DOMINGO Ť 28 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť La mayoría de los jóvenes sólo asistió al concierto; luego se regresaría sin visitar el FIC

En una Yerbabuena a la cuarta parte de su aforo se presentó La Maldita Vecindad

RENATO RAVELO ENVIADO

Guanajuato, Gto., 27 de octubre. El concierto estelar de La Yerbabuena no cubrió las expectativas de la semana anterior, a pesar de la presencia de La Maldita Vecindad y de Panteón Rococó. En tanto, seis de cada diez jóvenes consultados descartaron que después del concierto se dirigieran a Guanajuato.

Provenientes principalmente de ciudades cercanas llegaron, según los organizadores, con base en el boletaje, 11 mil muchachos, aunque el escenario para alrededor de 20 mil personas distaba mucho de estar a la mitad de su ocupación; estaba más bien a la cuarta parte.

Nuevamente los precios funcionaron como una especie de freno a la venta de bebida, que según Ramiro Ruelas García, de la casa patrocinadora Don Julio, fue menor, si bien no depende de su área de mercadotecnia la distribución.

Por cierto que Ruelas García reveló que esa casa, que patrocina el Festival Cervantino, apoyó con más de un millón de pesos las actividades de esta versión. La cifra había permanecido en el misterio hasta ahora. La casa del tequila, que también produce una variedad más barata, Tres Magueyes, de un tiempo a la fecha ha optado por apoyar la cultura como lo hizo con la Muestra Internacional de Cine de Guadalajara y la exposición de fotografías de Juan Rulfo en Bellas Artes, que culmina el 13 de enero.

Strike abrió con estruendo la noche fría. La gente le aventó botellas, porque ciertamente algo de rencor se sentía en el ambiente. La expectativa era ver a La Maldita y no las propuestas de percusiones del grupo de Nueva Zelandia.

Un poco de manera injusta recibieron "fueras" y "uleros", que no acababan de entender los neozelandeses.

Tres muchachitas provenientes de Guadalajara aseguraban que era un fraude, que habían venido desde tan lejos para ver a los hijos del quinto patio, que pretendían, una vez que se presentara el grupo esperado, irse a Guanjuato en uno de los transportes puestos a disposición.

Mientras tanto, en el módulo de sector salud iniciaba la repartición condones, porque alrededor de un centenar de tiendas de campaña y muchos rincones oscuros propiciaban en los muchachos formas orgánicas de quitarse el frío.

Panteón Rococó vino a prender la noche. Su propuesta musical fue recibida por quienes habían pagado sus cincuenta pesos (o cien, incluido el de este sábado), si bien hubo una buena cantidad de cortesías, como una forma contante y sonante de retribución.

En la ciudad de Guanajuato, de acuerdo con uno de los oficiales encargado de la seguridad, entre tanto, el número de incidentes que requirieron intervención policiaca disminuyó, incluso visualmente las calles se vieron liberadas.

Al grupo australiano de Richard Walley and the Two Tribes le tocó la mala suerte de preceder a los malditos, ya que sus integrantes fueron agredidos por una parte del público que de esa manera manifestó su falta de criterio a recibir nuevas propuestas.

Cuando iniciaron los malditos aquello fue otro concierto. Tramaron una red que abarcaba de repente Chiapas, de repente la vocación vagabunda de pata de perro, siempre ese sello arrabalero que han mantenido casi sin alteración en más de una década.

Una centena de chavos, ya que era el momento propicio, empezó a ser consultados sobre el destino de su noche. Los de León pensaban regresarse, los defeños lanzarse a las calles de Guanajuato, si bien una buena cantidad tenía planes de pernoctar en el lugar de los hechos. Un recuento final reveló que en su mayoría se había acudido al concierto exclusivamente, que Guanajuato había sido privado de una derrama económica menor, a cambió de una presentación con más penas que glorias.