Defensora de derechos en Guerrero
He padecido el asedio del poder, narra la activista Hilda Navarrete
ROSA ROJAS, ENVIADA
coyuca de benítez, gro. Entre sartenes, ollas, comidas corridas, denuncias, movilizaciones, hostigamientos, Hilda Navarrete, presidenta de la organización no gubernamental de derechos humanos La Voz de los Sin Voz, ha capoteado los temporales, que por estos rumbos suelen devastar el frágil estado de derecho.
Ella ha intervenido en las denuncias de matanzas como las de Aguas Blancas y El Charco. También en la documentación de arbitrariedades de militares, caciques y paramilitares, como las que mantienen en la cárcel a los campesinos ecologistas Rodolfo Montiel Flores y Teodoro Cabrera García, y sobre la persecución a la guerrilla.
Doña Hilda, como la conocen en el estado, manifiesta su indignación por el asesinato de la defensora de derechos humanos Digna Ochoa, con quien trabajó en algunos casos, entre ellos el de los ecologistas Montiel y Cabrera. Expresó que la Red Guerrerense de Derechos Humanos, tras lamentar la muerte de la abogada, exigió justicia y el esclarecimiento de los hechos y protección para defensores de derechos humanos.
Tras insistirle sobre si ha recibido amenazas por su trabajo, reconoce que sufrió "hostigamiento" militar en 1999 y 2000, pero "ahorita estamos como en paz, el escenario puede cambiar de un momento a otro, pero ahorita así está", indica.
Menciona que en el pasado los militares ''habían dado en venir y estacionar sus tanquetas y camiones al lado de mi casa; permanecían una hora o dos horas". El 29 de septiembre de 1999, al caminar con una amiga, una tanqueta militar las siguió. En octubre de ese año hubo presencia militar en una casa donde se reunía con algunos agentes de pastoral a reflexionar. De eso se hizo denuncia pública.
El año pasado, el 18 de agosto, continuó la presencia de vehículos militares junto a su casa. "De plano me quejé, porque estuvieron jugando con la metralleta que traen sobre la tanqueta. Por pura coincidencia ese día se presentaba en el Distrito Federal el video sobre la lucha de los ecologistas, que hicimos nosotros los de La Voz y el Centro Pro; lo comentaron Ricardo Rocha y Carlos Montemayor y hubo presencia militar muy fuerte acá.
''Le hablé a Pilar Noriega, porque me dio mucho miedo. Me dijo que presentara una queja, pero no lo hice. Tres días después asaltaron mi casa, se llevaron equipo del Proyecto de Medios de Chiapas ?con el que hicimos el video?, que era una televisión, una videocasetera y la funda de la videocámara. A lo mejor fue pura coincidencia y no fue nada premeditado que el asalto se quedara en el marco de ese hostigamiento militar. El 23 de agosto puse la queja en el Ministerio Público de Coyuca por robo y se integró la averiguación 354/2000. Las investigaciones llevaron a dar aparentemente con los responsables, que fueron dos muchachos de Coyuca, pero ya no sé si se les consignó.
"Por el hostigamiento, muchos grupos se solidarizaron con nosotros y pusieron la queja, se levantó una averiguación en el Ministerio Público del fuero militar y no sé en qué acabó, pero ya no siguió el hostigamiento militar; hubo mucho apoyo y muchas cartas que llegaron por una campaña que hizo Amnistía Internacional."
La Voz fue uno de los casi 10 mil damnificados del terremoto del pasado 11 de octubre en Coyuca. "Primero la fonda era la oficina, ahora la oficina es la fonda", comenta Hilda, sonriendo mientras cuenta que la organización, creada a principios de los 90 por el sacerdote Orbelín Jaramillo y Arturo, el mayor de los hijos de ella, fue desalojada en octubre de 1995 del local que ocupaba en la parroquia de Coyuca por órdenes del arzobispo de Acapulco, Rafael Bello Ruiz, quien no estuvo de acuerdo con la posición crítica de la organización hacia el gobierno de Rubén Figueroa por la matanza de Aguas Blancas.
"Cuando le entramos al caso, a la denuncia de la matanza, denunciamos la responsabilidad intelectual del gobierno del estado; dijimos 'no puede haber habido un operativo de esa magnitud sin que el gobierno del estado haya sido responsable'".
Agrega: "Bello Ruiz declaró que eran los medios los que "magnificaban" el caso de Aguas Blancas, que había sido una desgraciada, desafortunada falta de capacidad de los mandos policiacos, pero que de ninguna manera había la perversidad del estado ni era un acto recurrente la represión, y cuando un reportero le dijo que La Voz también había hecho críticas al gobernador, contestó: 'esos son ecos del EZLN, esos son grupos que tratan de desestabilizar a un gobierno legítimamente constituido y Guerrero perdería mucho si Rubén Figueroa deja el poder'. Yo le estaba haciendo una carta diciéndole que sus declaraciones eran muy delicadas, cuando llegó el párroco Hugo Hernández Maldonado a decirnos que Bello Ruiz decía que ya no quería que tuviéramos las oficinas en la parroquia, que sacáramos nuestras cosas de allí".
Entonces la oficina de la organización se trasladó a la fonda que Hilda tenía en el primer piso del mercado de Coyuca. Con el terremoto del día 11, la estructura del mercado se dañó y los locatarios fueron desalojados. Hilda había terminado de construir en su casa un localito para la oficina de La Voz de los Sin Voz. Ahora también funciona allí la fonda, a la espera de que se reconstruya el mercado coyuquense: "Abrí el patio, puse unas mesas y sillas, algunos amigos siguen viniendo para no dejarme caer", comentó.
Morena, modelo de matrona costeña dicharachera, cantadora, alburera, entrona, Hilda conversa sobre los problemas de derechos humanos en la región al tiempo que prepara una orden de camarones de los que se pescan en la barra de Coyuca; recibe las quejas sobre violaciones a las garantías individuales mientras hace el pedido de los refrescos para la semana; vigila que no falten tortillas calientes en la mesa de los que almuerzan mientras organiza una gira en defensa del bosque o la participación en un mitin frente al cuartel para que liberen a algún campesino detenido por los militares...
Madre soltera "reincidente" de tres hijos ?Arturo (de 30 años), Amílcar (de 22) y Aníbal (de 18)?, agente pastoral de su parroquia, actualmente está cursando la preparatoria abierta en Acapulco. "Quiero tener un papel que diga que fui a la escuela, porque si no lo tienes hay muchas puertas que se te cierran, sobre todo por la gente que estudia, esa gente no quiere muchas veces pensar que los que no fuimos a la escuela tenemos también capacidad de pensar."
Ella quiere ser abogada. Al planteársele que hay montones de abogados refuta: "Pero malos. Nos hacen falta abogados buenos. Hay cantidad de ministerios públicos que integran averiguaciones previas tan horrorosamente, magistrados como los de Guerrero, que tiene que sancionar el Congreso por hacer porquerías... en el último de los casos lo hacen por ignorancia o por corrupción, pero también la corrupción a veces es cosa de ignorancia, porque una gente bien preparada y segura de su preparación no va a hacer lo que diga el jefe, no va a caer en la misma cloaca..."
Al preguntársele por qué decidió trabajar en la defensa de los derechos humanos, Hilda relata que en los 70, la familia Navarrete fue víctima de la persecución del Ejército y los diferentes cuerpos policiacos que buscaban a su hermano Octavio, al que acusaban de ser parte de la guerrilla de Lucio Cabañas. En 1974 les cae el Ejército a su casa. Posteriormente a ella la detienen, vendada la interrogan, la torturan apagándole cigarros en las piernas, la amenazan con violarla.
"En los 70 yo era una persona que decía que había que cambiar muchas cosas en este estado, pero sin que esto me llevara a ningún tipo de organización, ni la organización guerrillera ni a ningún tipo de organización social, que a decir verdad no había espacios para la organización social. Había una represión tremenda que no permitía moverse. En los 90, cuando nos organizamos (y después del triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones del 88) el escenario se empezaba a parecer bastante con aquel del que veníamos.
"Lo que me propuse entonces era que a nadie le pasara lo que nos había pasado a nosotros sin que hubiera quien hablara por ellos, que quizá han pasado cosas peores de las que nos pasaron a nosotros, pero que por lo menos no se sintieran tan solos, porque en aquel tiempo todo lo vivimos en una tremenda soledad, en una falta de solidaridad social que es muy dolorosa, porque la soledad multiplica el dolor de la persecución.
"Creo que ahora los espacios de solidaridad que hay hacen más llevadera la pena, incluyendo la de Rodolfo (Montiel), que tanto él como su esposa han recibido una solidaridad muy fuerte; las víctimas de Aguas Blancas que han recibido una solidaridad muy grande del mundo, no sólo a escala nacional; la gente de El Charco, que es la que más perdió, que son las viudas y los huérfanos. Aunque han recibido menos ayuda que los líderes, de todas maneras ya no es la misma soledad."
Indignada, recuerda cuando fue con las viudas a recoger al Semefo de Acapulco los cadáveres de las víctimas de la matanza de El Charco, perpetrada por el Ejército, el cual afirmó había habido un enfrentamiento. "La Comisión Nacional de Derechos Humanos dice que no hubo ejecuciones sumarias, pero la gran mayoría de los cadáveres estaban tatuados por los disparos demasiado cerca, y aparte de eso la falta de respeto con que fueron llevados los cadáveres hasta los vehículos que los trasladaron: los arrastraron por toda la cancha, así que se les arrancó la piel de la espalda horrorosamente. Había unos que tenían el tiro de gracia tatuado en la frente. La CNDH dijo que no. Y además estaban demasiado destrozados y cuando pregunté a Arenas, tercer visitador para Asuntos Indígenas, dijo: Es que la bala que usa el Ejército es expansiva, penetra y una vez adentro se convierte en 50 proyectiles, se fragmenta.
"Entonces pregunté ¿por qué la CNDH no toma cartas en eso y también ve que (los militares) no usen proyectiles que sean tan lesivos a la dignidad humana? Dijo que esa era la bala que usaba el Ejército. Lo que comenté es que había habido un sadismo innecesario, independientemente de que en El Charco había habido un uso de fuerza innecesaria, porque los indígenas estaban encerrados en una aula y así hubieran estado armados, ese no fue el caso. Ninguno de los muertos estaba armado ni de los sobrevivientes. Entonces no era necesario tanto uso de fuerza. ¿Por qué no los mantuvieron allí durante tres días y dieron tiempo de que llegáramos y los rescatáramos vivos aunque se les procesara, pero que no hubieran matado tanto indígena? Además en calidad de rendidos, porque no hubo tal enfrentamiento, los únicos que estaban armados eran Ericka y Efrén, armados y uniformados y estaban en una aula distinta a la de los civiles. Arenas nunca nos pudo explicar por qué al Ejército se le permite usar balas expansivas, porque, aunque sea algo del Código de Justicia Militar, la CNDH puede recomendar y puede decirle al Ejército que no use balas expansivas", afirma Hilda Navarrete.