LUNES Ť 29 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Muy chulos y coquetones... se inaugurará el martes

Ahora lo escandaloso es la homofobia: Alejandro Brito

MERRY MAC MASTERS

El número 41 fue un estigma que se puso a la población homosexual en el siglo XX. Relacionar el 41 con la homosexualidad perdura hasta ahora. Muchas personas, sin embargo, desconocen cómo nació esa marca. No saben que el 17 de noviembre de 1901 hubo una redada de homosexuales que en privado bailaban; algunos se travestían.

Los 23 arrestados fueron rapados. (Esa cifra luego se redujo a 22, ya que según se rumoraba, Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz, entonces presidente de México, figuraba entre los detenidos.) Los 19 que habían asistido a la fiesta vestidos de mujer, después de barrer las calles, fueron deportados en tren a Yucatán, donde se les condenó a trabajos forzados en el Ejército Mexicano, que en ese entonces peleaba contra los mayas.

En vísperas del centenario de ese acto de homofobia y a fin de desagraviar esa afrenta, el suplemento Letra S. Salud, Sexualidad, Sida y el Museo de la Ciudad de México han organizado la exposición Muy chulos y coquetones. La redada de los 41. A cien años de un agravio, que se inaugurará este martes, a las 19:30, en el recinto de Pino Suárez 30, Centro Histórico.

 Allí, cerca de medio centenar de artistas plásticos, fotógrafos, caricaturistas e ilustradores retomarán los grabados que en su momento hizo José Guadalupe Posada en torno a ese escándalo de la época para abordar el tema de manera libre.

Los expositores son Marisa Lara, Arturo Guerrero, Rafael Cauduro, Mario Torres Peña, José Esteban Martínez, Lucía Maya, Flor Minor, Elena Villaseñor, Ricardo Ragazzoni, Nahum B. Zenil, Eligio Avilés, Ricardo Anguiano, Froilán Ruiz, Carlos Guerrero, Yolanda Andrade, Adolfo Pérez Butrón, Lourdes Almeida, Oscar Sánchez, Marco Antonio Pacheco, Antonio Helguera, Manuel Ahumada, José Hernández, Gonzalo Rocha, Rafael Barajas El Fisgón, y Manuel Gómez Morfín.

El estigma del 41

Según Alejandro Brito, director de Letra S, no sólo se trata de recordar el acontecimiento, sino subrayar que "si hace 100 años la conducta escandalosa y obscena era expresar una preferencia sexual, un siglo después la conducta escandalosa y obscena que atenta contra las buenas costumbres democráticas sería una actitud de homofobia".

El escándalo de los 41, señala el entrevistado, es el primer registro público en la historia de la existencia de un modo de vida diferente en México. Antes, en la literatura hay personajes que se describen como afeminados, por ejemplo, Chucho el Ninfo, de la pluma de José Tomás de Cuéllar, pero son pocos, ya que "no se podía nombrar lo innombrable".

cuarentaiuno

A raíz de la redada el número 41 se volvió prohibitivo. Si a algún hombre le tocaba, de inmediato tenía que decir ¡zafo! para deslindarse de eso que cuestionaba su hombría. Las crónicas posteriores, continúa Brito, hablan de que en el mismo ejército no había un batallón 41, los hombres no cumplían 41años, tampoco existía ese número en las oficinas de gobierno.

La represión brutal que sufrieron aquellos hombres se convirtió en "la respuesta que predominó a lo largo del siglo hasta los años sesenta y setenta, en que surgen los primeros grupos gay". El director de Letra S explica: "Es una respuesta ilegal, brutal, arbitraria, porque las leyes ni hace 100 años prohibían la homosexualidad. Incluso, los mismos periódicos de la época reconocen la desproporción de esta propuesta, pero al mismo tiempo dan cuenta de que en el Código Penal no existe una figura que pudiera castigar ese tipo de conducta. Pero al mismo tiempo justifican la respuesta del gobernador de entonces, porque la califican como una conducta no solo antinatural, sino que traiciona la misma esencia de ser mexicano. Es una traición a la patria porque los mexicanos no son así".

 Haberlos condenado a trabajos forzados sin proceso por medio, era, además, un castigo que se daba a los rateros y vagos, anota Brito. Lo curioso es que "después de la Revolución, mientras ya había una ley que aplicar a la gente que delinquía, a los homosexuales se les siguió respondiendo igual, sin proceso, encerrando o enviando a las Islas Marías muchas veces. Incluso Daniel Cosío Villegas, uno de los intelectuales más prominentes de la Revolución, en su obra La historia moderna de México, pone el escándalo de los 41 como uno de los signos de la decadencia moral y social porfirista. Esos son prejuicios que se repiten".

 A un siglo de dichos acontecimientos, Brito dice que la situación ha mejorado a nivel de tolerancia social, sobre todo, "las nuevas generaciones en absoluto se escandalizan. Ya ni creen que la conducta homosexual es obscena". Sin embargo, aunque en abril pasado el Congreso de la Unión aprobó una reforma a la Constitución que prohíbe todo tipo de discriminación, "todavía no se atrevieron a hablar de la preferencia sexual y ponerlo en el texto".