VIERNES Ť 26 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Jose Cueli

Crisis de la razón

Al ver sucederse los bombardeos en Afganistán y las filas de refugiados huyendo, se piensa que hay en el mundo zonas trágicas que parecen atraer la guerra y retenerla en el cuerpo de sus hombres. Lo cambiante en el transcurso de los siglos son los medios que el hombre va inventando; de la maza y la honda al hierro forjado; del arco y la flecha al cañón; de las bombas a los misiles telecomputarizados y la guerra bacteriológica que hoy siembran la muerte y el pánico, arrasan a los hombres con furor. Pero, más allá de lo externo, hoy y siempre subsiste el instinto destructivo del hombre que la cultura no puede canalizar.

Entonces, como ahora, se guerreaba por amor al dinero, al poder, a la deificación. Nadie ha pretendido conquistar nada por mejorar la condición humana. Los pueblos se han batido siempre por un interés económico o religioso que enmascara el instinto de muerte descrito por Sigmund Freud. La guerra actual progresa en corto tiempo gracias a la perfección del armamento y los descubrimientos científicos; se vacían los países y dejan miles de refugiados por las carreteras. Al fin y al cabo, esos son problemas sentimentales que incumben al poeta, al literato, a los defensores de los derechos humanos. A los que también les llega la brutalidad de los poderosos, como a la valerosa Digna Ochoa, asesinada.

Todo conspira en favor de la sedimentación de la barbarie. Toda la energía interior de la humanidad se orienta en dirección a la muerte. Las capas de cultura sobrepuestas en el espíritu parecen harto frágiles para oponerse a la irrupción y la actuación de los instintos bárbaros. Nuevamente la conciencia humana se rige por un meridiano inconsciente: la pulsión de muerte. Matar al prójimo, no importa la forma, es un goce, un honor. Lo que ocultaríamos con horror como un crimen es pregonado por los medios con orgullo.

Crisis del discurso del poder, de hacer según Foucault, filosofía del terror. ''En el terror confesado de estar loco. Crisis en que la razón está más loca que la locura y en que la locura es más racional que la razón, pero está más cerca de la fuente viva aunque silenciosa y murmuradora del sentido. Crisis que existe desde siempre, no tiene principio y es interminable". Lo que Foucault nos enseña es que existe la crisis de la razón esa que vivimos en la actualidad extrañamente cómplice de lo que el mundo llama crisis de la locura.

Crisis según Foucault, en que existe la sospecha de que el lenguaje, los lenguajes, no dicen exactamente lo que dicen. Sentido formal que encierra un sentido, pero que, en realidad encierra, a pesar de todo, otro sentido. El sentido realmente importante y que sería el que está por abajo. Lenguaje además engendrado de otra sospecha, que rebasa la forma verbal, ya que hay muchas otras cosas que hablan y no son lenguaje formal. Lenguajes que se articulan en tal forma que no son verbales. Lenguajes que vivimos día a día, en la crisis del discurso del poder que hace explotar la violencia; del instinto de muerte.