ojarasca 54  octubre 2001


A dónde va este mundo para todos dividido, plagado de nuevos resentimientos, nuevas guerras, donde los nuevos patriotismos de cualquier color declaran un odio con olor a viejo, desatan una espiral de ataques y contraataques, cruzadas y guerras santas, mediante novísimas e ingeniosas armas que, o son ellas mismas polvo, o convierten en polvo lo que tocan cuando explotan. No hay clarividencia en dar por hecho que los próximos años, ¿decenios? seguirán siendo de aldeas y ciudades arrasadas, masacres, hambre, refugiados por millones, reino del hampa, la exclusión, la ley del más fuerte (y la del Talión hasta donde el cuero aguante).

    El proceso de globalización mercantil y privatización de lo colectivo abre paso al capitalismo más salvaje que se ha conocido; avanza en nombre de abstractas divinidades e inalienables derechos de venganza, eufemismos al fin de conquista y enajenación del mundo a costa de lo que sea. En sus planes, el capitalismo realmente existente considera, oh, la eventual desaparición de naciones enteras ("daños colaterales", en la jerga pentagónica; que pregunten a los que quedan en Somalia, Irak, Ruanda, Bosnia, Sri Lanka, Afganistán, Chechenia: de la "limpieza étnica" a la "limpieza" a secas).

    Las guerras imperiales de Estados Unidos, Inglaterra, Rusia (¿qué, no hay nada nuevo bajo el sol?) encuentran aliados formidables en sus enemigos favoritos, los saddames, binladenes, miloséviques, en las mafias y dictaduras: sus grandes socios en esta feria de sangre y negocios. Las motivaciones religiosas de la violencia se emplean para disfrazar las verdaderas causas del sometimiento y el exterminio: recursos preciosos, industria bélica, rutas del narcotráfico, especulación financiera.

    Grandes días para la propaganda vil, la manipulación del terror, el reciclaje de todo racismo posible. Larga vida a la censura, la discriminación, la mentira "estratégica", la obediencia debida. A menos que.
 

    En los entresijos del planeta atónito se construyen resistencias, se tejen acuerdos y consensos, se piensa en la pluralidad como parte de las liberaciones nacionales. Los manifestantes paneuropeos en Génova; los Sem Terra brasileños; los shuar, mapuches y mayas que conmueven la geografía política y moral de América; las diásporas palestina, argelina, hindú, que están dando al mundo grandes pensadores, escritores, músicos.

    Mientras lo oficialmente "universal" se basa en la exclusión, la explotación en sweat shops de Indonesia, Filipinas, Bangladesh, Malasia, México, y hasta las epidemias se globalizan, hay quienes construyen una alternativa. Del primer al tercer mundos, los indígenas, los migrantes, los proletarios, la intelectualidad despierta, las autoasumidas "minorías" sexuales, las juventudes, las mujeres, en incontables organizaciones civiles de nuevo tipo, mantienen vivo en lo particular el verdadero universalismo. La posibilidad de una globalización con rostro humano.

   El tiempo apremia. Las vías alternativas deben conservar su vigencia.

    Ante el desquiciamiento apocalíptico de tirios y troyanos (que entre sí se reparten el sagrado monopolio de la destrucción y sus herramientas), son la única salida digna en el atroz encallejonamiento del siglo, y lo serán a pesar del servilismo de capitales y gobiernos "nacionales" que son sucursales, marionetas, pobres franquicias.
 
 

En octubre de 1989 apareció el primer número de México Indígena como mensuario independiente, que en otro octubre, el de 1991, se convertiría en Ojarasca, y a partir de 1997, en suplemento mensual de La Jornada. Doce años ininterrumpidos (o casi) de acompañar y documentar los mundos indígenas, las resistencias civiles, la civilización popular.

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