martes Ť 23 Ť octubre Ť 2001

Alberto Aziz Nassif

Rosas rojas y botas de charol

Entre las críticas al actual gobierno y al Presidente faltaba una que genera irritación en una sociedad golpeada por la crisis y la incertidumbre:la frivolidad

de entre las muchas cosas que cotidianamente se le han criticado al actual gobierno y al Presidente de la República, faltaba una que genera especial irritación en una sociedad golpeada por la crisis y por la incertidumbre de un futuro complicado: la frivolidad.

Una cosa es romper la vieja rigidez que rodeaba a la Presidencia, y otra muy distinta es ponerse de "pechito" para ser motivo de burla (botas de charol) y caer en el ridículo innecesario (ramo de rosas); una cosa es una gira presidencial de trabajo con agenda pactada, y otra es declarar lo que sea para salir del paso; una cosa es el derecho legítimo a la intimidad que tiene cualquier pareja, incluso la presidencial, y otra es convertirse en un objeto de consumo frívolo en el mundo de las elites aristócratas que retrata semanalmente la revista Hola!

De la mano de imágenes desafortunadas, en una gira larga, poco productiva y llena de accidentes, el país reclama prudencia, serenidad y sobre todo resultados. El capital político de esta Presidencia tiene límites y hay que saber administrarse. No se puede andar recorriendo el mundo, cuando la casa está cada día más suelta. No se puede declarar de forma libre sobre temas sensibles, cuando faltan los amarres finos. Uno a uno, el Presidente tocó temas problemáticos y levantó la impugnación de los actores políticos. Primero fue Chiapas y la ley indígena: de pronto para salir al paso en Hamburgo anunció que volverá a poner el tema en la mesa de discusión, lo cual puede sonar razonable, pero no hay ninguna estrategia que sostenga el discurso; luego, el coordinador de políticas públicas publicitó en Toulouse que ya había acuerdo en la reforma hacendaria, cuando en México nadie tiene noticia, y las mismas partes se encargaron de desmentirlo; de forma imprudente Vicente Fox se metió dentro del problema vasco y fue rotundamente descalificado por el Partido Nacionalista Vasco; más adelante en el Congreso Interamericano de la Lengua, cambió Borges por Borgues; el siguiente episodio fue el reproche de los empresarios italianos por la inseguridad pública en México, como un obstáculo para invertir; y para rematar vino la visita al Papa, la foto del beso frente a la Basílica de San Pedro; el epílogo fue el concierto de Elton John en el Alcázar de Chapultepec y la transgresión entre lo público y lo privado de la fundación de Marta Sahagún.

Mientras en México la reforma hacendaria sigue llena de problemas; el Congreso está paralizado; la economía está en ceros; la inseguridad pública crece de forma alarmante, y el famoso acuerdo nacional parece inexistente. Tenemos un país que está atorado, los acuerdos no se producen, las reformas se archivan, y el trabajo político está completamente suelto, pero el Presidente viaja. Y en lo que debería comprometerse y hablar, no se toca, como el asesinato de Digna Ochoa, abogada comprometida con la defensa de los derechos humanos, el pasado viernes 19 de octubre.

Se trata de un crimen muy grave al menos por tres motivos: la pérdida de Digna Ochoa tiene que marcar un hasta aquí, un ya basta; nos ubica como un país en donde la defensa de los derechos humanos es razón suficiente para perder la vida, lo cual habla de que nuestra democracia es lo suficientemente débil que no puede garantizar ni la vida; y tercero, puede ser una expresión de la falta de control y de seguridad que existe en el país frente a intereses oscuros y siniestros que siguen tan campantes. Si la democracia no puede cortar de raíz este tipo de violencia, entonces México está en serios aprietos.

ƑDónde queda la oferta del Presidente de un gobierno que defienda los derechos humanos? En la resolución de este emblemático caso se juega una parte muy significativa de la credibilidad política de los gobiernos federal y del Distrito Federal, tanto para acotar la impunidad que reina en el país, para detener esos intereses violentos y asesinos, como para ver si hay algún cambio importante que haga la diferencia con los gobiernos anteriores.

El gobierno foxista necesita urgentemente hacer un alto, una revisión a fondo de lo que está fallando, de la operación política con el Congreso de la Unión. Se imponen gestos republicanos y austeridad, sobre todo cuando viene un año difícil y un presupuesto más apretado.

Los ciudadanos saben que la crisis económica y la guerra en contra del terrorismo no son variables que se puedan controlar adentro, pero lo que sí es un factor interno es el trabajo político, la mesura, la seguridad, la lucha contra la impunidad. México necesita un Presidente cercano y sensible, pero también eficaz, y no un artículo para la frivolidad.