domingo Ť 28 Ť octubre Ť 2001
Rolando Cordera Campos
Ilusiones y preocupaciones: la impertinente realidad
Al dejar Shanghai, el presidente Fox volvió a incurrir en imprecisiones sobre el estado del país y su lugar en el mundo. Rumbo a la discusión económica constitucional de fin de año, nada se logra con ofrecer una visión de México que no corresponde con una realidad que todos conocen o sienten.
La importancia de México no necesita exagerarse. Su condición de país rico en petróleo le otorga por muchos años más un lugar estratégico en el mundo, y sus desempeños recientes en el comercio exterior de manufacturas lo presentan como una potencia exportadora, con posibilidades de volverse una economía industrial respetable. Su circunstancia geopolítica y geoeconómica es casi única, aunque lo que esté por verse sea la capacidad de la sociedad para aprovecharla nacionalmente y no para el beneficio de unos cuantos.
El Presidente, sin embargo, insiste en ver estas potencialidades como realidades plenas, y así añade dificultades para un entendimiento político serio. Sin un piso común mínimo de conocimiento práctico y analítico, es imposible trazar acuerdos nacionales como los que el gobierno requiere.
Veamos. Al mismo tiempo que hizo suyas las proyecciones del subsecretario de Egresos, en el sentido de que el año entrante la economía crecerá igual o por debajo de la población, el Presidente insistió en la "presentación de un país seguro para la inversión, con una economía muy estable y muy sólida, que por cierto, escuchando a todos los demás que nos ha tocado escuchar en esta gira, a muchos, la situación de México es mucho mejor al compararla con casi cualquier otro país del mundo" (Juan Manuel Venegas, La Jornada, 22/10/01, p. 15).
Item más: "En este tipo de foros quedaron confirmadas ampliamente las bondades de la apertura, de la globalización, y aunque todavía muchos grupos minoritarios insisten en que la globalización es negativa... si en algún lado quedó demostrado que esto es equivocado es en la reunión de estas 21 naciones, que se han movido a través de la apertura amplia de sus economías y su participación en el comercio mundial". Sólo de paso, porque el tema requiere de mucho espacio: decir eso de Japón, Corea, China o Taiwán es, por lo menos, simplificar al extremo una experiencia de desarrollo que nos hemos negado sistemáticamente a estudiar.
No se trata de emprender una carrera de exageraciones, unas en busca de la punta y otras de la cola del hit parade económico internacional, hoy tan volátil. Pero, a juzgar por lo reportado y proyectado por las agencias internacionales, el desempeño del PIB mexicano este año y el que viene no puede presentarse como excepcional, ni siquiera por encima de la media mundial. En ambos años, nuestra economía se arrastrará por debajo del promedio internacional y del crecimiento de la población, tal vez detrás de los propios Estados Unidos, o Italia, Corea, Taiwán o China.
Quizá los consejeros presidenciales tienen los ojos puestos en Argentina, cuya desgracia en parte explica nuestro glamour ante los fondos internacionales de inversión, pero ese no puede ser el punto de comparación para una economía que presume de ser la octava exportadora del mundo y 14 producto interno del globo. Nos ha ido más mal de lo esperado y deseado, y nada indica que podamos remontarlo pronto. No hubo "maldición sexenal", pero la recesión llegó y pegó con fuerza.
Las comparaciones son odiosas, pero sirven para conocer y conocernos. Y en este juego, tampoco las tenemos a nuestro favor. Según un estudio Merryl Linch circulado el año pasado, en una muestra de 35 países México ocupaba el lugar 25 en cuanto a expectativas de crecimiento económico (y de ganancias, que es lo que le interesa a esa y todas las casas de inversión), por debajo de Chile, Grecia, Corea, Malasia, etc.
El país calificaba alto en el rubro de "oferta de capital" (noveno lugar), pero abajo en renglones estratégicos de ese capítulo: 24 en disponibilidad de infraestructura, 14 en inversión bruta doméstica, 13 en inversión extranjera directa. Donde sobresalía México en este apartado era en la capitalización del mercado accionario, con el quinto puesto.
En capital humano, nos colocaban en el lugar 26. Teníamos el cuarto lugar en el crecimiento del mercado de trabajo, pero el 28 y el 29 en matrícula en educación media y superior respectivamente. En tecnología, nos remontábamos al lugar 27 y, dentro de ella, el gasto en inversión y desarrollo nos remitía al fondo, en el lugar 30.
Si recordamos lo poco que se ha avanzado en desarrollo humano, según las Naciones Unidas, tendremos el cuadro completo. En todos o casi todos los indicadores referidos se resumen circunstancias estructurales o que requieren, para modificarse en positivo, de lapsos considerables. Ni el bono democrático ni el demográfico (que es más bien una variable dependiente de los otros), nos los darán generosamente. Lo que preocupa es que estos bonos pierden eficacia y atractivo velozmente, sin un mercado secundario que los valorice.
Más nos vale empezar a pensar y hablar en serio, porque con ilusiones no sobrevienen sino más preocupaciones: Bravo Mena dixit.