Seyed Farian Sabawi
La reina del Golfo seduce a Estados UnidosŤ
La República Islámica es una vieja dama que demuestra más de sus años. La crisis afgana le ofrece la oportunidad de hacerse una cura de belleza y regresar a la escena internacional. Una oportunidad que puede perder: la del acercamiento a Estados Unidos. Expulsado el cha y desatada la Revolución, en noviembre hace ya 22 años, los seguidores de Jomeini ocupaban la embajada estadunidense y secuestraban a sus empleados por 444 días. Las relaciones diplomáticas entre Teherán y Washington se interrumpieron.
A pesar de las divisiones internas y las manifestaciones de estudiantes en varias ciudades contra los bombardeos, Irán no ha perdido ocasión para reaproximarse a Estados Unidos. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Hamid Reza Sefi, confirmó la existencia de un acuerdo con la administración Bush, el cual habría sido divulgado el miércoles, según The New York Times.
Los ayatollah se comprometieron a colaborar con los militares estadunidenses que necesiten algún tipo de auxilio, durante las operaciones contra los talibán. Asefi no quiso dar más detalles, pero probablemente se trata de pactos internacionales para ayudar a los pilotos y aeronaves dañados por las fuerzas antiaéreas enemigas, o bien obligados a efectuar un aterrizaje de emergencia.
Washington y Teherán no tienen relaciones diplomáticas desde hace más de 20 años. Para llegar a este acuerdo tuvieron que entrar en el asunto los suizos, que en Irán representan también los intereses de Estados Unidos.
Desenredar esta madeja no será fácil, en vista de que Irán está todavía en la "lista negra" de la FBI de países acusados de patrocinar el terrorismo.
¿Qué pueden ganar los ayatollah? Las ventajas inmediatas son cinco:
1) Las sanciones estadunidenses serían abolidas, permitiendo a la sociedad petrolera estadunidense entrar en el mercado energético de la República Islámica, y a la compañía aérea del Estado, adquirir nuevas aeronaves y piezas de recambio. Según el periódico Entekhab, altos funcionarios estadunidenses habrían enviado ya una carta al consorcio aeronáutico europeo Airbus, dando autorización para instalar motores estadunidenses Rolls Royce en las aeronaves encargadas por Irán. El encargo se había retrasado a causa de las sanciones.
2) Un acercamiento llevaría al Departamento de Estado a repensar la estrategia del paso de los oleoductos a través de Azerbaiján, Georgia y Turquía. Los estadunidenses podrían entonces abandonar el proyecto de tres mil millones de dólares de la Baku-Tbilisi-Ceyhan, y optar por la vía -más cómoda y menos costosa- a través de Irán. Además de ser menos corrupto, Irán es una zona políticamente más estable con respecto al pasaje oriental por Pakistán.
3) Su ingreso a la Organización Mundial de Comercio no sería ya una utopía, pues no enfrentaría entonces el veto de Washington.
4) El apoyo estadunidense contribuiría a una solución del estatus del mar Caspio y, por lo tanto, a la división y reparto de los recursos energéticos.
5) Finalmente, la mediación de Estados Unidos daría, además, una mano para resolver la antigua disputa con los Emiratos por un puñado de islotes de importancia estratégica, dispersos en el Golfo Pérsico.
Por ahora, pese a la oposición de Israel, la administración Bush busca suavizar su posición hacia los ayatollah. El Departamento de Estado se empeña además en impedir que los ex rehenes pidan 10 mil millones de dólares por daños y perjuicios a Teherán.
Si bien los ayatollah han criticado los bombardeos sobre Afganistán y prohibido a los cazas estadunidenses la utilización el espacio aéreo iraní, los "turbantes negros" no pueden más que alegrarse de la paliza que la aviación de las barras y las estrellas inflige a los talibanes. Para Irán, éstos no son más que causa de problemas: drogas, refugiados, represión a la comunidad chiíta de los Hazara.
Sobre el futuro de Afganistán, el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Kamal Kharrazi, se ha declarado contrario a cualquier fórmula impuesta desde el exterior. Ha afirmado, en cambio, que el pueblo afgano debe determinar su propio destino, mientras que a la ONU le corresponderá el papel de supervisor. El gobierno afgano reconocido por Naciones Unidas debería entonces tener un rol clave.
¿Qué vientos soplan en Teherán? A propósito de los bombardeos sobre Afganistán, la gente teme que Washington deje, una vez más, las cosas por la mitad. En otras palabras, se quiere evitar que los estadunidenses dejen a los talibanes en el poder o instalar un gobierno títere manejado desde Pakistán. Algo como lo que sucedió en 1991 durante la Guerra del Golfo Pérsico, con el ingreso de tropas estadunidenses a Irak: los tanques expulsaron a los soldados iraquíes de Kuwait, pero no llegaron hasta Bagdad, dejando a Saddam Hussein en el poder.
La comparación entre el Afganistán de los talibanes, en este nuevo milenio, y la situación de Irak en 1991, no es casual. Ambos regímenes, en efecto, obtuvieron en algún momento el apoyo de Estados Unidos. En 1980, durante la invasión de Irán por parte de las tropas de Saddam Hussein, los vendedores de armas made in USA hacían cola frente a las oficinas de Bagdad, y Washington no denunciaba la invasión.
Y, como ya se ha escrito varias veces, los talibanes tuvieron apoyo estadunidense cuando Washington los consideraba necesarios para detener las intenciones expansionistas rusas en Asia central. Con este fin, los mujaidines fueron entrenados por los agentes de la CIA. Finalizada la guerra fría, Washington dejó a los talibanes valerse por sí mismos. Justamente esta política de "toco y me voy" es la que analistas de la prensa iraní critican ásperamente.
Si Saddam continúa todavía en el poder se lo debe a la oposición iraquí, débil y fragmentada, en parte radicada en el exterior y por ello privada de un contacto real con el país. A 18 años de distancia, el problema de Afganistán es el mismo: falta un líder carismático y fuerte en condiciones de unir a varios clanes bajo la bandera de Afganistán. Massoud, el "león de Panjshir", podía haber sido el alfil en este tablero. Pero antes de iniciar la partida, Osama Bin Laden dejó fuera las dos torres y el alfil. El ex rey Zahir Shah desde hace tiempo ha abandonado el juego. Y la reina -Irán- arrastrando el peso de 22 años de teocracia, es una vieja dama que por ahora se limita a observar con atención.
ŤArtículo publicado en Il Manifesto el 25 de octubre
Traducción: Alejandra Dupuy