DOMINGO Ť 28 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ocho toneladas de bombas sobre la Cruz Roja

La Cruz Roja Internacional ha experimentado en el pasado el robo de sus suministros, amenazas a su personal, que ha sido atacado, e incluso asesinado. Sus instalaciones han sido blanco ya en dos ocasiones de los bombardeos estadunidenses contra Afganistán.

"La palabra 'atónito' me viene a la mente", dijo este sábado el portavoz Kim Gordon-Bates, del Comité Internacional de la Cruz Roja. Estados Unidos arrojó el viernes ocho toneladas de bombas contra las instalaciones, lo que provocó incendios en tres de cuatro edificios que aún estaban en pie después del ataque anterior, el 16 de octubre.

Si a esto se añade el hecho de que su personal se encuentra en el exilio, las visitas a los prisioneros de guerra se han detenido y el invierno afgano se aproxima en breve, el Comité Internacional de la Cruz Roja tiene una labor difícil para llevar a cabo lo que asegura ser un trabajo de ayuda vital en esa nación.

"Afganistán es un lugar increíblemente difícil para trabajar. Es un reto, siempre lo ha sido", indicó Gordon-Bates, quien encabezaba una oficina de la Cruz Roja Internacional en Gulbahar, en el norte de Kabul, hasta principios de este año.

Reconoció que los problemas se han acrecentado desde los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, que llevó al retiro de todo el personal internacional de la Cruz Roja en Afganistán por motivos de seguridad, y por el comienzo de los bombardeos estadunidenses.

De todas las organizaciones de ayuda que trabajan en Afganistán, la Cruz Roja tiene los mejores contactos con ambas partes en conflicto y cuenta con el respeto de ser un organismo neutral.

En su papel de vigilantes de la aplicación de las convenciones de Ginebra que rigen el tratamiento de los prisioneros de guerra, Gordon-Bates y su equipo visitaron a los prisioneros para verificar sus condiciones y para llevarles mensajes de sus familias.

Cuentan con el apoyo total del talibán y de su enemiga, la Alianza del Norte, además de que acordaban reuniones entre comandantes enemigos. Sin embargo, esta tarea sólo podía efectuarse por personas no afganas y dejó de llevarse a cabo desde que su personal internacional dejó el país a mediados de septiembre.

Gordon-Bates señaló que la Cruz Roja "deploraba" los bombardeos, pero su principal preocupación ahora es asegurarse de que no haya un tercer error. "Quizás las banderas en el techo y notificarles de nuestra posición no sea suficiente. Probablemente tendremos que adaptarnos", agregó. AP