LUNES Ť 29 Ť OCTUBRE Ť 2001

El modelo alemán

En el siglo XXI las bibliotecas públicas ya no pueden ser esos grandes almacenes de libros con un solo tipo de servicio a los usuarios. Deben convertirse en centros de información apoyados en las nuevas tecnologías y con la capacidad de ofrecer solución a cualquier necesidad del público que recurre a ellas, sean profesionistas, niños o amas de casa, indica el director de la Biblioteca Municipal de Colonia, Alemania, Horst Neisser, para quien "es mejor tener pocas bibliotecas pero buenas, que muchas y malas".

Ante todo, declaró el escritor alemán, debe cambiar la imagen de que las bibliotecas públicas son para gente de pocos recursos, para amas de casa que no tienen nada que hacer o para los niños. Esa "es una imagen muy desprestigiada... La gente tiene una visión equivocada, porque no sabe que podemos ayudar igual al comerciante, al científico, al abogado o al estudiante".

En Colonia, "tratamos de corregir la idea de que el servicio es sólo para el tiempo libre, ya que la biblioteca es una fuente muy rica para resolver cualquier pregunta.

''Son centros de información, de encuentro, donde uno puede trabajar, resolver problemas y familiarizarse con la modernidad. En un país como México es sumamente importante que haya lugares donde la gente pueda experimentar y acercarse a las nuevas tecnologías.''

Entre los problemas a los que se enfrentan las bibliotecas públicas en Alemania están la transformación del contenido, por los cambios en la forma de acceder a la información a nivel internacional, y la capacitación del personal, no tanto en la clasificación de los textos o el servicio al público, sino en la operación de las nuevas tecnologías.

En el pasado, dice Horst, se le entregaba un libro a una persona y era claro que sabía leer. ''Hoy con la nueva tecnología no es algo que se dé por sobrentendido, porque no le puedo decir a una persona: 'está la computadora, está la Internet, el cd-rom', ya que muchas veces el usuario no sabe utilizarlos y hay que enseñarles.''

Otro de los problemas en las bibliotecas públicas en Alemania, como en México, es la falta de presupuesto, pero mientras en el país las autoridades pretenden que el gobierno sea el único proveedor de fondos, en la nación europea y otros lugares del mundo, como China o Rusia, se buscan alternativas para autofinanciarse: "en Moscú, por ejemplo, rentan espacios a las empresas y en China fue algo más loco: llenaron uno de los pisos con billares y recibieron mucho dinero".

La Biblioteca Municipal de Colonia, fundada en 1890, recibe de la ciudad 24 millones de marcos al año (poco más de 11 millones de dólares), y se autofinancia con otros cuatro millones de marcos anuales (casi 2 millones de dólares) por concepto, entre otros, de cuotas de inscripción -que para un profesionista es de 40 marcos, las personas de escasos recursos pagan tarifas más bajas y a los niños no les cuesta nada- y el cobro por el servicio de los cidís, dividís, los pianos (porque esa biblioteca cuenta con un estudio con un piano de cola y otro eléctrico) y la cafetería.

Horst reconoció que en México no se podría exigir tanto como en Alemania, "pero sí se podría pedir algo; si yo pido dinero entonces el servicio tiene que ser óptimo. Pero una biblioteca que sólo tiene libros caducos no puede pedir nada".

Existen muchas posibilidades para hacerse de recursos económicos, pero lo más importante "es que haya un cambio de mentalidad en los responsables de las bibliotecas".

Uno de esos cambios, radicales, es que las autoridades deben entender que "no se trata de coleccionar libros, desgraciadamente eso es algo que se hace demasiado. Hoy con la tecnología de la información el acervo de libros ya no es tan importante". Ahora, dijo, es posible imaginar una biblioteca completamente virtual, porque las editoriales ya no sólo tienen sus libros impresos sino en e-book.

En las ciudades alemanas de Berlín, Dortmund y Colonia existe un proyecto que se ensayará este año: el préstamo de libros mediante la Internet, en el que los e-book se envían al usuario como archivo anexo (attachment), no pueden ser copiados y se autodestruyen en cuatro semanas. "Es casi la misma cosa que el préstamo de libros directamente de las bibliotecas, nada más que en forma electrónica, y esa también podría ser una alternativa para el sistema de bibliotecas en México".

Horst defiende la política de "pocas bibliotecas, pero buenas", ya que para él no tiene sentido tener muchas bibliotecas malas y pequeñas que también cuestan dinero. Tal vez, dijo, los usuarios tendrán que recorrer grandes distancias, pero lo harán porque saben que van a una buena biblioteca donde encontrarán lo que necesitan, sobre todo material en buen estado.

En Alemania existe una cultura de respeto por el acervo. En el caso de que alguien destruya el material tendrá que pagarlo. Si no regresan los libros, videos o casetes deben pagar una multa e incluso podrían ser arrestados, "porque hasta la persona más pobre puede regresar un libro".

La Biblioteca Municipal de Colonia recibe un promedio de 2 millones de visitantes al año, en una ciudad donde vive un millón de personas. Alberga la colección germánica-judaica dedicada a la historia del judaísmo alemán, y cada año adquiere 80 mil títulos nuevos, que incluyen discos, casetes, dividís, cidís y videos.

Se encuentra en un edificio de cinco pisos en el que se construye un centro de música para ampliar los servicios del actual estudio; tiene un salón para videoconferencias, salas de Internet "con mucha demanda", y desde sus salas es posible planear un viaje a cualquier parte del mundo gracias a sus sistemas de información.

Cuenta con cerca de 10 mil videos y películas en su idioma original, además del tradicional acervo bibliográfico y hemerográfico. El préstamo del material puede hacerse por la Internet y, por cierto, hay servicio a domicilio. ERICKA MONTAÑO GARFIAS