jueves Ť 25 Ť octubre Ť 2001
Octavio Rodríguez Araujo
Aprender de la historia
En 1871 las masas parisinas obligaron al gobierno a refugiarse en Versalles. Esas masas tuvieron el poder durante dos meses y lo perdieron en medio de una sangrienta represión. ƑPor qué fracasaron? Esquemáticamente, por tres razones principales: 1) la heterogeneidad de sus componentes; 2) del punto anterior, por la ausencia de un plan armónico, dadas las contradicciones entre los representantes de las diversas corrientes en su interior, lo cual impidió que la Comuna pudiera convertirse en una dirección política con claridad de objetivos; y 3) la falta de un partido que no sólo hubiera dado cierta unidad al movimiento con base en un plan aceptado, sino también para mantener, continuar y ampliar la lucha fuera de París para impedir que el enemigo (el gobierno de Thiers) se recuperara y retomara sus posiciones.
El 9 de enero de 1905 el zar de Rusia reprimió brutalmente una manifestación pacífica de trabajadores en San Petersburgo. El 22 del mismo mes el proletariado inició protestas masivas en contra de la autocracia. Comenzó una ola de huelgas tanto en Rusia como en la parte controlada por este país en Polonia. Estas huelgas fueron más o menos espontáneas y todas por razones económicas. Al ser reprimidas, pronto se convirtieron en huelgas con contenido político, es decir, en contra del despotismo tanto de la monarquía como de su gobierno. Las huelgas influyeron entre las bases del ejército y la armada. Los reformistas de la Duma (asamblea legislativa) se opusieron al zar. Este disolvió la Duma varias veces hasta que modificando las leyes garantizó que quedara en manos de los conservadores. La lucha contra el despotismo se dio entonces al margen de las instituciones y los líderes socialistas fueron encarcelados, asesinados o desterrados. Las libertades fueron canceladas, comenzando por la libertad de prensa. La revolución fracasó también, como en París 34 años antes. Faltó un partido político que convirtiera la rebelión espontánea de trabajadores y soldados en una revolución articulada y con claros objetivos.
En noviembre de 1910 se inició una revolución en México. La heterogeneidad de sus fuerzas, con programas distintos y en ciertos puntos contradictorios, triunfó al derrotar a la dictadura y posteriormente a quien intentara revivirla (Huerta), pero se comió a sí misma dejándole el poder a un caudillo que terminó manipulando los planes revolucionarios para ajustarlos a una nueva dinastía que, con fricciones internas, se mantuvo más de 70 años creando el partido que faltaba y que en la revolución hubiera dado mayor coherencia y unidad de acción a las diversas fuerzas armadas.
En marzo de 1959, también en México, fueron reprimidos mediante el ejército y las policías los movimientos de trabajadores (no sólo obreros) que desde 1956 se habían visto seriamente afectados en sus condiciones de vida. Hubo dirección política, pero dividida y débil (el Partido Comunista Mexicano y el Partido Obrero-Campesino Mexicano). Pero más importante que lo anterior, la dirección política no pudo sumar a los trabajadores de las relativamente nuevas industrias que hubieran impedido la brutal represión y el descabezamiento de líderes. Con la excepción del movimiento de la Tendencia Democrática de los electricistas, que logró sumar apoyos incluso entre sectores ilustrados de la clase media progresista, los movimientos obreros de los últimos 40 años han sido aislados y sin coordinación ni dirección políticas. En los últimos movimientos sólo el Sindicato Mexicano de Electricistas y unos cuantos sindicatos universitarios han sabido ligarse a movimientos populares de diverso tipo. Aun así, se nota la grave ausencia de un partido de izquierda que les dé sentido a las manifestaciones espontáneas de las masas populares en México. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional logró por un tiempo, lamentablemente breve, dar sentido político a varios movimientos, pero una vez más éstos han sido víctimas de su heterogeneidad y de la falta de un programa teórico-ideológico que los articule más allá del problema indígena, por importante que éste sea para el país. Podrían citarse muchos ejemplos más.
Ahora, en el 2001, el gobierno mexicano está haciendo lo que le da la gana, desde subordinarse a Washington hasta la decisión del aeropuerto, todo a espaldas y en contra del pueblo mexicano, mientras amplios sectores de la población afectada por las políticas económicas (y muy pronto las fiscales) se manifiestan, espontánea y aisladamente, sin dirección política y sin un programa de acción. El Partido de la Revolución Democrática, que hubiera podido ser ese partido que necesitan las masas para por lo menos coordinar sus acciones, necesita a su vez una dirección política que lo haga ser lo que quiso ser y no ha sido. La historia nos da muchos ejemplos de esta falla. ƑPor qué no aprendemos?