MARTES Ť 23 Ť OCTUBRE Ť 2001
Elena Poniatowska
Marta Portal, Revolución y literatura/ III y última
Como lo dice de algún personaje de su novela El ángel caído, Marta Portal posee un infrecuente sentido de la justicia y si quiere algo mira frente a sí y avanza hacia la meta. Ha vivido en la abundancia desde que nació, pero no sería desgraciada en la frugalidad. Las opiniones de los otros la afectan poco, no trata de convencer, de cambiar a la gente, de impresionar a nadie: ''quien me quiera que me compre'' parece ir diciendo. Marta Portal que sabía más que su conciencia, escribió que la conciencia es también la mirada de los otros. Llena de urgencias y de proyectos decidió que la literatura es la conciencia de un pueblo. Pero así como no hay comunidad sin literatura, tampoco se puede dar la literatura si no existe una convivencia sobre un suelo común. Y escogió la convivencia con los viejos luchadores, sus sarcasmos y su amargura y el viaje solitario al suelo de un país desconocido porque sabía de antemano que las experiencias más verdaderas de la vida las vivimos solos y son intransferibles. Sin embargo, Marta Portal supo mejor que nadie comunicar su extraordinario conocimiento de la Revolución Mexicana y legar ahora las fuentes de ese conocimiento a su ciudad, Nava.
Por eso la donación de 3 mil libros de la biblioteca Marta Portal a su original Nava en este octubre de 2001 es fundamental para atraer nueva sangre a la Universidad de Oviedo, ya que Marta se trajo de México volúmenes y volúmenes de investigación que nadie conocía en España. Por lo tanto la colección consta de un acervo de libros valiosísimos desde el espléndido tomo de Claude Fell, José Vasconcelos: los años del Aguila, 1920-1926; educación, cultura e iberoamericanismo en el México postrevolucionario, los trabajos esenciales de John Reed y de Enrique Florescano, los de John Womack y Friedrich Katz, los de John Brushwood y de Jean Meyer, los de Jesús Sotelo Inclán y los de Oscar Lewis, los de Ricardo Pozas y los de Joseph Sommers, los de Martín Luis Guzmán y Andrés Henestrosa, los de José Luis Martínez y Enrique Krauze, José Vasconcelos y Luis Villoro, Leopoldo Zea y Claude Bataillon, los innumerables libros de consulta que van desde Sor Juana Inés de la Cruz hasta Pablo Neruda en su Confieso que he vivido y desde Edmundo O'Gorman en su invención de América hasta Alfonso Reyes y sus Cartas echadas. José Carlos Mariátegui, Ezequiel Martínez Estrada y Juan Montalvo preocupados por la formación de la conciencia nacional y la ideología latinoamericana no podían faltar así como el peso enorme del pasado prehispánico en la cultura de nuestros países.
Claro, como Marta es novelista y ama la poesía no podían faltar Pío Baroja ni Charles Baudelaire o Marguerite Yourcenar.
Marta Portal es una mujer de muchas facetas esplendorosas. Por un lado está su origen de ''niña bien'', su conocimiento de la lengua, la cultura y la literatura francesas que aparece en casi todas sus novelas, sobre todo en la ganadora del Premio Planeta, A tientas y a ciegas y, por el otro, sorprende y seduce en ella este afán por irse al otro extremo y asumir al otro, andar entre sus opuestos, apasionarse por causas en las que campea la violencia y la inconformidad social. Mediterránea, Marta Portal se interesa por saber qué savia nutre a los revolucionarios y a los contestatarios y desde su silla de montar contempla la insurrección y finalmente comparte su fervor. No tiene miedo. No se arredra ante el peligro. Es una mujer fina y delgada, incapaz de vulgaridad alguna y sin embargo está dispuesta a tolerar los engaños y las trampas que se desatan en toda guerra, a pasar por encima de ellos y a dar su particular y su hermosa visión de la contienda.
Y para colmo, ahora se dispone a la entrega del trabajo de toda su vida. Se desprende de sus libros bien amados y mil veces consultados y los dona a la Universidad de Oviedo. Paradita en medio de la calle en su nativa Nava, nos mira desde la alta torre de su generosidad y su inteligencia. En México llegó a la conclusión de que toda novela es una pregunta lanzada al azar, una pregunta hacia adentro y una interrogante hacia el exterior. ƑQuién soy? ƑQué somos? ƑQué somos para los demás? ƑQué vamos a ser en el futuro? Las mismas preguntas que Marta les hizo a los revolucionarios se las hizo a sí misma en nuestro país y llegó a la conclusión de que si la Revolución Mexicana le dio el ser a la novela mexicana de hoy, a ella también, al criticar su machismo, su falsa sumisión, su inclinación a la mentira, le dio la posibilidad de contradecir al poderoso, adquirir una rebeldía revolucionaria, profundizar en sí misma y creer que los movimientos independentistas de su alma tenían un sentido que iba más allá del conformismo. Por eso, de una graciosa zancada atravesó el abismo que la separaba de México y escribió sobre un mundo ancho y ajeno: el de la Revolución Mexicana.
En manos de la Universidad de Oviedo queda su legado que es también un arma poderosísima. Habría que recordar que en el Chile de Pinochet muchos libros ardieron en la hoguera y en la biblioteca de Sarajevo, en febrero de 1994, también a los libros los consumieron las llamas. Por todo ello, el legado de Marta Portal es un tesoro.