JUEVES Ť 25 Ť OCTUBRE Ť 2001

Orlando Delgado

Confianzas y desconfianzas

Al tomar posesión el primero de diciembre, Vicente Fox contaba con un activo de extraordinaria importancia: se confiaba en que su gobierno cambiaría el funcionamiento nacional en sentido positivo, favoreciendo a los sectores más golpeados por la liberalización de la economía. El "bono democrático" ofrecía posibilidad de lograr la reforma fiscal requerida; junto a esto, había confianza en que se harían correcciones sustantivas en la manera de decidir, particularmente en aquellas que resultaban controvertidas: la ubicación del aeropuerto internacional metropolitano era una de ellas. Diez meses después, la avalancha de incongruencias en aspectos centrales, la incapacidad para explicar por qué no podrán cumplirse las promesas de campaña, han derrumbado la confianza en que el primer gobierno diferente al PRI obtenga resultados alentadores.

La estruendosa propuesta de lograr un crecimiento de 7 por ciento se ha desvanecido, ya que la política económica ha buscado apretar lo más posible la vinculación al ciclo de la economía estadunidense. La desaceleración, iniciada hace doce meses en la industria de ese país, se ha traducido en una paralización de nuestra actividad. En contraste con las decisiones instrumentadas por el gobierno de Estados Unidos para atenuar las tendencias recesivas con medidas monetarias y fiscales expansivas, el BdeM ha sostenido una política monetaria restrictiva, lo que junto con la parálisis del gasto público explican que este año la economía no crezca. El planteo para 2002 ratifica que para el gobierno, exactamente igual que en los gobiernos emanados del PRI, no existe alternativa frente a su propuesta: mantener una estrategia monetaria que privilegie la lucha contra la inflación, que busque alinear los aumentos salariales a la meta de inflación y que repita las propuestas de privatización que no pudieron llevar adelante los priístas: las llamadas reformas estructurales.

La esperada propuesta de reforma fiscal, presentada como redistributiva, no obtuvo ni la aprobación de la bancada de Acción Nacional. La confianza en que esa propuesta resolvería los requerimientos urgentes de la hacienda pública fue defraudada. Sin embargo, el alargamiento de la decisión ha permitido que las bancadas opositoras y la del propio PAN presenten propuestas que llevan la discusión a terrenos de mayor trascendencia. El debate puede centrarse en incrementar el impuesto a los ingresos, aceptando que se sumen las utilidades obtenidas en las operaciones bursátiles, o bien en gravar mayormente el consumo, como propone el gobierno. La discusión no parece resuelta ni la aprobación inminente, pero el gobierno confía, sin ningún acuerdo que lo posibilite, que antes de presentar la propuesta de Criterios Generales de Política Económica el 15 de noviembre próximo, la reforma fiscal será aprobada.

Otro tema pleno de desconfianzas es el bancario. El IPAB, heredero de los males del Fobaproa, ha resultado un engendro igualmente siniestro. La institución, creada por los panistas para resolver el escándalo provocado por una actuación discrecional y alejada de las normas bancarias elementales, ha repetido las manipulaciones anteriores. Ello ha sido denunciado por el procurador fiscal, sin embargo, los vocales y el secretario ejecutivo se mantienen en sus puestos, pese a que existen evidencias de prácticas penadas por ley. Los legisladores panistas se mantienen a la espera de que el Ejecutivo actúe, olvidando su compromiso fundamental con el cambio democrático y la transparencia. Los casos de Bancrecer, que se vende a un precio menor al valor de sus inmuebles, y el fraude con el Grupo Mexicano de Desarrollo son apenas la punta del iceberg.

Las metas macroeconómicas planteadas para el año próximo y los estimados de cierre indican que el tipo de cambio mantendrá una sobrevaluación significativa que afectará a los exportadores. Los datos ofrecidos por Hacienda señalan que el peso se fortalecerá, de modo que el promedio anual será de 9.37 para este año y de 10.10 para 2002. Al comparar esta cifra, con la inflación esperada de 4.5 por ciento para el año próximo, se aprecia una depreciación de poco más de tres puntos porcentuales, lo que muestra que el peso seguirá utilizándose como herramienta en la contención inflacionaria.

Así las cosas, la elección de Texcoco ratifica que la confianza en que las decisiones se tomarían considerando verdaderamente el interés nacional se ha perdido. Lo que privará será la desconfianza y con ella tendrá que trabajarse.

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