JUEVES Ť 25 Ť OCTUBRE Ť 2001

MELON

Luis Angel Silva

Se lo perdieron

eliodes ochoaTRES CONCIERTOS LA misma noche fueron demasiado. Aunada la crisis, pienso que afectaron al del Auditorio Nacional. Los que no asistieron se perdieron de gozar una actuación de antología. Eso fue lo que brindaron Eliades Ochoa y su Cuarteto Patria, al inundar el recinto de Reforma con un son auténtico que le dejó la tarima ardiendo a Compay Segundo.

ABRIO LA FUNCION el grupo Juego de Manos y la cerró el nonagenario, pero de ellos no voy a decir una sola palabra, no me alcanzaría el espacio, pues "el general no murió al amanecer". Me voy a concentrar en la actuación del santiaguero Ochoa y la convivencia que este servidor gozó durante gran parte de la estancia del cowboy cubano fuera de las candilejas.

COMO LA HISTORIA se escribe de noche y soy vampiro, empezaré por decir que he podido presenciar varias actuaciones de Eliades desde 1989, cuando por primera vez pisó suelo azteca. En el teatro Tepeyac me invitó a cantar con él y su cuarteto. Desde ese año me ha brindado una amistad que se prolonga a parte de su familia. Sus hermanos María y Humberto, a quienes conocí en Santiago de Cuba, me hicieron sentir en familia. Allí comí un congrí de drema cocinado por esa dama llamada Grisel, su gentil esposa y representante del sonero de "la tierra del trompo y cuna del son".

PUEDO DECIR QUE en el concierto del viernes pasado comprobé que Eliades está mejor que siempre. Y eso que en Santiago, en compañía de Luisito Martínez, gozamos de su arte en la Casa de la Trova. Se suponía que la actuación era para nosotros, pero a partir del tercer número en el recinto sagrado de la música con saoco, el público abarrotaba el lugar. En la calle el tráfico sufrió un paro como el que provocan las manifestaciones, tan familiares como molestas, que sufre nuestra capital, y espero pronto desaparezcan.

EN ESA OCASION escuché cantar a María Ochoa. Aun vive en mi recuerdo Guajira de salón, de la cual ella hace toda una creación. Humberto, por su parte, brinda un apoyo a Eliades insuperable con ese rayado en la guitarra tan firme como santiaguero.

TENGO QUE HACER mención de eso que se anuncia como cuarteto que en realidad es quinteto, con la incorporación de un trompetista genial, y qué decir del bajista y el bongocero. El hijo del cowboy cubano en las maracas completa el cuadro.

DESPUES DE EJECUTAR lo que quiso, Eliades complació a los villamelones con El cuarto de Tula, por supuesto. Enseñó el colmillo al iniciar su actuación ya que, como siempre, los inefables del sonido hacen su trabajo en detrimento del artista. Pues nos brindó una ejecución de campanillas, mientras resolvían lo de un cable suelto del micro del bongocero. ¡Hágame usted el favor!

AHORA VIENE "LA parte sentimental". Después de una conferencia de prensa donde abundaron las preguntas de siempre, en compañía de Jaime Reyes, pianista del quinteto Hecho en México, fuimos al mercado de artesanías de la Ciudadela para encontrar una guayabera negra que compró Eliades. Luego nos encaminamos al Danubio, donde le hicieron firmar la servilleta que adornará parte de una pared del lugar donde se come bien.

AL DIA SIGUIENTE, el mismo personal nos dirigimos a conseguir cuerdas para su guitarra, realizamos una visita "sobria pero no cargada" a la Plaza Meave, y comimos en un restaurante de mi barrio del cual no recuerdo el nombre, especialista en comida mexicana, donde "le llegó a sus papas", pues gusta de nuestra cocina. A Eliades le quedó la mano cucha de tanto firmar autógrafos y saludos a la audiencia que resultó admiradora en su totalidad de este enorme sonero, sencillo como son los de verdura.

POR LA NOCHE una visita a La Bodega, donde Eliades aplaudió a Cayito y su Combo del Pueblo, que ejecutaron algunos de sus éxitos, bebió ron, botaneó y nos comunicó su pronto regreso, probablemente a fines de febrero, principios de marzo, pues se cocina una gira por todo el país.

MI ADMIRACION NO se debe a la amistad que me brinda, sino a que es un sonero de campanillas y lo que toca en la guitarra tiene calidad. Aunque no lo califican de dios como a Eric Clapton, para mí es las "Siete Potencias", dicho esto con el mayor respeto. Desde aquí las gracias por brindarnos una actuación que encendió al Auditorio Nacional.