lunes Ť 29 Ť octubre Ť 2001

Carlos Montemayor

Un nuevo rescate

Poco antes de los atentados en Nueva York y en Washington, sorprendió a muchos mexicanos el proceso llamado oficialmente de "expropiación" de 27 ingenios azucareros, porque una medida así no formaba parte de la política económica que se proponía impulsar el presidente Fox. La expropiación es un proceso con diversas facetas políticas, económicas, sociales y laborales, mediante el cual el gobierno en funciones asume como responsabilidad de Estado una rama de la producción económica porque la considera esencial para los intereses mayoritarios del país. Estamos hablando de una adquisición absolutamente de Estado para modificar los vectores que concurren en el fenómeno de lo que llaman ahora libre mercado (que no es libre, sino impositivo). El proceso de expropiación forma parte de una idea de gobierno y de una participación del Estado en la vida económica que no tiene que ver, pues, con el pensamiento del secretario Usabiaga, con el pensamiento del secretario Gil Díaz, con el pensamiento del secretario Derbez, con el pensamiento del presidente Fox, ni mucho menos con los planes que tienen para México el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

ƑCómo es posible que un gobierno que se autodenomina de empresarios, por empresarios y para empresarios, expropie 27 ingenios que están, según las versiones oficiales, en quiebra total y con pasivos que rebasan con mucho los activos? ƑPor qué una expropiación? La expropiación tiene una función de rescate, en efecto, de los intereses nacionales. La expropiación busca sostener la vigencia, productividad y crecimiento de las empresas en función del interés nacional; se propone como una acción directa para continuar con esa producción a partir de una responsabilidad de Estado que se considera socialmente superior a los intereses de las empresas privadas, sean empresas nacionales o extranjeras.

Pero el actual gobierno habló de una expropiación sui generis: no se propone cuidar los intereses de la nación, sino sanear las finanzas de ingenios destrozados y saqueados para venderlos a corto plazo. Esto se acerca más a una maniobra dudosa, ambigua, tan indefendible como el Fobaproa, el IPAB o el rescate carretero. Si el gobierno del presidente Fox hubiera dicho que se expropiaron para impulsar la industria azucarera hasta las últimas potencialidades de esta industria, estaríamos hablando de una expropiación real, lógica y, sobre todo, congruente con la responsabilidad del Estado.

Las palabras del secretario de Hacienda, Gil Díaz, fueron ilustrativas la noche del 3 de septiembre de 2001: "si no se hubiera dado la expropiación, la alternativa hubiera sido nuevamente entregarle a un sector, es decir, a los propietarios de los 27 ingenios, recursos que, como en el pasado, se han aprovechado en un porcentaje importante para ser extraídos en beneficio de los dueños en lugar de estar apoyando al sector; es decir, han estado ordeñando estos recursos en beneficio personal y no invirtiéndolos en maquinaria, en reconversión, en productividad, en producción. Teníamos que hacer un corte y resolver el problema".

Los grupos azucareros afectados han negado que los ingenios expropiados se encuentren en las condiciones denunciadas por el secretario de Hacienda. Lo importante, sin embargo, es el mensaje que envió: estos recursos han sido para beneficio personal y no se han invertido en maquinaria, reinversión y producción. Deberían, por tanto, hacer un corte y resolver el problema.

Pero esto es exactamente lo que se ha hecho durante los últimos 19 años con la Comisión Federal de Electricidad, Luz y Fuerza del Centro y Pemex. Los presidentes de la República y los secretarios de Hacienda han privado al sector energético de sus recursos. Han ordeñado al sector energético para el gasto público, para cubrir saqueos de los defraudadores de la nación y pagar deuda extranjera. No han empleado sus recursos en maquinaria, en reinversión, en productividad. Esperan que se mueran por inanición. Así justificarán entregar a las grandes compañías transnacionales el sector energético de México.

De ninguna manera se defiende el interés nacional saneando 27 ingenios, sin expropiar los corporativos o administraciones centrales, para después venderlos a otros empresarios. Es un nuevo mecanismo para decir que al Fobaproa o IPAB no les llamaremos Fobaproa ni IPAB; que al rescate carretero no le volveremos a llamar rescate carretero; que al rescate azucarero no le volveremos a llamar rescate azucarero. Pero los que pagaremos este proceso de saneamiento de los ingenios y de la industria azucarera para que luego se venda a empresas trasnacionales seremos de nuevo los ciudadanos mexicanos. Paradojas de nuestro país extraordinario en el cambio que arrasa con todo, hasta con el nombre de escritores célebres de la lengua española.