidriada es importante causa para que los contenidos de plomo en los huesos del producto se eleven considerablemente.

En México existe una Ley General de Salud y una Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente en las que se reconoce competencia a la Secretaría de Salud y a la del Medio Ambiente y Recursos Naturales, respectivamente, para conocer y reglamentar estos asuntos. Existen normas oficiales mexicanas que determinan los niveles máximos de concentración de plomo en la sangre (NOM-EM-004-SSA1-1999) o las que establecen los límites de plomo y cadmio solubles en la cerámica vidriada (NOM-010-SSA1-1993) pero no han asegurado su eficiencia.

Hace falta una profunda especialización técnica en lo que al control de contaminantes se refiere; un perfeccionamiento legislativo que regule tanto las emisiones contaminantes como los procedimientos de almacenaje, eliminación, tratamiento o regeneración de éstos. Sobre todo es necesario que las normas vigentes se cumplan puntualmente, no únicamente por el particular, sino por la autoridad misma.


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