DOMINGO Ť 28 Ť OCTUBRE Ť 2001

MAR DE HISTORIAS

Album de fotos

CRISTINA PACHECO

Pedro, Ƒqué te pasa? ƑCómo se te ocurre tirar esas fotos? Dámelas. No me importa que salieran oscuras y un poquito movidas. No las quiero para un concurso, sino para pegarlas en tu álbum. Escríbeles atrás la fecha: 17 de octubre de 2001. Para nosotros fue un día muy importante. Con lo que está sucediendo en Estados Unidos, temíamos que te pasara algo o que te llamaran a la guerra.

Se me rodaron las lágrimas cuando te vi en el aeropuerto. No te reconocía. Estás mucho más flaco de como saliste en la última foto que nos mandaste desde Washington, esa donde estás solito en un parque grandísimo todo lleno de nieve. Enseguida pensé en tus sufrimientos con ese clima tan extremoso al que no estás acostumbrado. Mi cuñada Aurelia a cada rato me decía: "No llores, no te mortifiques: Pedro está joven y a esa edad se aguanta todo".

A finales de septiembre, cuando me hablaste para decirme que como ya no encontrabas trabajo habías decidido regresarte, sentí que se me abrían las puertas del cielo. No creas que pensé: "Ay, mi hijo ya no va a mandarnos dólares, ya no podremos terminar de construir el cuarto para su hermana Lola". No, te juro que ni por aquí me pasó. Nomás quería verte, pero ya no en foto sino en persona. Dolores se ponía chípil cada vez que me encontraba mirando tu álbum. Pero qué otra cosa podría hacer para consolarme de tenerte tan lejos.

II

Dime la verdad: Ƒestás contento de haber vuelto? Te veo como triste. No lo niegues, te conozco; además tu primo Raziel me dijo que te sientes a disgusto porque nada salió como querías. No sé por qué, no fue tu culpa. Tú no lanzaste los aviones contra las torres ni ordenaste la guerra. Comprendo que te sientas mal. Ibas tan ilusionado. Se ve clarito en la foto que nos sacaron en el aeropuerto, cuando fuimos a dejarte: 12 de mayo de 1998. Sólo en las bodas de plata de tus abuelos te he visto tan contento.

Aquí tengo las fotografías de la fiesta. Este del sombrero eres tú. No te hagas que no te acuerdas. Les cantaste a tus abuelos La llorona porque era su preferida. En aquel momento qué íbamos a imaginarnos lo del accidente... Pobrecitos. Tengo guardados los periódicos donde aparecieron con los demás peregrinos, pero no he vuelto a ver los recortes.

Las cosas son muy raras, nunca sabemos nada. Ya ves, cuando les hicimos su fiesta a mis papacitos no sabíamos que les quedaban cuatro meses de vida, ni que al año te irías a Estados Unidos, ni que Dolores iba a regresarse a vivir con nosotros. No quiere saber nada de su marido. Es más, hasta descolgó su retrato de bodas. Por mí mejor, porque sólo de verla junto a Humberto se me amargaba la boca. Pero eso es lo de menos. Lo que me preocupa es ver a Lola tan joven y ya completamente desmoralizada. Le digo que se arregle, que salga con sus amigas y ni siquiera me contesta. A tu padre casi ni le dirige la palabra.

Dolores ha de pensar que es culpa nuestra su fracaso matrimonial por no haberle impedido que se casara con Humberto. No es justo. Oíste la de veces que le advertimos: "Ese hombre no te conviene. Esos regalos que te da, Ƒcon qué los compra? ƑDe dónde saca el dinero si no se le conoce trabajo?" Pero se entercó y ya vimos las consecuencias.

Algo que me entristece mucho es verlos distanciados a ti y a Lola. Eso no está bien. Acuérdate que de chicos andaban todo el tiempo juntos. Por aquí tengo la foto que les tomamos en un festival de la escuela en que salieron bailando de Luis XV. No sé qué sería eso, pero nos costó muchísimo trabajo hacerles las pelucas de algodón... No te burles, no estaban tan feas.

III

ƑCómo ves a tu padre? Me tiene preocupada. No se lo digo para no alarmarlo, pero está adelgazando mucho. Fíjate en esta foto. Se la tomó contigo el día en que nos invitó Eusebio a conocer la camioneta que se compró en San Ysidro. Mira, fue en diciembre de 1999 y de entonces para acá Alfonso ha cambiado tanto que ni parece el mismo.

Y es que ha sido una tras otra: primero la muerte de tus abuelos y el fracaso de Dolores, luego ver que te fueras. Cuando sintió que estaban componiéndose las cosas porque regresaste, šotro golpe!: la expropiación de su ejido. Eso sí quién sabe si lo resista. Anoche no durmió nada. Para tranquilizarlo le dije: "Alfonso, no sigas pensando en eso. Mejor alégrate de que tus hijos estén otra vez con nosotros. Si nos tenemos que ir de aquí, špues nos vamos! Juntos algo haremos para salir adelante".

Me contestó que en estos ejidos trabajaron sus abuelos y sus padres, que salirse de estas tierras sería como abandonarlos. Le dije: "Dondequiera que vayamos llevaremos su recuerdo". Se le salieron las lágrimas y, cosa rara, habló de él, de su vida: "Nací junto a la milpa. No pude ir a la escuela porque mi padre me necesitaba. Las primeras lecciones me las dio la tierra. De muchacho me alegré oyendo la música que el viento escribe cuando toca las hojas del maíz. Me hice viejo volteando la tierra, sembrando y recogiendo las cosechas. De las muertes y de las separaciones me consolé pensando que la tierra es eterna, que siempre está allí, esperándome. ƑCrees que puedo dejarla?"

Lo que tiene tu padre es decaimiento de ánimo, pero de todos modos me gustaría que consultara a un médico. Se niega. Dice que para morirse no necesita la ayuda de ningún matasanos. Alfonso odia a los doctores, y eso que cuando naciste y te vio la cabeza tan grande dijo: "Este muchachito llegó más inteligente que nosotros. Voy a mandarlo adonde yo no pude ir: a la universidad".

Luego, desde una vez que te encontró oyéndole el corazón a tu conejo con un carrete de hilo, le dio por decirte "Doctor Perico". Adonde fuéramos te presentaba así. Y tú, muy contento, decías que de grande ibas a ser médico. Tengo una foto donde estás disfrazado de doctor. Yo creo que si hubieras seguido tus estudios habrías cumplido tu sueño. Pero desgraciadamente dejaste la escuela, y todo porque los dos hermanos Avila te convencieron de que formaran un conjunto musical. Me acuerdo que aquí se pasaron horas discutiendo qué nombre le iban a poner. Al fin salieron con Los Megasónicos. A tu hermana le fascinó porque es joven y también le gustan las cosas modernas, a mí no.

También guardo las fotos de las funciones que dieron en la Plaza Noyola, en el Teatro Buenavista y en la Arena Estrellas. Me enorgullecía que vinieran a decirme: "Qué bonito canta su hijo", pero nunca me gustó que anduvieras en ese medio. Como dice tu padre: "Donde hay vino y desveladas se dan las malas jugadas". Y no se equivocó. Ya viste la de cosas que te hicieron los Avila.

šTontos! Apalearon a su perro: después de que te separaste de ellos no volvieron a levantar cabeza. No dudo de que vengan a buscarte en cuanto sepan que ya estás aquí. Por favorcito, no vayas a caer en la tentación otra vez. Lo digo por ti y por tu padre. Alfonso te necesita más que nunca. Si le expropian el ejido tendrás qué apoyarlo; si lo conserva, con más razón. Alfonso ya está grande. No quiere reconocer que no tiene la fuerza de un muchacho y eso es lo que necesitan las tierras.

Me enteré de que fuiste a ver a Celso y no me gustó. De seguro te habló de sus planes: regresarse a Estados Unidos porque, según él, a los que meten al ejército les dan muy buenos sueldos y si les sucede algo le mandan a la familia una buena pensión. No es cierto, son locuras de ese muchacho. ƑPor qué me miras así? No me digas que ese maldito encampanador te propuso que volvieran juntos. ƑQué le dijiste? šNo me salgas con que lo vas a pensar! Pero Ƒcómo quieres que no grite?

Sí, ya sé que aquí no hay trabajo y que si lo encuentras ganarás en una semana lo que sacabas allá en un día, pero al menos no corres peligro del ántrax o de que te haga pedazos una bomba. Está bien: es tu vida; tienes derecho a elegir. Sólo piensa que aquí vivimos en paz, que somos una familia y tenemos nuestra tierra, por lo menos hasta ahora. Puedes volver a trabajarla, como cuando eras niño y tu padre te enseñó a oír la canción que escribe el viento cuando toca las hojas del maíz.