MIERCOLES Ť 24 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Enfrenta Washington crisis de salud pública
Farmacéuticas de EU, tras los beneficios del bioterrorismo
Ť No hay infraestructura para responder a esta amenaza
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 23 de octubre. Parece que cada día hay otro incidente relacionado con el bioterrorismo y así se incrementa el temor de más ataques biológicos con ántrax, viruela, ébola, la peste, etcétera, y también se comprueban las consecuencias de la desatención durante años de la cúpula política al sector de salud pública y, en parte, las de haber obsequiado el manejo del sistema de salud a los intereses del sector privado.
Ante el aparente ataque biológico se demuestra que en medio de una crisis potencial de salud sin precedente en este país, no existe la infraestructura necesaria para responder a la amenaza, como resultado de las políticas aplicadas al sector en los últimos años. Estas han desmantelado buena parte del sistema de salud pública básica sin dejar en su lugar un sistema coherente para responder a una crisis.
Durante los últimos 20 años han cerrado cientos de hospitales públicos en las grandes urbes y la reducción de los presupuestos federales, estatales y municipales de salud. En su lugar, se ha instalado un sistema privatizado cuyo objetivo es administrar la salud como negocio.
Esto ha implicado la reducción de capacidad en todos los rubros, desde camas, medicamentos y equipo médico, hasta personal, ya que las decisiones se han hecho sobre el cálculo de demanda y oferta, nada más. Así, al presentarse una crisis potencial como un hecho siniestro de enormes proporciones, de pronto se debe reconocer que muchos lugares no cuentan con la capacidad para responder.
Cierre de hospitales
En un testimonio ante el Congreso seis días antes de los ataques del 11 de septiembre, Donald Henderson, director del Centro para Estudios de Biodefensa Civil de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, afirmó que durante los últimos diez años han cerrado mil hospitales en Estados Unidos, y de los 5 mil existentes, 30 por ciento está en apuros financieros.
Henderson señaló que al buscar eficiencia, los hospitales han perdido capacidad para enfrentar la demanda.
Entre las consecuencias, y con el cierre de mil hospitales, advirtió, faltan salas de emergencia, y las presiones económicas sobre otros han provocado cierres o limitaciones en los servicios de urgencia por los altos costos. Están sin empleo 50 por ciento de enfermeras y los hospitales dicen que incluso si incrementaran su capacidad, no encontrarían suficiente personal para el cuidado de pacientes. De hecho, Henderson dijo que por la falta de equipo y de personal, la región Baltimore-Washington estaría en crisis si tuviera que manejar unas cuantas decenas de pacientes altamente contagiosos.
"Un problema mayor es que en verdad no existe un sistema de salud pública para manejar enfermedades infecciosas en este país, sino más bien un patrón fragmentado de actividades", afirmó Henderson, señalando un sistema federal, estatal y local sin comunicación entre sí, ni con mecanismos eficientes para detectar y tratar un brote de epidemias o situaciones masivas de emergencia médica. El diario Los Angeles Times escribió que sólo al nivel del gobierno federal, existen unos 7 mil departamentos y agencias de salud sin coordinación conjunta.
Henderson, uno de los especialistas de mayor experiencia en el control de enfermedades en Estados Unidos, advirtió que "nada en el rubro de catástrofes naturales o de desastres generados por el hombre puede medirse contra los complejos problemas de respuesta que seguirían a un ataque de armas biológicas contra población civil. Las consecuencias de tal ataque serían epidemias y en este país hemos tenido poca experiencia en ese terreno. De hecho, ninguna ciudad ha tenido que enfrentar algo similar desde la influenza de 1918".
Henderson alertó: "hoy estamos mal preparados para manejar una epidemia de cualquier tipo. Aún no existe un plan nacional ni una estrategia acordada para abordar el problema de armas biológicas... Particularmente seria es la vulnerabilidad de nuestro sistema de salud". Semanas después, las advertencias de Henderson se vuelven más urgentes día a día.
El pasado jueves el Centro de Control de Enfermedades, la agencia federal encargada de control de epidemias y catástrofes médicas, envió una alerta a todo el sector de salud del país que causó alarma hasta entre los médicos. "Estamos en una nueva era. Nunca hemos visto esto antes", dijo Eric Rakow, jefe del Centro Médico de la Universidad de Nueva York, a Los Angeles Times.
En la alerta no sólo se mencionaba el ántrax, sino que se solicitaba la vigilancia para detectar casos de viruela, peste, y hasta ébola. Mientras, el Departamento de Salud de Estados Unidos negocia la compra de 300 millones de vacunas contra la viruela, suficiente para cada ciudadano, y también el incremento de las reservas de antibióticos para emergencia (el gobierno ahora cuenta con antibióticos de emergencia para 2 millones de personas durante 60 días, pero desea tener lo suficiente para 12 millones).
Aunque hasta el momento las dimensiones del temor por un ataque con armas biológicas es mucho mayor de los relativamente pocos casos registrados hasta este martes por ántrax, esta nueva realidad ha revelado la insuficiencia y debilidades del sistema de salud del país más rico del mundo.
En un editorial, The New York Times indicó: "el sistema de salud pública ha demostrado señales de un esfuerzo mayor al manejar los incidentes de escala menor en los que el ántrax fue enviado a direcciones en Florida, Nueva York, Washington... El sistema entero de salud pública requiere ser fortalecido para crear una red de seguridad lo suficientemente fuerte para proteger a la nación de una amenaza cuyas dimensiones son difíciles de anticipar".
Algunos sí sacan partido; todos quieren Cipro
Desaparece de las farmacias, los pacientes ruegan a sus médicos recetárselo, algunos cruzan la frontera para conseguirlo en México. La droga del momento, Ciprofloxacin, un antibiótico ordinario recetado principalmente para infecciones de la vesícula, es la defensa contra el terrorismo, o más precisamente contra la nueva "arma" en la "nueva guerra": ántrax.
Los médicos informan que durante las últimas semanas, sus pacientes sólo hablan de Cipro. La empresa farmacéutica Bayer, fabricante del Cipro, ha publicado anuncios de plana entera en los principales diarios de este país, dando a conocer su gran esfuerzo para multiplicar la producción de su, de pronto, droga best seller. Durante días se extendió la alarma de que no había suficiente Cipro en el país para enfrentar el ántrax.
Pero como revela Marc Siegel, profesor de medicina, en The Nation esta semana, Bayer no desea ofrecer cierta información ni a los pacientes ni a los médicos. El secreto es que Cipro fue desarrollado como alternativa a la penicilina (para los que padecen alergia), y que se vende diez veces más al precio con el que se podría conseguir una versión genérica del mismo. Dosis de Cipro para un mes cuestan más de 300 dólares; un monto igual de doxycylina tiene la misma efectividad y cuesta 32 dólares.
Siegel afirma: "Con la industria de drogas regresando a lo que mejor sabe hacer, el parasitismo, encontramos que nuestro temor es explotado por un monolito que no puede resistir la oportunidad de ganar más dinero".
Como resultado de presiones políticas del Congreso, el secretario de Salud, Tommy Thompson, declaró hoy que la empresa Bayer debe ofrecer su producto Cipro al mismo precio que la versión genérica, y si se niega, el gobierno comprará el genérico para sus reservas.
De pronto, lana para el sector público
Con el descubrimiento de la cúpula política de que sus descuidos han provocado la falta de un sistema de atención medica nacional, y de una infraestructura para responder a crisis, de repente se habla de invertir miles de millones en salud pública.
Pero como ha demostrado la crisis del sida en países de Africa, y para ciertos sectores pobres, en este país una respuesta a la falta de un sistema de salud pública eficiente -en manos del gobierno o del sector privado- no se resuelve sólo aventando fondos al síntoma.
Los expertos y defensores de servicios de salud pública han insistido en que cerrar hospitales como recientemente el DC General en Washington, y centenares más en casi todas las ciudades estadunidenses, no sólo pone en riesgo la salud de las comunidades, sino la de toda la nación. La hora, al parecer, está llegando; esto ya es demasiado evidente.