JUEVES Ť 25 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Funcionarios y legisladores lo acusan de no cooperar plenamente en la lucha antiterrorista

Arabia Saudita, el aliado incómodo de EU en la guerra contra Afganistán

Ť En las escuelas del país se enseña a niños de secundaria que los "infieles" son sus "enemigos"

Ť Se sabe que en el sudoeste existe una célula de Al Qaeda que actúa gracias a la tolerancia oficial

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 24 de octubre. Esta semana se produjo más evidencia de que Osama Bin Laden está logrando uno de sus objetivos: poner en duda la estabilidad de Arabia Saudita y obligar a los monarcas de ese país a la peligrosa opción de marginar a amplios sectores de su propia población o a Estados Unidos, ambos claves para mantenerse en el poder.

Funcionarios del gobierno saudita expresaron su ira esta semana cuando tres de los más influyentes senadores estadunidenses (entre ellos un héroe de guerra que buscó la presidencia del país, y otro que fue candidato a la vicepresidencia) acusaron a Arabia Saudita de apoyar a los grupos terroristas y de negarse a cooperar plenamente con la guerra de Estados Unidos contra Bin Laden.

Los senadores no están solos, y a lo largo de las últimas dos semanas ha habido crecientes críticas al país que sigue siendo la fuente de petróleo extranjera más grande de Estados Unidos.

Y es que Arabia Saudita no está cooperando por completo con la guerra de Washington contra el "terrorismo" internacional.

A mediados de este mes, el diario The New York Times informó que la monarquía saudita se había negado a congelar las cuentas bancarias de Osama Bin Laden o suspender los esfuerzos de recaudación de fondos de grupos que apoyan a la red Al Qaeda.

La semana pasada funcionarios estadunidenses confirmaron que la estatal Saudi Arabian Airlines no está cooperando con el nuevo programa de seguridad de aviación, por el cual las líneas aéreas deben enviar electrónicamente al Servicio de Aduanas de Estados Unidos los nombres y detalles de pasaporte de cualquier pasajero en vuelos internacionales cuyo destino sea Estados Unidos.

Como sabe casi todo mundo, eran sauditas nueve de los 19 ae-ropiratas que participaron en los ataques suicidas del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas, en Nueva York, y el Pentágono, en Washington.

Dependencia petrolera

El periódico The Washington Post informó la semana pasada que los investigadores estadunidenses es-timan que existe una célula de Al Qaeda operando en la zona sudoeste de Arabia Saudita, cerca del pueblo de Abha.

Estos hechos han provocado que muchos legisladores estadunidenses y algunos periódicos nacionales hayan pedido una evaluación de la relación "incómoda" de Estados Unidos con el reino saudita,afghanistan_attacks_2mh sede de algunos de los lugares más sagrados del Islam.

"Una de las realidades más preocupantes dejadas en claro por los ataques de terror del mes pasado es la tolerancia del terrorismo por Arabia Saudita", opinó hace unos días el New York Times en un editorial. Ese, indicó el diario, no es el desempeño que Estados Unidos "espera" de un aliado.

Hace poco el senador Joseph Bi-den, presidente del Comité de Re-laciones Exteriores de la Cámara alta, criticó al gobierno saudita por tolerar la presencia de escuelas religiosas fundamentalistas que inculcan a sus estudiantes de secundaria que "consideren a los infieles como sus enemigos".

Pero la realidad es que durante muchas décadas Estados Unidos ha tolerado un comportamiento de Arabia Saudita que no hubiera aceptado de México o casi cualquier otro país.

"La verdad sin adorno es que dependemos de ese país que di-recta o indirectamente financia a personas que son una amenaza di-recta a ti y a mí como individuos", declaró Edward Morse, alto funcionario del Departamento de Es-tado durante el gobierno de Ro-nald Reagan.

En declaraciones al New York Times, agregó que Riad "no nos ofrece información, no nos ayuda a rastrear a la gente", pero olvidó mencionar que el reino autocrático suministra todo el petróleo que la superpotencia requiere.

Públicamente el Departamento de Estado, incluso después del 11 de septiembre, ha insistido en que Arabia Saudita coopera plenamente con Estados Unidos, pero las críticas de funcionarios anónimos del gobierno del presidente George W. Bush y de los legisladores sólo se incrementan.

El problema para el gobierno de Bush es que obligar a Arabia Saudita a cooperar más plena y públicamente con Estados Unidos sólo subraya el punto de vista de Bin Laden entre la sociedad saudita: la familia real ha permitido la presencia de "infieles" en el país sede de La Meca y Medina, dos de los lugares más sagrados del Islam, que se ha convertido en "títere" del superpoder traicionando así al mundo musulmán.

Esta perspectiva tiene amplio eco en Arabia Saudita, donde mu-chos son fieles de la rama wahabita del Islam, versión fundamentalista apoyada oficialmente por la familia real.

De hecho, a principios de octubre el jeque Hamoud Bin Uqlaa al Shuaibi, uno de los líderes religiosos más prominentes del país, de-claró: "Quien apoye a los infieles contra los musulmanes es considerado un infiel. Es un deber realizar la jihad contra cualquiera que ataque a Afganistán".

Hay pocos dirigentes en Arabia Saudita dispuestos a enfrentarse directamente con el reino de la fa-milia Saud, pero The Wall Street Journal reportó la semana pasada que esa declaración de fatwa fue seguida por una serie de decretos religiosos anónimos atacando a la familia de la monarquía Saud.

En el pasado la respuesta del gobierno a toda disidencia ha sido severamente represiva, pero en es-te caso el desafío directo del jeque Hamoud contra la monarquía no tuvo respuesta.

El gobierno no lo arrestó por te-mor a que cualquier decisión contra el dirigente religioso alimentara la inquietud social, algo que le preocupa a la numerosa familia real en el poder.

Tensiones sociales en aumento

Precisamente por temores a disturbios y a un aumento de la tensión social el gobierno saudita canceló la visita del primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, programada para este mes.

Cada día se informa de mayores tensiones sociales al interior de Arabia Saudita: "Imaginen lo que ocurrirá durante el Ramadán, que comienza en noviembre. Va a ser cuando esto se ponga mucho más difícil", comentó en Riad un ob-servador extranjero.

Osama Bin Laden abandonó su tierra natal cuando la familia Saud permitió la presencia permanente de tropas estadunidenses en Arabia Saudita, y ahora la guerra contra el "terrorismo" podría generar más reclutas para Bin Laden en su propio país.

Al tocar el tema sobre los peligros de inestabilidad política en Arabia Saudita que podría provocar la guerra contra Afganistán, el ex asesor de seguridad nacional Sandy Berger declaró: "Estados Unidos no es sólo el blanco del ataque de Bin Laden, sino también es su instrumento".

Por lo tanto, hasta el momento, el incremento de las tensiones internas en Arabia Saudita por su relación con Estados Unidos en esta coyuntura, podría poner en riesgo tanto al gobierno no democrático de ese país como a la alianza entre el superpoder y el poder regional que es clave en la estrategia geopolítica de ambos.

O sea, precisamente uno de los deseos del "enemigo", de Osama Bin Laden.