SABADO Ť 27 Ť OCTUBRE Ť 2001
Belicismo en la serie
Nueva York, 26 de octubre. En el inicio del campeonato del beisbol profesional estadunidense entre los Yanquis de Nueva York y los Diamantes de Arizona, el Pentágono cuida que los miles de hombres movilizados en los ataques contra el régimen talibán y Osama Bin Laden sean también testigos del clásico de octubre, donde quiera que se encuentren.
Se dispuso que cazas de combate sobrevuelen permanentemente el estadio Bank One Ballpark, reducto de los Diamondbacks, como medida adicional al cordón de seguridad para que la serie no sufra ningún contratiempo y para recordar al país que estos son tiempos de una guerra de verdad.
A pesar del talento de los abridores de los Diamantes, los osados Johnson y Schilling, su inexperiencia en series mundiales podría representar ventaja para los neoyorquinos, que desde hace tres años están envueltos en abrazos de multitud.
Mucho más ahora, cuando casi todo el país, en actitud solidaria, quisiera verlos una vez más alzar el trofeo de campeones.
Lo anterior tiene explicación. Cuando el pasado 11 de septiembre los terroristas pulverizaron las Torres Gemelas de la ciudad, el sentimiento de estupor y pesar de los orgullosos neoyorquinos se extendió por toda la nación.
Al reabrirse el Yankee Stadium alguien colocó una leyenda en las tribunas que reza así: "Podrán derribar nuestras torres, podrán destruir nuestra ciudad, pero nunca destruirán nuestra fe."
Con esa voluntad empezaron la recolección de los escombros en el bajo Manhattan. Están aún lejos de rescatar el último cadáver, pero ya recuperaron la sonrisa y la confianza en que Nueva York seguirá siendo siempre Nueva York, inclusive con sus Yanquis acostumbrados a ser campeones.
Por eso el apoyo a los Yanquis. Un nuevo triunfo significaría emocionalmente que la ciudad no ha sido tocada en el alma ni en el corazón. DPA