LUNES Ť 29 Ť OCTUBRE Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

"Es lo que hay"

DURANTE UNA CORRIDA celebrada el año antepasado en la Plaza El Relicario, de Puebla, alguien desde el tendido le gritó a Enrique Ponce "šnovillero!", ante la pobre presencia de la res con la que el valenciano hacía como que se la jugaba. Sin inmutarse, el incansable maestro -cien o más corridas por año durante los últimos diez- volvió la cara hacia donde había surgido la voz para contestar-gritar: "šEs lo que hay!", y siguió jugándosela.

EN PARTE CÍNICA, la respuesta tuvo su sentido. Las figuras españolas, únicas que hace años interesan a la gran masa de espectadores, no a los aficionados, imponen más condiciones que nunca en lo que a comodidad se refiere, sabedoras de la creciente dependencia taurina propiciada y padecida por los empresarios mexicanos, pasmados por lo menos hace 20 años y resignados a importar, en vez de producir, diestros interesantes.

EN LA CORRIDA inaugural de la temporada grande 2001-2002 las cosas no tenían por qué ser distintas, y la otrora fiesta brava de México en la antaño plaza más importante del país, llena casi a toda su capacidad por la pretérita afición que lo mismo asistía a novilladas que a corridas de toros y que hoy nomás acude cuando se anuncia a importados famosos, acusó la misma confusión que el gobierno "del cambio" y sus esperanzados votantes.

SE TRATO DE UNA FUNCION predecible y condicionada -como el que admira un cuadro por quien lo firma antes que por la pintura en sí-, a la que legiones de espectadores acudieron a aplaudir y a extasiarse, al margen de la mayor o menor ortodoxia con la que los actuantes hicieran las cosas.

CUANDO LA CONFUSION aún no se generalizaba, el juez de plaza en turno solía fungir no sólo como autoridad máxima en el coso, sino además como elemento orientador y contenedor de los antojos del "respetable" -más por las respetables cantidades que paga para entrar que por los conocimientos con que entra-, el cual poco a poco aprendió a ser menos caprichoso y más exigente.

HOY, HOY, HOY, CON una democracia de los dientes para afuera y un régimen fuerte con los débiles y débil con los fuertes, las autoridades taurinas no tienen por qué negarle sus caprichos a la gente bonita que llena la plazota, por lo que el juez Manuel Gameros inició la gran barata de orejas al conceder pueblerinamente dos a Pablo Hermoso de Mendoza por una faena tan meritoria como malograda con el rejón de muerte. Pero sólo los amargados se fijan en estas minucias.

LEOPOLDO CASASOLA, quien confirmó su alternativa española del pasado 21 de septiembre en Munera, Albacete, bastante hizo con la mansada del hierro de De Santiago: solvente, quedándose quieto y tratando de estructurar, el joven diestro aún no acaba de asimilar un concepto: además de dominio técnico, el arte del toreo es exigencia de interioridad y expresión emocional.

PERO ES LO QUE HAY, como dijo el otro, y está visto que también en la globalización taurina -coloniaje y dependencia deliberada, como se documenta en Proceso de esta semana- unos deben abrirse para que otros entren.