MIERCOLES Ť 24 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Autor de Con los oídos abiertos, libro publicado por Paidós
Hablar de música me permite sondear la naturaleza humana, dice Eusebio Ruvalcaba
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Como escritor que es, Eusebio Ruvalcaba (Guadalajara, 1951) ama apasionadamente la literatura, pero no en exclusividad. Con pasión similar y paralela ama a la música. No son amores excluyentes. Primero conoció el arte sonoro. Hijo de padre violinista y de madre pianista, nació y creció entre músicos: ''La experiencia que he tenido oyendo música, si la pusiera sobre papel pautado, alcanzaría para un viaje de ida y vuelta a la Luna".
Ahora Ruvalcaba ha recurrido a la complicidad de su amante la literatura para hablar de su amante la música. Resultado de esa menage à trois es su libro más reciente, Con los oídos abiertos, serie de textos publicada por Editorial Paidós Mexicana en su colección Amateurs. Con los oídos abiertos tiene un subtítulo: Aproximaciones al mundo de la música. Pero, mucho ojo, es decir, mucho oído: no hablamos de toda la sonoridad, sino de una en particular, la de cámara y, más específicamente, del ''género cumbre no sólo de la música de cámara sino de la música toda": el cuarteto de cuerdas (''el género viril por excelencia").
El libro se divide en cuatro secciones: El Cuarteto, Vidas Imaginarias, Charlas Musicales y Ciertas Obras. Fiel a si mismo -lúdico y provocador-, Ruvalcaba recrea, cita, inventa, recomienda, ilustra, hace gala de erudición, pontifica. Pone y dispone.
El subtítulo es engañoso, puede sugerir la idea de un tratado solemne y petulante. Para nada: ''No es un libro didáctico, aunque bien puede tener ciertas ventanas abiertas, dar ciertos tips a un lector, sugerirle, por ejemplo, versiones de una obra que pueden ser más emotivas, más luminosas. Pero nada más lejano a mis intenciones que hacer un libro de texto".
La escritura es un camino
Si Ruvalcaba tira la piedra, no esconde la mano. Si afirma categórico que la música del cuarteto de cuerdas es el ''género cumbre" de toda el arte sonoro y asegura que ''es el género viril" por excelencia, lo sostiene. Si dice que no le gusta la ópera, enumera sus razones, aunque se sobresalte más de uno: ''Crecí con músicos, toda mi vida he estado cerca de ellos y he sido influido naturalmente por la opinión de grandes conocedores de música desde que era niño; me he paseado por todos los ámbitos de ese arte y, después de 50 años, concluyo que la música de cámara es la que en lo personal más me regocija y reconforta escuchar. Y esa verdad mía la extiendo como si fuera una verdad de todos; es el lenguaje que priva en el medio musical que me permite estrenar mis puntos de vista con esa rotundez".
-ƑQué te ofrece el arte sonoro como motivo literario?
-Al hablar sobre música lo que estoy haciendo es sondear el fondo de la naturaleza humana, algo que siempre me ha inquietado. Es lo mismo que para mí significa la escritura en sí: un modo de explicarme lo que somos los hombres, un camino.
''En general el libro es lo que en términos musicales podríamos llamar un divertimento, que lo único que exige del lector es la alegría de sentarse y leer. No es un libro para eruditos, lo concebí como un libro de afecto de mis amigos; estoy hablando de que los compositores son para mí amigos verdaderos, profundos, amigos que me gustaría que me dieran la mano al momento de morir. Y el libro no es más que este gozo de escuchar la sonoridad y transmitir este inmenso placer. Es una invitación. Vente a mi casa a beber, a platicar y escucharla. Para mí la música es lo mismo un templo que una cantina, lo más cercano, lo que más respeto, pero sucede como con una mujer: si tú no te atreves a meterle la mano a tu mujer delante de la gente, eso nunca lo vas a sentir. El amor no se hace nada más en la recámara, con la puerta cerrada, sino a la intemperie. Y ese mismo amor es el que yo quiero hacer con la música en este libro."