JAZZ
Banda elástica, en concierto
Antonio Malacara
SABADO 27. ATRAVESAMOS el antiguo corazón de la ciudad. A un costado de la catedral de los católicos y ante las ruinas del templo casi mayor de los aztecas, se extendían grupos de artesanos, danzantes, vendedores de tiliches, escuadrones de la muerte y vampiros. La librería Porrúa aparecía congelada en el tiempo, y junto a ella, el Anfiteatro Simón Bolívar, donde la Banda Elástica ofrecía uno de sus conciertos, tan lamentablemente escasos en los últimos tiempos.
DESPUES DE LAS seis y media se abrieron las puertas; un problema técnico había hecho esperar por más de media hora a una larga fila iluminada por todas las fachas y todas las edades. Sósimo Hernández sólo esperó a que dieran la primera llamada y salió a escena insinuando los primeros sonidos del bajo. Un niño lo saluda desde las butacas, Sósimo le contesta. Nos sorprende cómo el maestro puede impregnar de sobriedad unos toques tan básicos, tan sencillos.
CASI DE INMEDIATO aparece Guillermo González guitarra en mano y el sonido local se apresura a decir que ésa es la tercera llamada. Cobra forma una improvisación efectista con Guillermo Portillo y Juan Alzate mandando los sonidos de sus saxofones desde las últimas butacas del anfiteatro. Las percusiones aparecen también entre el público; Pepe Navarro y el secre de la banda se hacen cargo de ellas, mientras Luis Miguel Costero no llega a la batería, se queda a medio camino simulando discutir con alguien tras bambalinas. Hay un séptimo elemento en el escenario: un niño de unos cinco años con una guitarrita acústica conectada a la imaginación.
DE LOS EFECTOS, y una vez todos en escena, la banda pasa a Cine negro, un tema incluido en su segundo elepé que echó por tierra lo apuntado en el programa de mano, pues aunque se anunciaba que Banda Elástica interpretaría el material del álbum Maquizcóatl (1996), resultó que durante toda la noche no apareció uno solo de estos cortes. Fue más bien una retrospectiva rebosante de emoción y momentos geniales, donde confluyeron piezas de Banda Elástica (1986), Banda Elástica 2 (1989), Los Awakates de Nepantla (1994) y Catálogo de Tiraderos (1997), pero nada de Maquizcóatl.
HACE DOS AÑOS, la banda encargó composiciones a varios amigos para conformar lo que será su nuevo álbum, pero por ene circunstancias éste no ha podido salir a la luz (en este momento se encuentran en las últimas mezclas) y el sexteto (septeto) nos agasajó con los conceptos que manejaban en los años ochenta y principios de los noventa, cuando maravillaban a propios e impropios con una impecable fusión entre la formalidad de la música académica y la poderosa y lúdica presencia del rock progresivo con ecos jazzeros. Todo, evidentemente, enmarcado por un virtuosismo instrumental y una desbordante imaginación que nadie, hasta ahora, ha podido igualar por estas tierras.
HOY, LAS BARBAS han encanecido y las frentes se han ensanchado, Luis Miguel Costero y Juan Alzate se integraron al proyecto desde los conciertos de '97 en Bellas Artes aportando nuevas voces, los timbres prehispánicos aparecen esporádicamente con las percusiones de Pepe Navarro (que no deja de iluminar las atmósferas con su marimba), la claridad del discurso netamente vanguardista es más patente que nunca... pero Banda Elástica "es la misma"; ahí están las construcciones que metamorfosean la realidad a su antojo, las atonalidades que destruyen y reinventan los silencios, las rutas fugaces y eternas de cada improvisación, el más amplio de los sentidos vitales cuando alguien se compromete y cumple con el quehacer artístico.
HUBO DOS ESTRENOS: Aliento, un funk bizarro escrito por Gabriela Ortiz para el nuevo disco, y Cápsulas, del maestro Francisco Téllez, que no aparecerá en el álbum por venir, pero que fue a final de cuentas lo más jazzístico en el programa de una banda tan elástica que resulta ocioso tratar de etiquetarla o encasillarla en algún género. Al diablo con los adjetivos, que para eso está la subjetividad y la abstracción de los sonidos cuando entran en contubernio con los silencios de una manera tan impactante... tan de a de veras.