Falta ampliar los servicios para atraer a la sociedad, coinciden expertos
Bibliotecas públicas, espacios precarios
Las bibliotecas públicas del país se
han convertido en lugares para hacer la tarea. El acervo está constituido
en 90 por ciento por materiales para estudiantes de nivel básico
y tiene pocas alternativas para el "lector por gusto". El personal que
las atiende cursó, en el mejor de los casos, bachillerato.
El ''medio'' para fomentar el gusto por los libros,
meta fundamental del Programa Nacional de Cultura 2001-2006, está
en condiciones deplorables
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
El Programa Nacional de Cultura 2001-2006 se plantea, entre sus metas prioritarias, el fomento a la lectura. Para este punto, cuyo antecedente inmediato es la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro del año pasado, se prevé para el fin de sexenio el desarrollo de la red nacional de bibliotecas públicas, aumentando a mil 100 el número de establecimientos, y dotarla de mayores recursos para el mejoramiento de sus instalaciones. Planea además ampliar los acervos, modernizar los servicios de información y consulta, capacitar al personal, promoverlas en medios de comunicación -principalmente los electrónicos-, incrementar la participación de la sociedad y fortalecer los programas de formación de lectores.
Otro de los grandes proyectos es convertir a la Biblioteca México en una superbiblioteca, capaz de apoyar el desarrollo de los establecimientos del interior del país, con mejor acervo, servicios de información y nuevas tecnologías.
El director general de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Jorge Von Ziegler, comenta que el asunto es transformar a la México en una biblioteca central del sistema, lo que tomaría entre dos y tres años debido a que se debe hacer un diagnóstico para determinar el tipo de recinto, hacer la planeación y ejecutar el proyecto.
Hasta ahí las buenas intenciones, ya que por el momento no ha habido ningún cambio dentro de esos espacios. El personal no tiene ni idea de lo que planean sus jefes para readecuar el papel de esos espacios o cómo pueden participar en la formación de lectores; desconocen lo que son las nuevas tecnologías, y los que saben no le ven mayor relevancia a su aplicación; su trabajo se limita a prestar los libros y, en algunas ocasiones, verificar que sean devueltos en buen estado.
Para estos empleados lo extraño sería ver entrar a un mayor número de adultos: la costumbre es atender a estudiantes desesperados por terminar rápido la tarea y poder hacer cosas "más productivas", como jugar Nintendo o futbol.
Especialistas consultados subrayaron la necesidad de fortalecer primero las bibliotecas escolares para apoyar verdaderamente los trabajos en el salón de clase, y que así las públicas dejen de ser meros receptores de alumnos y se conviertan en centros culturales con distintos servicios y no sólo de préstamo de libros. (El de acervo hemerográfico es prácticamente inexistente y en la mayoría ni siquiera es posible consultar el periódico del día.)
En México se ha desvirtuado la filosofía detrás de un sistema de bibliotecas públicas para la ciudadanía, y en ese contexto hay una razón para entender por qué al entrar en una pública lo más que se va a encontrar son colecciones limitadas sobre literatura o historia del país, acompañadas por un alto porcentaje de libros de texto, subraya el director de la biblioteca de El Colegio de México, Alvaro Quijano, para quien "hay un desvirtuamiento desde la administración central, en el sentido de que la enseñanza pública no tiene un respaldo de bibliotecas que deberían estar orientadas al proceso de enseñanza-aprendizaje".
Quijano señala que el de las bibliotecas escolares es un problema de política pública, pues, por ejemplo, la ley establece que las escuelas privadas deben tener "cuando menos un saloncito" a manera de biblioteca para poder registrarlas o incorporarlas, lo cual no ocurre con los colegios públicos.
Más que una nueva biblioteca, "lo que necesitamos es una dependencia centralizada que nos lleve a la creación de un catálogo nacional; eso no lo tenemos aquí. Se requiere un organismo rector del sistema de bibliotecas públicas", puntualiza.
Elsa Ramírez, del Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas de la UNAM, declara que ante la falta de bibliotecas escolares la pública "se ha visto obligada a desempeñar esta función, lo que ha limitado la realización de servicios que apoyen las actividades formativas, informativas y recreativas para toda la población".
Es necesario, dice, que haya corresponsabilidad entre los gobiernos de los estados, el sistema educativo, la sociedad civil y el sector privado para lograr el desarrollo sostenido de las bibliotecas públicas, a fin de que puedan extender sus servicios a toda la sociedad, e "incluso necesitan salir de sus recintos" para acercarse a la población.
Von Ziegler coincide en que las bibliotecas no pueden ofrecer un servicio pasivo que se dé sólo en un local; "tienen que buscar a sus usuarios, a todos los grupos de la sociedad", y reconoce que las bibliotecas "se encuentran o han estado en un nivel elemental del servicio".
La coordinadora general de la Biblioteca Nacional, Rosa Fernández de Zamora, subraya que uno de los primeros problemas que se deben resolver es convertir en realidad la idea de que las bibliotecas públicas son para toda la sociedad, especialmente en un país con una tradición de cuatro siglos en la materia. "Debemos hacer bibliotecas que inviten y que se acerquen más a la población; que la comunidad se sienta dueña de esa biblioteca y no le tenga miedo a entrar, porque las ve como algo distante".
También hay que redefinir el concepto de biblioteca pública, porque "hay quienes las ven como recintos donde pueden consultar acervos, o lugares donde se puede ir a escribir, leer y hacer la tarea, porque no tienen espacio en sus casas, pero ambas concepciones son insuficientes. Las bibliotecas son espacio de encuentro con libros y con personas; sus usos son tan variados como los usuarios, y son espacios que invitan al público a acercarse y hacer uso de los materiales ahí resguardados", señala el gerente de Libros para Niños y Jóvenes del Fondo de Cultura Económica, Daniel Goldin.
Según el director de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA), Nahum Pérez Paz, uno de los principales problemas es la falta de personal capacitado. En el país no es difícil encontrar a la comadre, al compadre, a la nuera o al vecino del presidente municipal atendiendo la biblioteca, dice Quijano.
Los egresados de la ENBA, unos 140 al año, prefieren trabajar en bibliotecas universitarias y privadas, ya que obtienen mejores sueldos -de entre cinco mil y 12 mil pesos al mes, comparados con los 2 mil 500 o menos que reciben los trabajadores de las bibliotecas públicas-, y eso inevitablemente lleva a un círculo vicioso: "si no hay personal profesional no hay buenos salarios, si no hay buenos salarios no hay personal profesional, y los servicios siempre darán de qué hablar", agregó Pérez Paz.
La propuesta del director de la ENBA es que los empleados que sólo tienen la primaria estudien la secundaria, los que tienen secundaria que hagan el bachillerato y los que ya lo tengan estudien alguna de las carreras que ofrece la ENBA o el nivel de profesional asociado que da la institución a distancia. Esto, dijo, tiene que ir acompañado de un programa de estímulos y de mejoría de los salarios.
Sobre el fomento a la lectura, los consultados coincidieron en que es necesario que se estimule el gusto por los libros de calidad desde la escuela, pero advirtieron que este proyecto no llegará a ningún lado si no se trabaja también con la familia. Es inútil que en las aulas se les inculque el amor por la literatura si después llegan a una casa en la que sólo se ve televisión, puntualizó la investigadora Elsa Ramírez.
El escritor Carlos Fuentes dijo durante la presentación del Programa Nacional de Cultura: "la biblioteca pública es una de las bases de una sociedad sana y fuerte", y en la clausura del segundo Congreso de la Lengua, celebrado hace unos días en España, enfatizó que el fomento a la lectura debe hacerse mediante las bibliotecas públicas. Para El Bola y sus tres amigos, todos alumnos de secundaria, la situación es clara: no estarían en la biblioteca de no ser porque los mandó "la pinche maestra".