MARTES Ť 20 Ť OCTUBRE Ť 2001
Luis T. Díaz MüllerŤ
Torres Gemelas y Afganistán: la paz ausente
Mucho se ha escrito, bueno y de lo otro, sobre el cambio del escenario mundial.
Me parece que existen dos escenarios claramente delimitados. En primer lugar, el condenable acto terrorista del 11 de septiembre, dirigido a los poderes simbólicos de Estados Unidos.
Ciertamente, estos atentados marcaron y marcarán por años el futuro de la política exterior estadounidense. Estos atentados dirigidos contra la población civil, son ajenos al Derecho Internacional, y marcan el sin sentido y la incertidumbre del mundo de hoy.
1) Es un primer escenario: el impacto que produjeron los atentados al interior de la sociedad estadounidense perdurará por años y, con seguridad, agudizará la crisis recesiva de la política y la economía del País del Norte.
2) Un segundo escenario, aún más problemático, se dibujará a partir de la Alianza Occidental contra el Terrorismo. Las Resoluciones No. 1368 y 1373 del Consejo de Seguridad, en términos de la Legítima Defensa del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, impulsó una estrategia de abanico para combatir un "enemigo invisible".
ƑDebe un país, como Afganistán, pagar por los actos de un grupo fundamentalista?
Veamos. Por principio de cuentas, la alianza occidental, invocando el artículo 5 del Tratado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, 1949), y con el apoyo de otras democracias occidentales ha dirigido sus fuegos contra Afganistán. Esta invasión traerá como consecuencia una "situación de guerra", en que no se discute ni por casualidad el tema de la paz.
En segundo lugar, nos encontramos ante un enfrentamiento entre dos terrorismos: el terrorismo fundamentalista en contra del terrorismo occidental. En este escenario, las repercusiones y efectos negativos de carácter económico, social y político, empiezan a observarse. Especialmente, en lo que atañe al costo en vidas humanas de ambos bandos.
Tercero, en lo que respecta a Estados Unidos, los resultados no pueden ser más negativos. La xenofobia, el patriotismo estéril, y la profundización de una crisis recesiva que tiende a generalizarse. Ciertamente, los países subdesarrollados, como los de América Latina, deberán contribuir, a un costo bastante alto, a este esfuerzo bélico que va mucho más allá de la Doctrina Powell inaugurada durante la guerra del Golfo Pérsico: el tema del petróleo, por ejemplo.
Cuarto, es impensable concebir que la "guerra" puede ser resuelta mediante otra guerra. La revitalización de la economía no puede ser argumento a favor de esta "guerra", planteada en términos de cruzada, para dinamizar los centros del poder central y mantener un control policial sobre el resto del mundo.
Quinto, el papel de las Naciones Unidas: si bien se le ha otorgado el Premio Nobel a su secretario general y a la propia organización mundial, se ha desvalorizado y se ha roto la legitimidad de los mecanismos de mantenimiento de la paz y seguridad internacional, contemplados en el artículo 2, párrafo 7, de la Carta de San Francisco: Ƒautodefensa, venganza, o legítima defensa?
Sexto, el papel de los medios de comunicación mundial, ha contribuido a distorsionar la auténtica dimensión de un conflicto, asimétrico y difuso, en que se hace necesario recuperar las fórmulas de vigencia del derecho internacional y de la propia mantenimiento de la paz.
El recurso a la Corte Penal Internacional continúa siendo un atributo válido para la sociedad mundial. Es más, la captura de un terrorista requiere de los mecanismos judiciales apropiados para establecer su responsabilidad y sanción. Es el mejor recurso para la mantenimiento de la paz, ausente hoy por hoy del escenario globalizado.
Sin tener que recurrir al bombardeo de una población civil indefensa. Los grandes perdedores de este conflicto se encuentran entre la población civil estadunidense y afgana, que no tienen nada que ganar en esta contienda.
Los sucesos del 11 de septiembre y el ataque a Afganistán causaron un cambio de la sociedad mundial. En el caso de Estados Unidos, su política exterior se desplazó hacia la lucha antiterrorista. En los países subdesarrollados, y discutiendo la legitimidad ya que no la legalidad del principio de legítima defensa, esta nueva situación mundial, esta primera guerra del siglo xxi, sólo conducirá a profundizar la situación de pobreza y subdesarrollo.
Para concluir, se produce una conculación de los derechos individuales, en que el terrorismo de Estado y el terrorismo fundamentalista, contribuyen a privilegiar las sin razones de una guerra absolutamente inútil.
Las víctimas de los atentados del 11 en Nueva York y Washington sólo pueden ser recordadas si se mantiene la búsqueda de la paz y de una auténtica sociedad de seguridad internacional.
Coyoacán, 14 de octubre de 2001.
Ť Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM. Consejo Latinoamericano de la Paz (CLAIP)